Cabo Polonio es uno de los destinos más valiosos de Uruguay, uno de los pocos que se conservan rústicos y naturales, por ejemplo, no tiene luz eléctrica y es conocido por los lobos marinos en su costa. Detrás de las dunas que lo separan del pueblo de Valizas, el aire del mar y las estrellas inspiran. Para los músicos las olas rompen en canciones.
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Los hermanos Nicolás –guitarra- y Martín Ibarburu–percusión-, y su amigo Hernán Peyrou veraneaban con sus familias allí. Sus hijos también son amigos. Luca es el hijo de Peyrou, el que cuenta la historia, y tiene 10 años, Valentín (10) es hijo de Nicolás, Maitena (15), es hija de Martín. “Es la adolecente mediadora”, le cuenta Hernán a ENREDACCIÓN.
En febrero de 2015, cuando los padres fundaron el Trío Ventana, los chicos crearon el hit que se escuchó por aquellos días: el “Rap del chupetín”. En honor a esas vacaciones y los momentos de guitarreada en la hamaca paraguaya, a su primer disco le pusieron Amigo Imaginario. “Está compuesto desde una lugar familiar, de estar tranquilo, con la cabeza bastante reseteada. Es homogéneo en el sentido que todas las canciones fueron creadas bajo la atmosfera y la energía del Cabo”. Es la única producción del grupo y contiene composiciones en conjunto con los hermanos.
Hernán toca el piano por recomendación de su mamá. Tenía siete años cuando quería aprender a tocar la guitarra en Montevideo, pero “ella me dijo que las teclas me daría una visión más general. Le hice caso y me re copé”, recuerda. De grande compone con su instrumento y también con guitarra, pero “desde un lugar súper intuitivo, sin mucha técnica. Me gusta disfrutar de las dos”. Además del Trío, tiene otros proyectos como Los Cuerpos.
El próximo 7 de septiembre se presentarán en Córdoba, en un concierto junto a Ana Robles en Cocina de Culturas. “Me gustan mucho sus canciones, son muy lindas, como describe el pasaje y el entorno”, dice sobre la riojana. Adelanta que el grupo hará temas del disco y otros suyos y de Nico, mientras que ella estará mostrando los temas de Sabe el viento.
¿Una ventana a qué o a dónde se abre con la música de ustedes?
Se abre a dejar volar un poco la imaginación. Las letras son más, y otras veces menos, concretas. Cada uno puede entender lo que le parece. Está sujeto a lo que cada uno pueda imaginar.
Géneros folclóricos y jazz ¿Por qué esa fusión?
Es nuestra propia identidad y la historia de cada uno. Todos venimos de familias de músicos, crecimos entre guitarreadas, y también con mucha conexión con la naturaleza. Por más que en el disco, no predomina ni el rural ni el urbano, es una mezcla de eso. Con nuestra historia y la influencia de lo que venía con nosotros. Cada uno toma algo y le pone lo propio. No sale de manera premeditada, sino que da de manera espontánea.
¿Qué momento vive la música uruguaya?
Creo que hay de todo. Hay una generación linda que sería como una continuación de todo lo que venía de Opa, Eduardo Mateo, Osvaldo Fattoruso. Tomando lo que venía y con respeto reciclando y proponiendo caminos similares, pero hacia lugares nuevos. Al mismo tiempo, está lo que proponen las corporaciones y lo que suena masivamente en la radio, no está bueno que sea tan así, que sea lo único que suena. Que no deje de existir, pero tiene que haber otras posibilidades.
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PARA AGENDAR
Viernes 7, a las 22 horas, en Cocina de Culturas.
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