Lamentablemente, en nuestro país hay casos de organizaciones sindicales que vienen siendo conducidas desde hace muchas décadas por los mismos dirigentes, quienes en muchos casos se han dedicado a obstruir e impedir, por todos medios posibles, que las nuevas generaciones (hablo específicamente de los jóvenes más preparados, más capacitados, con ambiciosos proyectos de sindicato, y sobre todo con nuevos aires para oxigenar estos espacios que parecieran funcionar como en el siglo XIX aún), puedan llegar a conducir los gremios.
A veces prevalece el bienestar del propio dirigente, de los miembros de los consejos directivos, de los obsecuentes de las conducciones de turno, y de todos aquellos que trabajen (de manera interesada), para que ellos continúen indefinidamente en los cargos.
Pero, por otro lado, se debe destacar que hay excepciones por supuesto.
Si bien hay sindicalistas que hace años están conduciendo el mismo sindicato (algo que se debería modificar en algún momento, para garantizar la democratización de todos los gremios y permitir mayor libertad sindical), han demostrado tener una gran gestión, han realizado un arduo trabajo para defender el convenio colectivo de la actividad, y alcanzaron nuevas conquistas para sus representados.
Pero hay que hacer docencia en los gremios, para que las generaciones que vienen estén mejor formadas para lo que viene.
Los sindicalistas no son eternos, pero las instituciones deben continuar (avanzando y no permaneciendo en el pasado).
El simple hecho de que muchos sindicatos, por ejemplo, no estudien formas de actualizar sus convenios colectivos de trabajo (respetando siempre el principio de progresividad en materia laboral, es decir, incorporar nuevos derechos y/o conquistas, pero nunca renunciar, restringir o limitar derechos y conquistas adquiridos), han tenido enormes consecuencias en muchos casos en la actualidad, y más adelante también las tendrán.
Aquellos convenios colectivos de trabajo que no incorporen el uso de las nuevas tecnologías para su propia actividad, que no prevean las necesidades actuales y a futuro del propio país, y los cambios que se están implementando en todo el mundo, podrían padecer muchas consecuencias en materia laboral.
De no hacerlo oportunamente, se correría el enorme riesgo de que algunos trabajos tiendan a desaparecer. Hay riesgo de que sectores de trabajo completos, desaparezcan.
Aquellas trabajadoras y trabajadores que no se encuentren debidamente capacitados, podrían ser claramente embestidos por la llegada de las nuevas tecnologías.
Lo que sucede por estos días con la pandemia del coronavirus, es un fenómeno paradigmático para tener en cuenta. Innumerables actividades estatales y privadas, ya están implementando el teletrabajo.
Esta modalidad laboral, no está prevista en la mayoría de los convenios colectivos de trabajo, y se podría avizorar que, para ciertas tareas, el teletrabajo es una modalidad laboral que llegó para quedarse.
A lo largo de los últimos veinte años, el sindicalismo argentino se ha caracterizado por ir por detrás de los acontecimientos, por no instalar agenda a la política, por no haber alcanzado nuevas conquistas en general, y vienen conduciendo en un número importante de sindicatos los mismos dirigentes.
En lo personal, creo que es tiempo de que la juventud asuma un rol fundamental en estos tiempos.
Una juventud que deje de ser espectadora y que comience a ser protagonista del presente, del futuro de los sindicatos y de los convenios colectivos de trabajo.
Para ello, habrá que prepararse, capacitarse, proyectar y apostar a llegar a la conducción de los gremios. El futuro es de los jóvenes. Pues entonces, hay que ir por él.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado laboralista.
—
>> Si estás de acuerdo con el periodismo crítico y comprometido, te invitamos a asociarte a ENREDACCIÓN, el sitio de noticias con información de Córdoba: INGRESÁ AQUÍ.
