Si bien la República Argentina aún tiene muy buenas organizaciones sindicales, hay otras que dieran la sensación haber perdido el camino y el legado que debían continuar.
Hay sindicatos en los que, los llamados “burócratas“, han venido desvirtuando, distorsionando, y destruyendo durante décadas, los fines principales que tiene un gremio. Hablamos de defender el salario (mantener la cláusula gatillo y lograr acuerdos salariales que empaten o superen a la inflación del año en curso), defender los derechos y conquistas laborales, brindar servicios de salud, turismo, y deporte, entre otros.
Contrario a ello, hay casos de que quienes conducen, se han dedicado a manejar al sindicato, como un bien más de su propiedad (cuando no lo es).
Usan la estructura sindical, al servicio de partidos políticos o de dirigentes políticos partidarios; en vez de hacerlo para las afiliadas y afiliados, que en definitiva son quienes sostienen el funcionamiento total de estas nobles instituciones, a través del aporte mensual que hacen.
Hemos visto y seguimos observando no sólo a sindicatos hacer este papel mediocre y lamentable, sino también, por ejemplo, a la C.G.T. durante años. Ver a su dirigencia alinearse más con las políticas de ajuste de gobiernos de turno, que con las necesidades y problemáticas estructurales de la clase trabajadora y de los jubilados en este país.
¿En los últimos veinte años, la C.G.T. logró mejorar el poder adquisitivo de quienes trabajan? ¿Logró eliminar definitivamente la aplicación del impuesto a las ganancias a los trabajadores y jubilados? ¿Logró luchar y vencer la flexibilización laboral de hecho que hay desde hace tiempo (por ejemplo las aplicaciones extranjeras que operan en servicios como taxis, remises, deliverys, entre otros)? ¿Logró que se regularice la situación laboral de las millones de trabajadoras y trabajadores no registrados (y que están fuera del sistema)? ¿Logró terminar con la precarización en la que se encuentran los trabajadores maleteros, que trabajan en las distintas terminales del país? ¿Logró que se deroguen todas las leyes nacionales y provinciales que implican ajuste a los haberes jubilatorios? ¿Logró que el haber jubilatorio de la mínima nacional, sea igual al valor de la canasta básica del jubilado? ¿Logró que ninguna trabajadora y que ningún trabajador tenga un salario, que esté por debajo de la canasta básica total? ¿Logró avanzar en la puesta en marcha de un plan de viviendas populares, para que quienes trabajan lleguen al sueño de la casa propia y dejen de ser esclavos de los alquileres? ¿Logró una recomposición salarial histórica para el personal de salud en su totalidad y el debido reconocimiento de una carrera profesional para enfermería? ¿Apoya a cada organización sindical en conflicto, en cualquier punto de nuestra Nación? Saquen sus propias conclusiones.
Muchas trabajadoras y trabajadores jóvenes tenemos otra visión de cómo hacer sindicalismo. Estamos convencidos de que debemos volver a nuestras raíces. A lo largo de la historia hemos tenido grandes sindicalistas, que alcanzaron conquistas laborales históricas y que eran respetados y apoyados por el pueblo en su totalidad. El Sindicalismo es una actividad vocacional. No es para cualquiera.
No es para que el dirigente y su grupo de familiares y amigos se acomoden allí, ocupen cargos y en muchos casos hagan uso de permisos gremiales, sin mostrar a cambio gestión alguna en los lugares en los que están.
El movimiento obrero, debe volver a instalar agenda a la política, y no al revés como hasta ahora viene sucediendo.
Debemos capacitar, formar cuadros, y brindar la mayor cantidad de servicios a las afiliadas y afiliados, para devolverles la dignidad y el orgullo de integrar la clase trabajadora.
Tenemos mujeres y hombres, con la formación, la capacidad y la trayectoria necesaria, para comenzar este proceso de recambio dirigencial y generacional.
Este proceso ya ha comenzado y no se detendrá.
Ojalá día a día, se siga sumando más gente que tengan ganas de tener un presente y un futuro mejor no solo para ellos, sino fundamentalmente para sus hijos y nietos.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado Laboralista, delegado gremial del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba y coordinador General de la Intersindical Argentina.
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