Cuando Santiago Loza pase su valija por el detector del aeropuerto de Berlín, entre su ropa podrán verse dos osos dorados, los dos premios que recibió su película Breve historia del planeta verde. Ganó por la Mejor Película y fue elegido por el público en la 33° Teddy de Berlinale, el más importante para el cine de temática LGTB. “Lo siento como un abrazo al equipo, a los que creyeron y acompañaron en un proceso súper complicado. Seguramente irán a parar a mi biblioteca junto a libros, premios y recuerdos”, le dice a ENREDACCIÓN desde la capital de Alemania. La entrega de los galardones fue el pasado 15 de febrero.
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La cinta es protagonizada por una chica trans, dos amigos de la infancia –una chica depresiva y un chico homosexual amante de la música electrónica- y un alienígena. Es una especie de travesía a pie por el Sur argentino donde los vínculos se fortalecen ante las adversidades. Según su director, el film asume varios riesgos: “En términos de producción, tiene un costo insignificante frente a otras películas que se muestran en el Festival de Berlín. Pero también riesgos estéticos, combina el humor con lo fantástico, la ciencia ficción y el melodrama”. Para el jurado que la premió, valió la manera en que se muestra lo ‘Queer’, “ya que impregna el relato, no se problematiza”, explica.
Los tres amigos en una escena de la película que se rodó en Tolhuin, Tierra de Fuego. Foto: Gentileza.
Es su tercera vez en el prestigioso Festival de Cine, el año pasado estuvo con Malambo. El hombre bueno y en 2013 con La Paz. Sin embargo, confiesa que esta fue la más intensa y los días que pasaron allí fueron, al mismo tiempo, hermosos y abrumadores. “Berlín es una ciudad que, por su pasado traumático, es un foco permanente de discusión política, eso también es el Festival. Queríamos estar porque sabíamos que La Berlinale tiene una mirada muy cálida a las diferencias de todo tipo. El público es abierto y el festival está entre los dos o tres más importantes del mundo”. La proyección del largometraje fue en la Sección Panorama y nunca imaginaron que la recepción sería tan buena.
Además de algunos miembros del equipo técnico, también viajó Romina Escobar, una de las protagonistas de la historia. “Ella se comportó y fue reconocida como una estrella”, cuenta orgulloso. “Me resultaba necesario que al personaje trans lo haga una actriz trans. Hace varios años había dado, junto a Selva Almada, un taller de escritura para la comunidad trans de la Cárcel del Ezeiza, y en ese momento me conmovió e inspiró conocer todas esas vivencias. Luego, cuando apareció la idea de hacer la película conocí a Romina y me pareció la compañera ideal, es una actriz increíble”. El elenco se completa con Paula Grinszpan y Luis Sodá.
La protagonista, Romina Escobar. Un hallazgo para Loza. Foto: Gentileza.
El cordobés empezó a filmar hace veinte años, cuando dejó Córdoba Capital para instalarse en Buenos Aires. Hoy cuenta diez largometrajes, la mayoría de ellos bien recibidas por la crítica y con distinciones en festivales nacionales e internacionales, como Cannes, Locarno y San Sebastián. También es escritor y dramaturgo. Por ejemplo, para teatro creó las piezas Nada del amor me produce envidia, Todo verde y Matar cansa, entre otras.
¿Qué querías contar en Breve historia del planeta verde?
Quería hacer una película sobre los vínculos, la unión intensa que tienen los outsiders, los que fueron humillados, despreciados, la manera de acompañarse y seguir. También es un tributo a un cine que vi en la infancia, mucho más Pop que el que luego fui valorando en la cinefilia. Un cruce de un cine de aventuras con otro más contemplativo y profundo. También el intento de hacer una película ‘Queer’ para todo público, accesible, poética y vital.
¿El premio tiene sus repercusiones en Argentina o ser reconocido en el exterior no significa mayor éxito en las salas nacionales?
No lo sé. La película tuvo una repercusión muy grande a nivel internacional. Va a viajar a Festivales y se estrenará en algunos países, eso sabemos hasta ahora. Lo que pase en Argentina es un misterio. La distribución y exhibición para el cine Argentino no industrial es complicada. Si sucede como con otras películas que hice antes, tendrá mucho recorrido internacional y un estreno acotado nacional. Pero espero que sea diferente.
Los que crecimos en los setenta y ochenta y nos sentíamos diferentes no sabíamos cómo nombrar la agresión. Ni que hablar si en ese momento se querías escribir o ser artista, la burla y el descrédito eran permanentes.
¿Es un momento difícil para el colectivo LGTB?
Sí, son tiempos oscuros. Me refiero a lo de Brasil y situaciones más cercanas. Hay un rebrote de odio, de homofobia, transfobia y racismo. Pero eso está acompañado por una reacción enorme de mucha gente que ya no tolera toda esa cultura machista y autoritaria. Me refiero a los movimientos feministas y también a las nuevas generaciones que tienen otra idea de la diversidad. Los que crecimos en los setenta y ochenta y nos sentíamos diferentes no sabíamos cómo nombrar la agresión. Ni que hablar si en ese momento se querías escribir o ser artista, la burla y el descrédito eran permanentes. Ahora a eso se lo llama Bulling, hay una palabra que lo define. Crecí en Córdoba, en un ambiente donde, en nombre de la religión, la moral y las buenas costumbres, se fomentaba el rechazo y desconfianza al diferente. Creo que todo eso va a cambiar porque es insostenible. Pienso en la figura de una escritora y actriz como Camila Sosa Villada, es crucial para pensar el presente y da una posible esperanza.
¿En qué aporta el cine a ese contexto?
En visibilizar. En acercar historias que no tomen al otro como un freak sino como un ser humano que tiene vivencias humanas. Alegrías y dolores.
¿Qué falta decir sobre el colectivo LGTB?
Tal vez que los personajes LGBT puedan ser parte de cualquier historia posible. Un policial, un drama, una comedia. Y no el personaje secundario que hace de payaso, de soporte gracioso de los protagonistas. Correrlos del cliché. Tal vez eso.
Nunca pude filmar en Córdoba. Cuando me fui en los noventa, era imposible hacer cine. Por suerte eso ha cambiado.
La película se filmó en Tierra del Fuego ¿en Córdoba tenés previsto rodar próximamente?
Tengo una relación compleja con Córdoba. Con una película anterior, hace mucho, tuve una reunión con un funcionario y no nos ofreció nada. Se terminó haciendo en Entre Ríos. Nunca pude filmar en la provincia. Mi vínculo cultural en estos años estuvo ligado a personas específicas, como Roger Koza, Guillermo Franco y el Hugo del Carril, Gabriela Halac y Documenta escénicas, y Emiliano Cárdenas, cuando era parte del Cine de Unquillo. También hubo una retrospectiva de obras de teatro en el Mercosur, donde participó Maxi Gallo, que ha hecho obras mías y está mi compañera de viajes y enorme actriz, Eva Bianco. Pero nunca hubo en todos estos años una propuesta de parte del algún organismo oficial ni de productores cordobeses para filmar o facilitar algo. Tal vez es por mi distancia. La gente de cine en Córdoba peleó por una ley, les costó mucho y es un logro enorme. Yo no soy parte de toda esa historia ni pertenezco a ese movimiento. Cuando me fui en los noventa, era imposible hacer cine desde Córdoba. Por suerte eso ha cambiado. Tal vez en el futuro pueda hacer alguna película allá, por ahora no se dio. Tengo afecto por algunos directores. Y por supuesto parte de lo que soy como persona y como director tiene que ver con la ciudad. Con el pasado. El más oscuro, pero también el más glorioso, haber visto cine, de todo tipo, con voracidad, en los cineclubs de los ochenta, pasar por La Quimera, El Cine Club Universitario, El Cine Teatro Córdoba, todos esos templos de auténtica salvación cinematográfica.
Sinopsis
Tras la muerte de su abuela, Tania, una transexual que actúa en las discotecas de Buenos Aires, recurre a sus amigos de la escuela, Pedro y Daniela, para realizar la misión que ha heredado. En su casa del pueblo, los espera el cuerpo de un extraterrestre con el que la anciana ha compartido sus últimos años y le pide que lo lleve de regreso a su planeta.
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