“Para mí, se trataba de caballos”, escribe aquel niño serbio, “gordito” y con una mirada pícara. Su futuro parece estar lejos del pequeño departamento donde vive junto a sus padres, dos hermanos y su abuela en Sombor. Menos cercano aparece el básquetbol, un deporte que no le interesaba porque su única pasión era competir en sulky. La fascinante historia de un gigante que rompió los moldes de la NBA.
“Era uno de los más altos entre mis compañeros, pero también el más gordo. Y no me gustaba la actividad física. En la secundaria no podía hacer ni una flexión de brazos”, recuerda Nikola Jokic, elegido este martes como el mejor jugador de la temporada 2020/2021.
Las carreras de caballos lo tenían fascinado e incluso compitió en varias ocasiones logrando un tercer puesto del cual todavía está orgulloso. “Cuando estás corriendo arriba de un caballo y sentís que se te acerca otro y lo tenés a tu lado, en el oído, es espectacular. Sentís la tierra temblar, el golpe de las herraduras en el terreno”, reconoció hace unos años.
Sin embargo, el destino, su entorno y su contextura física parecían indicarle otro camino. La influencia de sus dos hermanos terminó por alejarlo lentamente de las carreras de caballos y acercarlo al baloncesto. Deporte de tradición en los países balcánicos. “Tenía un pequeño aro en el apartamento de dos ambientes donde vivía toda mi familia. El vecino nos odiaba por nuestros gritos y el ruido del bote de la pelota”.
Su familia tenía que arrastrarlo hasta los entrenamientos, si hubiese sido por él, habría seguido compitiendo en sulky. Pero le recomendaron que no, por su peso y por su estatura. “Me habían dicho que tal vez se podían construir carros más grandes”, supo decir.
Lo que nadie esperaba era su talento innato para jugar de pivote como de base. “Cuando comencé a jugar, estaba muy gordo y todavía no era tan alto. Jugué de centro, pero también de armador. Regateé la pelota por toda la cancha. Solo juego por diversión, ¿sabes? Pero el año que cumplí 16, sentí que realmente podía jugar. Y ese fue el año en que fui de mi pequeña ciudad de Sombor a la ciudad más grande, Novi Sad”, relató en una nota con The players tribune.
Una vez allí, Jokic continúo sus estudios secundarios por la mañana y a la tarde entrenaba en el equipo de la escuela. Fue la decisión correcta. En el primer torneo intercolegial, el pivote fue una de las figuras y luego de ser campeones captó la atención de varios ojeadores. Finalmente fue el Belgrado KK Mega Basket, equipo donde también jugó Boban Marjanovic (Dallas Mavericks) e Ivica Zubac (Los Angeles Clippers), quien se quedó con sus servicios.
A diferencia de otros cracks europeos, su recorrido por el continente estuvo lejos de ser destacado. Jugó la Liga Adriática con promedios modestos (11.4 pts y 6.4 reb). Y los Nuggets sorprendieron a todos cuando lo eligieron con el 41 del draft 2014. Hasta el mismo serbio no podía entenderlo.
“¿Estás durmiendo? ¡Te eligieron en el draft! ¿Cómo puede ser que estés durmiendo?”, gritó uno de los hermanos de Nikola por teléfono luego de la elección. Nuevamente, era la madrugada del país europeo y Jokic estaba durmiendo: “Recién festejé a la mañana siguiente”, reveló.
“No pensé que fuera a ser una gran cosa. Pensé, me reclutaron y me quedo una temporada más en Europa. No pensé que llegaría a la NBA de inmediato”, agregó. Algo de razón tenía, porque el Barcelona fue a verlo jugar para ver si valía la pena incorporarlo antes de dar el salto a Estados Unidos.
“Jugué el peor partido de la historia. Creo que anoté como 4 puntos, y tal vez eso fue una señal de que Europa no era para mí. Al final de esa temporada, los Nuggets me llamaron y dijeron que me querían en su equipo”, lanzó Nikola que nunca más decidió mirar para atrás.
De la noche a la mañana cambió su Serbia natal, donde viajaba en colectivo a los partidos, para adentrarse en las comodidades de la NBA, donde viajar en avión se convirtió en un hábito. Sin embargo, alejado de sus afectos empezó a comer mal y a tomar Coca Cola en exceso. “Después de los entrenamientos era un vaso tras otro. Hasta tres litros por día”, admitió. Subió 10 kilos. Entonces, ante la insistencia del equipo, en 2015 decidió cambiar de habitos.
Hoy, casi siete años más tarde, fue reconocido por la prensa estadounidense como el MVP de la 2020-2021 de la Fase Regular de la NBA. Sorpresa para muchos, pero una consecuencia inevitable en el camino de un jugador que se reconvirtió para dominar la competencia. Nikola, se convirtió en el cuarto MVP extranjero detrás de Steve Nash (Canadá), Dirk Nowitzki (Alemania) y Giannis Antetokoumpo (Grecia).
“Una cosa que no ha cambiado, para mí, es la pasión”, escribe el gigante serbio desde algún rincón de Colorado. “Cuando un rival me agarra del brazo o me empuja, lo disfruto. Quiere decir que busca la victoria tanto como yo y me recuerda a Serbia. No quiero que el básquet se convierta en un simple trabajo. Es mejor que las carreras de caballos”, concluye.
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