Fueron desde la ruta hasta la tranquera, igual que Santiago. La saltaron y corrieron en dirección al río, como lo hizo Santiago. Miraron hacia atrás y divisaron la base de Gendarmería, como pasó hace casi 20 días. Comenzaron a bajar, se agacharon y siguieron, entre la vegetación rala.
Y llegaron al río de aguas tranquilas y oscuras, el mismo que divisó Santiago Maldonado, aquel 1° de agosto, cuando fue “cazado” por la Gendarmería Nacional.
Ese mismo recorrido, el último en el cual el muchacho apodado el Brujo fue visto por sus compañeros, fue cubierto palmo a palmo por tres periodistas cordobeses, quienes lograron un testimonio exclusivo y en el lugar de los hechos, sobre lo que ocurrió con ese hombre por el que hoy miles de argentinos se preguntan: ¿Dónde está Santiago Maldonado?
Esos tres periodistas fueron Charly Gutiérrez, Andrés Méndez y Federico Báez, integrantes del equipo de ADN Periodismo Federal, que se emite por C5N, quienes desandaron el mismo escenario de la fuga fallida, con la sola diferencia de que a ellos no los perseguía un batallón de 30 gendarmes disparando plomo.
“Nos vinieron a cazar”
“Nosotros veníamos corriendo y los gendarmes nos seguían por atrás y nos tiraban desde arriba”. El relato comienza en el sector donde un grupo de siete activistas mapuches comenzaron su huída furtiva para intentar escapar de la brigada de Gendarmes que los perseguían luego de desbaratar el corte de ruta parcial que estaban llevando a cabo, en protesta por la detención del lonko o líder mapuche Facundo Jones Huala.
“Nos vinieron a cazar”, dice encapuchado el muchacho, de nombre Sergio, que revive para las cámaras de ADN el recorrido.
No fue fácil convencer a los mapuches de que los acompañaran a recorrer los últimos metros de la huída de Santiago. “Creo que supimos ganarnos su confianza, porque fuimos respetuosos en todo momento y les mostramos que queríamos contar la verdad de lo que pasó”, contestó Anrés Méndez, uno de los periodistas del equipo que viajó hasta Chubut para registrar estos testimonios.
“Éramos seis periodistas que llegamos hasta ahí. Se nos acercó un líder y nos preguntó uno por uno el nombre y a qué nos dedicabamos”, comenta Charly Gutiérrez, productor del equipo de cordobeses, que llegó hasta el lugar acompañado de colegas de un canal rionegrino. “Fue importante que creyeran en nosotros, porque hasta ese momento no había ingresado nadie a ese lugar”, relató.
No obstante, el recorrido tuvo sus limitaciones. No les permitieron filmar dentro de las chozas. Ante las cámaras, sus interlocutores permanecieron siempre encapuchados. No les permitieron cruzar el río. Tampoco sobrevolar el área para filmar desde el drone. “Son territorios sagrados para ellos. Uno tiene que ser muy respetuoso de sus costumbres y aceptar lo que te dicen”, explica Andrés.
Del otro lado del río
El vértigo de la huída llega hasta la orilla del río, un tranquilo y oscuro curso de agua heladísima de no más de medio metro de profundidad, orillado por vegetación seca.
“Queríamos llegar hasta el río -relata Sergio-, porque acá ya no se ve desde arriba y entonces no nos iban a poder tirar. Acá nos tiramos al río. Nos tiramos todos y cruzamos”, cuenta el muchacho, señalando el preciso lugar donde terminó la carrera de Santiago.
No fue fácil convencer a los mapuches de que los acompañaran a recorrer los últimos metros de la huída de Santiago. “Creo que supimos ganarnos su confianza, porque fuimos respetuosos en todo momento y les mostramos que queríamos contar la verdad de lo que pasó”, contestó Anrés Méndez, uno de los periodistas del equipo que viajó hasta Chubut para registrar estos testimonios.
Allí hace una inflexión en el relato, porque el que no llegó nunca a cruzar por el agua fue Maldonado. “Él se quedó más atrás entonces nosotros lo perdemos de vista”.
Los otros seis integrantes del grupo que hacía sólo unos minutos cortaban parcialmente la ruta 40 lograron completar la fuga, pero desde el otro lado del río vieron como atrapaban a “el Brujo” y se lo llevaban “a la rastra hasta el Unimog, que quedó arriba”.
Sergio asegura que vieron cómo luego lo bajan del camión y lo suben a una camioneta, que sale rumbo a Esquel. “Eso es lo último que yo puedo apreciar de él”, dijo el muchacho, todavía impactado por la situación.
-¿Vos pensás que está vivo?- le preguntó Andrés Méndez.
La respuesta fue lacónica. “Ya pasó mucho tiempo -dijo Sergio, detrás de su capucha-. Yo lo único que les pido es que nos devuelvan al compañero. Muerto o vivo, pero lo queremos”.