Se parece a una selfie mañanera, a cara lavada, sin ninguna producción. Una serie de hechos revelan que el gobierno de Mauricio Macri está aprovechando y utilizando todo el poder ganado en las urnas en el mes de octubre y se muestra tal cual es, sin maquillaje, ni gradualismos impostados. Los que sufren la ofensiva oficialista denuncian “persecución”, y en parte es cierto, sin embargo es una consecuencia del ejercicio del poder político. La máscara simbólica y el discurso político plantean que la alternancia en el poder es un simple cambio de gobierno, pero eso es así en democracias centrales, en la periferia, todo lo que sucede es más brutal. Por eso la restauración del modelo neoliberal en Argentina se produce a sablazos y “carpetazos” judiciales.
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A caballo de su ofensiva, el gobierno ha logrado, además, fracturar al peronismo, la fuerza política alrededor de la que se vertebró el último ciclo populista, a partir de un proceso “suave” de sustitución de importaciones post-crisis de la Convertibilidad (2002-2015): ese sector afín al neoliberalismo macrista está integrado por la convergencia del grupo de la provincia de Buenos Aires que lidera el ex titular del ANSES Diego Bossio, y el de los gobernadores, donde el cordobés Juan Schiaretti aparece como uno de sus impulsores junto a los de las provincias de Salta, Entre Ríos, Tucumán, Misiones, La Pampa, La Rioja y Chaco. El PJ dialoguista le facilita la gobernabilidad institucional y sobre todo, el aislamiento de los grupos, que como el kirchnerismo o los gremios díscolos de la CGT, puedan liderar propuestas alternativas. Los peronistas que se alojan allí hoy no serán los últimos en estar, lo más probable es que el grupo se amplíe con viajeros del Frente Renovador y el propio PJ-Frente para la Victoria.
La lista de algunas políticas que el gobierno aplica en esa dirección, es la siguiente:
-Ya controla la Justicia Federal, salvo excepciones marginales. Comodoro Py, el edificio donde anidan los jueces federales porteños, responde al presidente y su sistema de poder. La reapertura del caso Nisman y la judicialización del memorandun firmado por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con Irán, a quién el juez Claudio Bonadío procesó por “traición a la patria”, indican que la persecución judicial a la oposición de cualquier signo será implacable. Para ello, el creativo Bonadío definió que los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel fueron declaraciones de guerra. Es un acto de realismo mágico judicial y político. Es comparable a si Donald Trump se hubiera propuesto encarcelar a Barack Obama por pactar con Irán un límite a su política de rearme nuclear.
-El alineamiento de la política exterior a los intereses de Estados Unidos. Cuando el titular del despacho oval reconoció a Jerusalén como capital de Israel, veinticuatro horas despúes el gobierno vía Bonadío procesó a la senador Fernández de Kirchner y al ex-canciller Héctor Timerman -detenido con prisión preventiva en su domicilio- por haber firmado un pacto con Irán, ahora nuevamente “enemigo” de Estados Unidos.
-En la Cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que se está realizando en Buenos Aires, el presidente argentino se manifestó abiertamente por la apertura económica (menos barreras al comercio internacional) y la globalización. “Hoy más que nunca los problemas se deben resolver con más OMC y no con menos OMC. Para ello necesitamos transitar el camino de los consensos“. El presidente argentino agregó que “desde su creación, el comercio fue una fuente central de crecimiento y desarrollo. Sabemos que los beneficios no han alcanzado a todos y esto ha producido cuestionamientos hacia la globalización económica, sin embargo, es importante que sigamos creyendo en este sistema y sus reglas ya que son una garantía de previsibilidad para los flujos comerciales globales y para su crecimiento”.
-La expulsión de activistas anti-liberalización del comercio internacional que llegaban para protestar contra la cumbre de la OMC, un hecho inédito en la política internacional hasta ahora. Lo sucedido derivó en un escándalo internacional.
-La decisión de impedir que la protesta social alcance centralidad, para lo cual el Ministerio de Seguridad impone una fuerte represión. Tres hechos van en ese sentido: la creación de un enemigo interno a partir de un fantasma como la RAM Mapuche; el asesinato a manos de un efectivo de Prefectura Naval del militante mapuche Rafael Nahuel en cercanías de Villa Mascardi; y el allanamiento a una residencia de la Universidad Nacional del Comahue, ocurrido este fin de semana.
-El intento de poner a las Fuerzas Armadas a combatir el narcotráfico, una hipótesis de conflicto cuya implantación fue postergada por la tragedia del ARA San Juan.
-La reforma previsional, que incluye un ajuste en el cálculo de haberes; un incremento de la edad jubilatoria a 70 años; y la imposición de un 82% móvil, pero del salario mínimo, vital y móvil, no de los sueldos en actividad.
-La reforma laboral, que intenta disminuir el costo laboral, a partir de reducir la litigiosidad judicial, los aportes patronales y la legalización de cláusulas particulares en los Convenios Colectivos de Trabajo, como el banco de horas, entre otras modicaciones.
-El achicamiento del Estado y la administración pública a través despidos en todas sus áreas, como los anunciados.
-La desarticulación progresiva de áreas autónomas del desarrollo tecnológico nacional como la satelital.
-La apertura comercial que vía importaciones de bienes de consumo, como en el sector de computación y electrónica, progresivamente va a desindustrializar el país.
En los días que le faltan a este diciembre y los meses de verano, el gobierno nacional y los gobernadores peronistas aliados, intentarán dejar sentadas las bases estructurales de la restauración neoliberal. El relato oficial, a partir de ese momento, ya no podrá seguir justificándose en la herencia recibida. Un nuevo tiempo político y económico gana su lugar en Argentina y producirá cimbronazos en todos los campos.
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