El presidente Mauricio Macri dijo ayer que “en 10 años no habían hecho ni un avión”, en alusión a la Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier General San Martín”, sociedad anónima de capital estatal creada en diciembre de 2009, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. En ese momento, el Estado Nacional adquirió el paquete accionario de Lockheed Martin Aircraft Argentina S.A., que se había hecho cargo de la concesión de la empresa a mediados de los ’90. La afirmación del titular del Ejecutivo fue realizada, paradojicamente, al poner en marcha una linea de ensamble y armado de aerogeneradores (molinos para producir energía del viento). Sin embargo, su afirmación es sólo una parte de la verdad.
FADEA entregó sus primeros aviones luego de una década a fines del año pasado, cuando tres aviones IA 63 Pampa III pasaron a manos de la Fuerza Aérea Argentina. Macri se refiere a ellos para asegurar que después de 10 años, la fábrica había vuelto a producir aviones en serie (los últimos seis habían sido fabricados entre 2006 y 2008). Sin embargo, esos tres Pampa III se habían empezado a construir en 2014, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Es decir, demoraron cuatro años y dos gobiernos distintos en finalizarse.
Durante la privatización de Carlos Saúl Menem, la compañía fue vacíada, tanto su estructura de producción, como su personal de producción y su personal técnico. Fue una ficción para encubrir el alineamiento del país con la política exterior de Estados Unidos, que demandaba la desactivación de este complejo fabril y tecnológico. Luego de la estatización en 2009, la empresa recuperó parte de la infraestructura e intentó constituir nuevos planteles después de más de una década de abandono en manos de la Lockheed Martin. Pese a ello, en seis años, sólo puso en marcha un contrato de producción de partes con la brasileña Embraer y la fabricación de esos tres Pampa que a fines del año pasado, Macri presentó como propios. Demasiado poco.
Sin duda, que completar la fabricación de esas tres unidades fue un hito, pero salvo el anuncio de que se construirán tres unidades más en 2019 y otras tres en 2020, lo que es una caricatura de industria aeronáutica, no se conoce un plan estratégico de desarrollo de este sector productivo.
El modelo que muestra FADEA hasta ahora -por sus hechos y no por sus dichos-, es el de taller de mantenimiento de aeronaves cíviles y militares de transporte y ahora, el de ensamblado y armado de aerogeneradores de una compañía privada. Nada más alejado de la industria de punta tecnológica que es la aeronáutica militar.
Si bien la época de oro de este complejo hay que situarlo en las décadas de los años ’40, ’50 y ’60, lo cierto es que mantuvo hasta finales de los ’80 capacidad de desarrollar productos aeronáuticos en alianza con otros países. El Pampa, por ejemplo, es fruto de un acuerdo con la Dornier alemana en la década de 1980.
Si se cumple la palabra de Macri, de que se producirán 6 aviones nuevos entre 2019 y 2020, que no es un número significativo, ni garantiza escala para mejorar costos de producción, ni para hablar de reactivación de la fabricación, se podría mantener activa la línea de producción, que es fundamental para imaginar otro destino en algún momento. Otra vez demasiado poco.
La producción de aviones militares depende de decisiones estratégicas y de largo aliento, que no incluyen sólo el plano económico, sino también el militar y el geopolítico. El alineamiento del gobierno con Estados Unidos, es en términos generales un problema para este sector industrial, ya que el lobby militar-industrial de ese país no quiere competencias de este tipo y menos en la región. La luz que apareció al final del tunel, es el uso del avión para control fronterizo y a partir de allí el negocio de nicho que intenta FADEA con la sudafricana Paramount, una compañía privada que “sintoniza” con las decisiones estratégicas de la Casa Blanca. Hay un convenio de colaboración firmado el año pasado, que depende de si los sudafricanos venden la aeronave en el continente africano. Como se ve, se trata de una decisión armónica con los intereses estadounidenses.
En definitiva, el tiempo dirá. Por lo pronto, FADEA no es precisamente una fábrica de aviones, sino un centro de producción y servicios varios, que incluye, a veces, la fabricación de un avión desarrollado hace cuarenta años y actualizado en la última década.
VER Qué alcance tiene el acuerdo entre FADEA y la sudafricana Paramount por el avión Pampa III.
VER La Fuerza Aérea incorporó el Texan II, el avión con el que EE.UU hundió el proyecto Pampa.