El domingo se develará una de las incógnitas que hoy interroga tanto a políticos como a analistas: en qué medida todo lo que sucedió entre las PASO del 13 de agosto y las Generales de este domingo habrá influido en los resultados electorales.
Si esta misma pregunta se la formulaba antes del día martes, era casi unívoca la respuesta: de haber algún movimiento en las agujas del escrutinio, sería a favor del oficialismo nacional, en detrimento no sólo de la oposición kirchnerista en sus diferentes vertientes, sino también de los gobernadores del peronismo tradicional.
Pero la bomba que estalló el martes con el hallazgo del cuerpo presuntamente de Santiago Maldonado, gatilló una serie de incógnitas, elucubraciones, conjeturas, acusaciones cruzadas y golpes de timón en el último tramo de las campañas electorales. Y ahora el panorama abre nuevos interrogantes.
LA PREGUNTA DE TODOS
Pero retrocedamos diez semanas para hacer el ejercicio de volver a recorrer lo sucedido desde entonces.
En aquella madrugada del 14 de agosto, el kirchnerismo revertía lo que parecía una catástrofe electoral y comenzaba a instalarse como victorioso en la Provincia de Buenos Aires y en la de Santa Fe. Tal vez pírrica, pero victoria al fin, el estrechísimo margen instalaba el discurso de la manipulación en la carga de los datos y dejaba en un lugar incómodo al oficialismo de Cambiemos que había festejado por anticipado y en exceso su amplio triunfo en casi todo el país, abrazado a los medios de prensa que se habían sumado a esa proclamación prematura.
Recién el 29 de agosto se confirmó el triunfo de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en una elección apretadísima en la que superó a Cambiemos por 0,21 por ciento, unos 20 mil suragios en el distrito más poblado del país, con más de 8 millones de votantes.
La bomba que estalló el martes con el hallazgo del cuerpo presuntamente de Santiago Maldonado, detonó una serie de interrogantes, elucubraciones, conjeturas, acusaciones cruzadas y golpes de timón en el último tramo de las campañas electorales. Y ahora el panorama abre nuevos interrogantes”.
Pero entre medio venía surgiendo cada vez con mayor urgencia el conflicto político más grande que ha debido atravesar Macri y su gabinete: la desaparición de Santiago Maldonado en Chubut, luego de un corte de ruta reprimido por Gendarmería.
La consigna #DondeEstáSantiagoMaldonado se instaló de modo categórico en las redes sociales, tan estratégicamente manejadas por el gobierno de Cambiemos. Lo que asomaba como un conflicto provincial, pronto se instaló como preocupación general y fue sumando adhesiones en todo el país, tanto de personas comunes como de líderes de opinión, figuras políticas, del espectáculo e incluso trascendiendo fronteras.
Luego, lo que ya vimos. La sucesiva instalación de teorías, versiones y elucubraciones sobre el posible paradero del tatuador que se había solidarizado con la lucha ancestral mapuche. La ministra Patricia Bullrich en el Congreso cerrando filas con la fuerza encargada de la represión, los vaivenes del juez Otranto hasta su remoción, los titulares de diarios instalando insólitas versiones siempre en un mismo sentido, y el padecer de una familia que en ese trayecto perdió la confianza en todo.
El primer mojón en este conflicto fue la marcha organizada el 1° de septiembre, a un mes de la desaparición. Fue masiva en todo el país, pero también abrió el escenario al accionar de los bautizados “capuchitas”: los infiltrados.
En Córdoba ya habíamos tenido un aviso tres días antes, cuando durante una marcha contra la represión policial se provocaron inusitados desmanes que terminaron con vidrieras rotas y daños en los muros del Centro de la ciudad. Acción y reacción, a ello le siguió un procedimiento judicial sin precedentes en el período democrático, que por primera vez en décadas ordenó el allanamiento de una decena de sedes partidarias, con el insólito secuestro de banderas, materiales impresos, instrumentos, pancartas, entre otros.
Pero la movida mayor fue en la Ciudad de Buenos Aires, luego de que una multitudinaria y pacífica marcha terminara insólitamente en incidentes provocados por encapuchados. Esto desencadenó una furiosa represión por parte de las fuerzas policiales, la que incluyó bastonazos, gases lacrimógenos, carros hidrantes y una verdadera “cacería” de ciudadanos de a pie, entre ellos periodistas, fotógrafos y gente sin ningún tipo de militancia ni participación en los episodios.
En Córdoba ya habíamos tenido un aviso, luego de los “desmanes” provocados durante una marcha contra la represión policial. A ello le siguió un procedimiento judicial sin precedentes en el período democrático, que por primera vez en décadas ordenó el allanamiento de una decena de sedes partidarias”.
Tanto estos hechos como la manipulación de los datos del escrutinio, fueron copiosamente cubiertos por el programa televisivo Economía Política, conducido por el periodista Roberto Navarro, en el canal C5N. Sin embargo, antes de que se completara la tercera semana de septiembre, el canal del Grupo Indalo cambiaba de dueño y avanzaba en el despido de la principal figura televisiva de la oposición. Si bien el episodio despertó algunos tibios reclamos de parte de las entidades que nuclean a los periodistas, además de adhesiones y muestras de solidaridad de numerosos colegas, lo cierto es que desencadenó una sensación de orfandad entre la oposición, y cierto alivio en el oficialismo, luego de que se acallara una de las voces más “molestas”.
GIRO MEDIÁTICO
Una semana antes del ruidoso despido de Navarro, se dio otra situación hasta entonces inédita y que sin dudas comenzó a marcar el clima político, aunque no necesariamente en el sentido buscado por quien la protagonizó. Fue la entrevista que Cristina Fernández concedió al periodista Luis Novaresio para el sitio Infobae, transmitida exclusivamente a través de las redes. Dos horas de una charla intensa y llena de polémicas, en la que por primera vez la expresidenta se enfrentaba a los cuestionamientos que buena parte del periodismo y de la sociedad había deseado formularle durante su gestión.
Las lecturas que se hicieron de esa entrevista fueron múltiples, y cada sector de la política intentó llevar agua para su molino. Pero indudablemente se asistió a un escenario inédito, con la principal dirigente política de la última década dando cuenta cara a cara frente a un periodista que la cuestionaba.
¿Sumó votos Cristina con esa súbita presencia mediática? Difícil responderlo. ¿Perdió votos? Tampoco se sabe. Da toda la impresión de que más bien fidelizó, y si tal vez pudo “rascar” algo, puede haber sido de entre los votantes de Randazzo”.
Luego concedería otras entrevistas: Chiche Gelblung, Víctor Hugo Morales, Beto Casella, la Negra Vernacci, Gerardo Rozín. El cambio de la estrategia comunicacional fue palmario, proyectándose una Cristina más descontracturada, respondiendo preguntas profundas y de agenda pero también vanales, prendiéndose en humoradas y hasta devolviéndolas.
¿Sumó votos con esa súbita presencia mediática? Difícil responderlo. ¿Perdió votos? Tampoco se sabe. Da toda la impresión de que más bien fidelizó, y si tal vez pudo “rascar” algo, puede haber sido de entre los votantes de Randazzo.
Hasta ese momento, la campaña política fue más bien la ausencia de ella. Cambiemos logró retomar por el mango la agenda de la opinión pública y presentó como positiva la experiencia del Coloquio de Idea en Mar del Plata, donde primó el discurso en favor de la flexibilización laboral y la necesidad de recortar cuotas de poder a los gremios, en aras supuestamente de incrementar la competitividad. Ello en consonancia con el claro interés del gobierno por avanzar en su agenda legislativa post elecciones intermedias, en las que proyecta reformas en la legislación laboral, en el régimen jubilatorio y en el impositivo, entre otros ejes que maneja.
Quizás en un tono análogo, Córdoba también tuvo su “gran evento”, con la presencia de Barack Obama como figura estelar (e imán para selfies de políticos locales), durante la Cumbre de la Economía Verde, que reunió a una decena de representantes internacionales de primera línea. El mensaje, al igual que en Idea, fue bastante recurrente: la necesidad de alivianar la legislación ambiental con el fin de facilitar la inversión que nunca llega.
SHOW DE TROLLS Y EXABRUPTO DISNEY
En nuestra provincia, los esfuerzos de los dirigentes de Unión por Córdoba han parecido vanos para contrarrestar la oleada de votos que volverá a sacudir en el territorio más macrista de la Argentina, donde un candidato mudo, Héctor Baldassi, parece avanzar sin inconvenientes hacia una nueva y categórica victoria, al punto de entusiasmar a Cambiemos con una sexta banca.
¿La broma de Walt Disney habrá sido el “cajón de Herminio Iglesias” para Lilita Carrió? Así lo sostuvieron algunos analistas, aunque ninguno al punto de decir que peligraría su triunfo pasado mañana”.
Pero a una semana de las elecciones, cuando las encuestas mostraban una diferencia de uno o dos puntos en favor de un Esteban Bullrich (también mudo o silenciado a la fuerza) por encima de Cristina Fernández, estalló la opinión pública con la aparición del cuerpo de quien se presume es Santiago Maldonado. A ello le siguieron operaciones cruzadas de trolls y opinólogos, acusaciones de haber plantado el cuerpo, encuestas encargadas por el gobierno, la dolorosa conferencia de prensa de los familiares del tatuador, y el exabrupto de Elisa Carrió, bromeando sobre Walt Disney y la conservación del cuerpo entreverado entre las ramas subacuáticas del Río Chubut.
¿Habrá sido ése el “cajón de Herminio Iglesias” para la legisladora? Así lo sostuvieron algunos analistas, aunque ninguno al punto de decir que peligraría su triunfo pasado mañana.
Pasaron muchas cosas en diez semanas. Pero también se mantuvieron incólumes muchas otras. ¿Si se moverá la aguja en el nuevo escrutinio? Difícil responderlo en una Argentina cada vez más impredecible.
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