No importa el barrio, ni el tamaño de la billetera: ayer casi todo el mundo se sentó a la mesa frente a un “pulsudo” plato de locro. Están los que lo hicieron en casa, siguiendo recetas familiares, con sus historias y particularidades. Y estuvieron los que lo fueron a comprar: había colas de gente y autos estacionados a los largo de 100 o 150 metros en cada negocio que los ofrecía.
Por cierto, resulta difícil afirmar que la Patria es el locro, pero al menos se parece debido a su inmensa representación.
El locro se sube a la mesa pocas veces al año, el 1° y el 25 de mayo y el 9 de julio. Para los 20 de junio no tiene tanta fama. Habría que preguntarle a los historiadores, quizá Manuel Belgrano no lo tenía entre sus platos preferidos. Lo cierto, es que durante los otros 362 días del año del locro no habla casi nadie. Su poder simbólico se concentra entonces en apenas tres días del calendario, los días en los que la Patria toma forma de plato de locro. No importa un poroto si alguien se acuerda de Mariano Moreno o Cornelio Saavedra o de si fue Revolución o Primer Gobierno Patrio. El locro posee una misteriosa capacidad de convertir a todos, ricos y pobres, “morenos” y “gringos”, “matadores” y “piratas”, en argentinos.
Es probable que esa capacidad no resida en la panceta o las patitas de chancho. Tampoco en el picante que algunos le mandamos encima. Que uno quiera algo, depende de la mirada de los otros. Algo así, como que si sos tano, comés pasta. Si sos gallego, puchero a la española. Y así con cada comunidad que habita estas tierras. El locro, en ese contexto, viene a ser el guiso local. Es un viejo acompañante que todos podían cocinar, y como el carnaval es el momento en que se libera al diablo por unos pocos días y luego todo regresa a la normalidad y las buenas costumbres, este viene a ser “el plato popular” que se libera de sus límites y llega a todas las mesas tres veces al año.
En Argentina, donde las divisiones atraviesan profesiones, ciudades, barrios, partidos políticos, regiones, familias, ídolos y hasta santos, no es nada fácil obtener semejante consenso. Así, la difusa representación de la Patria regresa, una y otra vez, a decir presente en el contenido de un amarillento plato de locro. ¡Viva el locro!
15 MINUTOS. Es un espacio breve para reflexión, análisis y puesta en escena de temas, hechos y personajes. Se inspira en la película “15 minutos” (2001, John Herzfeld).
Cómo comunicarse:
Redacción: [email protected]
Lectores: [email protected]
Equipo de Investigación: [email protected]