1) Proyección de cara a la elección de medio término del 2021. El estudio de Rouvier aporta un dato ilustrativo blando comparable con el dato duro de la elección del 27-O: a quién votarían si la elección fuera hoy. Alberto Fernández alcanza 51,1%, vs 31,2% de Macri (ver gráfico abajo). Lógicamente, al ser un estudio poselectoral no proyecta indecisos, pero si detraemos del cálculo quienes votarían en blanco o impugnarían para contar sobre votos válidos positivos (como sucede con los datos oficiales de una elección), Fernández alcanzaría 52,7% vs 32,2% de Macri. Comparando con el resultado de octubre, el Frente de Todos avanza 4,46 puntos porcentuales, mientras que Juntos por el Cambio cede 8,08 pp. Esto confirma, en la línea de lo que hemos visto en estudios anteriores, que el oficialismo viene creciendo en respaldo respecto a los votos que obtuvo en las elecciones generales de octubre de 2019, mientras que la principal fuerza opositora está más cerca del resultado de las PASO (32,94%) que de su caudal en octubre. Básicamente, está operando un efecto de “espiral del silencio” que repliega levemente su adhesión electoral, aunque en términos actitudinales ese 40% opositor está, como se expresa en diversas variables que venimos revisando.
De todos modos, se trata de una tendencia a seguir, no sólo porque se trata de un gobierno relativamente “nuevo” en términos de opinión pública, sino porque las elecciones de medio término tienden a ser instancias donde el voto se dispersa, a diferencia de lo que vimos en 2019, donde ya en las primarias de agosto el voto se polarizó a costa de las terceras fuerzas (la suma del Frente de Todos y Juntos por el Cambio alcanzó un 82,43% en las PASO y un 88,52% en octubre).
2) Variación intermensual positiva en los indicadores políticos. Si cotejamos los datos del estudio de Rouvier de febrero con el que la Universidad del Salvador (Udesa) publicó cuando la gestión Fernández cumplía su primer mes, vemos que la calificación negativa de la encuesta más reciente se ubica en el mismo orden de magnitud que la desaprobación de gestión de hace un mes: 39,2%-38%. La aprobación, en cambio, era del 50% según Udesa, casi 7 puntos porcentuales por debajo de lo que en febrero alcanzó el presidente en términos de imagen positiva (ver gráfico abajo).
Esto sugiere que, al menos por ahora, la desaprobación de gestión y la imagen negativa son variables alineadas y se mantienen en valores constantes, mientras que la aprobación de gestión y la imagen favorable pueden estar traccionándose mutuamente en sentido positivo.
Dato clave: la aprobación del gobierno de Alberto Fernández según Udesa experimenta una fuerte suba en el nivel socioeconómico (NSE) bajo, mientras que se mantiene relativamente estable en el NSE medio y cae sensiblemente en el ABC1 (ver gráfico abajo). Esto confirma la bisagra, dado que la gestión Cambiemos siempre fue percibida y sentida como más favorable hacia los sectores sociales altos, en detrimento de los más vulnerables.
Hay que tener en cuenta que el estudio de Udesa se basa en una muestra de 1.015 casos relevados entre el 17 y el 27 de enero de 2020 a mayores de 16 años y hasta 64, con conexión a internet en todo el país, lo que amerita una nota metodológica: aunque reporta un error muestral de +/- 3,15%, del análisis del informe se desprende que tiene un claro sesgo por nivel socioeconómico (NSE), originado en el método de recolección, ya que el uso de la web es mayor en los sectores altos y medios que en los bajos. Así, el NSE ABC1, que cuyo peso paramétrico (en el total de la población) es de 5%, en la muestra pesa 5 veces más: 25,1%. El C2, que pesa 15%, en la muestra está casi 10 puntos porcentuales arriba (24,7%). El C3 está correcto: 25% vs 25,1%. En cambio, los niveles bajos están subrepresentados: el D1, que pesa 35%, tiene un 16,7% en la muestra (-18,3 puntos porcentuales), mientras que el D2 pesa 20% y tiene apenas 8,3% en la muestra (-11,7 puntos porcentuales). ¿Cómo se corrigen esos sesgos? Ponderando los datos por NSE. Sin embargo, la corrección es parcial, dado que la muestra no incluye miembros del NSE más bajo, el E (marginal), que pesa no menos de un 5%. Por lo tanto, en rigor, el estudio no es representativo de toda la población, e incluir al nivel marginal seguramente mejoraría la aprobación del oficialismo.
Si comparamos el casi 57% de imagen positiva del presidente Alberto Fernández detectado por Rouvier & Asociados hacia fines de febrero, vemos que está muy cerca del 55% de imagen positiva reportado por la consultora Opinaia a fines de enero pasado, y que la negativa de 39,2% del estudio de Rouvier & Asociados coincide con la negativa del 40% de la encuesta de Opinaia (ver gráfico abajo). Así, la convergencia de diversos datos sugiere que hay consistencia en las tendencias señaladas.
Según ese estudio de Opinaia realizado entre el 20 y el 24 de enero sobre una muestra de 1.800 casos nacionales, el gobierno encabezado por Alberto Fernández tenía un 59% de imagen positiva (incluyendo allí la neutra positiva), versus 14% de negativa y 15% muy negativa (ver gráfico abajo). Es claro el punto de inflexión respecto al final de la gestión Macri, que sólo alcanzaba 35% de calificación positiva (en el orden de magnitud de los votos que obtuvo Juntos por el Cambio en las primarias de agosto, un 32,94%) versus 65% de imagen negativa.
Del mismo modo, ese 29% de calificación desfavorable para el nuevo gobierno está en el mismo orden de magnitud del voto obtenido por Mauricio Macri en las PASO de 2019: 32,94%. A su vez, se corresponde con el 35% que calificaba positivamente a Macri al cierre de su gestión. Es lo que podríamos tomar como núcleo duro de Cambiemos/Juntos por el Cambio.
3) Imagen de dirigentes. Poselecciones y cambio de gobierno, se afianza la ventaja de los dirigentes oficialistas y de quienes cumplen funciones ejecutivas por sobre los opositores y quienes vuelven al llano. Esto tiene que ver con el efecto de novedad, versus el desgaste relativo de los dirigentes asociados al gobierno saliente. De acuerdo a la encuesta realizada por la consultora Opinaia entre el 20 y el 24 de enero de 2020 sobre una muestra de más de 1.800 argentinos con un error muestral de +/-2,3%. En el Frente de Todos, el presidente lidera con 55% de imagen positiva, CFK alcanza 44% y Axel Kicillof 38%. En Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta alcanza 44%, María E. Vidal 45% y Mauricio Macri 38% (ver gráfico abajo).
El estudio de Udesa realizado en el mes anterior es el que mejor permite apreciar la tendencia de mejora en la imagen de los dirigentes oficialistas (Alberto Fernández, CFK) versus una tendencia decreciente entre los asociados al gobierno anterior (Mauricio Macri, María Eugenia Vidal; ver gráfico abajo).
4) Calificación de la situación económica. Según la encuesta de Opinaia realizada entre el 20 y el 24 de enero de 2020 sobre una muestra de más de 1.800 argentinos con un error muestral de +/-2,3%, la percepción de la situación económica sigue en terreno francamente negativo, con 66% de las respuestas. Con todo, el pesimismo viene cediendo respecto al pico registrado entre septiembre y noviembre de 2019 (75%): en diciembre de 2019 anotó 71% y en enero de 2020 volvió a descender hasta 66%, una baja de 9 puntos porcentuales estadísticamente significativa respecto al valor pico (ver gráfico abajo). Ese descenso no se traslada al optimismo, sino a la respuesta “regular”, cuya participación subió 10 puntos porcentuales desde septiembre y octubre pasados (de 20% a 30%).
Desde la perspectiva de los datos duros de la economía, aún no hay datos consolidados respecto de la actividad en el arranque del año, pues el Indec está cerrando los números de la evolución del PBI correspondientes al 2019. Sí existen otros indicadores, como el relativo a la recaudación impositiva asociada al mercado interno, que anotó en enero de 2020 una suba en términos nominales de 46,2% en relación a igual mes de hace un año atrás.
Sin embargo, considerando la inflación, este guarismo representa una caída en términos reales de 5,0%, reflejando un deterioro respecto de la trayectoria de meses anteriores. De todos modos, no se trata a priori de un dato preocupante, dado que hubo déficits en varios meses de 2019 (ver gráfico abajo) y gran parte de la consolidación fiscal relativa de los meses con superávit se logró a base de ajuste y postergación de pagos.
Asimismo, el resultado de enero de 2020 también debe leerse en el marco de que el pago de intereses cayó 27,8% respecto de la inflación, lo que se explica por el cambio del orden de prioridades del gasto público (ver gráfico debajo). Por otro lado, los ingresos nacionales, que comprenden a los impuestos destinados a la Administración Nacional y al Sistema de Seguridad Social, aumentaron un 40% en términos nominales en enero de este año, y los fondos transferidos a provincias subieron un 52% interanual.
Según Fundación Mediterránea, partiendo de un déficit primario de 0,44% de PIB en 2019 y computando un plus de 3 puntos en los derechos de exportación sobre el complejo sojero, surgen tres escenarios para el resultado primario de 2020: en caso que el gasto público por fuera de Seguridad Social y Subsidios Económicos aumente 10 puntos por encima de la inflación, el déficit primario pasaría a 0,68% del PIB; ese rojo se achicaría a 0,25% del PIB si aquellas erogaciones subieran igual que la inflación, pero podría darse un superávit primario de 0,18% del PIB, en caso que aquel segmento de gasto aumente 10 puntos menos que la inflación.
5) Expectativas socioeconómicas. Cuando pasamos de la calificación de la situación económica al análisis de las expectativas sobre la evolución de la economía, se detecta un optimismo módico, por debajo del 50% pero en tendencia ascendente: del 33% en el septiembre preelectoral de 2019 saltó al 40% en el diciembre poselectoral, y anotó 44% en enero pasado. La suba de 11 puntos porcentuales es estadísticamente significativa.
El pesimismo se mantiene constante, algo por debajo del 30%, mientras que la respuesta de estabilidad, que estaba cerca del 40% entre septiembre y noviembre, se acercó al umbral del 30% en diciembre pasado y enero de 2020 lo perforó, ubicándose en 27%. Esto implica que la mejora se da en términos de respuestas que pasan de la perspectiva estable a la de mejora, mientras que las opiniones pesimistas resisten.
Así, en conjunto tenemos expectativas económicas moderamente optimistas en ascenso, contra una evaluación pesimista de la situación en descenso. El riesgo del tipo “expectativas que suben por ascensor versus situación que mejora por la escalera” (que podría decantar en una desilusión a corto plazo) aparece acotado a tenor de estos datos.
Por su parte, la consultora Real Time Data (RTD) midió las expectativas de reactivación económica en dos segmentos de votantes polarizados: entre los del Frente de Todos, la expectativa optimista de reactivación suma 79%, con casi la mitad de las respuestas (48%) concentradas en una recuperación a uno o 2 años vista, mientras que el pesimismo llega a 15%. En cambio, entre los electores de Mauricio Macri, el pesimismo llega a 71% y el optimismo a apenas 9%; claramente, las percepciones en esta materia resultan atravesadas por “la grieta”.
Los votantes del oficialismo tienen esperanzas de mejora, no urgentes, mientras que los de la principal fuerza opositora no abrigan esperanzas (ver gráfico abajo). El estudio de RTD se basa en una muestra de 1.001 casos relevados entre población mayor de 18 años del 16 al 27 de enero de 2020.
Según el Monitor de Consumo de la misma consultora, 5 de cada 10 habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) creen que su economía hogareña está mal y ha empeorado en los últimos seis meses (ver gráfico abajo).
En tanto, según la encuesta realizada por la consultora Rouvier & Asociados sobre una muestra de 1.200 electores argentinos relevada entre el 27 de enero y el 1 de febrero de 2020 de manera telefónica, las expectativas económicas vienen con tendencia ascendente desde noviembre pasado: después del resultado de octubre crecieron 4 puntos porcentuales, subieron 9,4 puntos porcentuales en el mes de cambio de gobierno y anotaron una leve suba de 2,5 puntos porcentuales entre diciembre y enero. Aunque en algunas mediciones intermensuales la variación no es estadísticamente significativa, en el acumulado poselectoral se trata de casi 12 puntos porcentuales: 11,9 para ser exactos (ver gráfico abajo).
Una aproximación alternativa el tema expectativas es la que ensayó la consultora Marketing y Estadística sobre una muestra de 1.600 casos mayores de 16 años entre el 5 y el 10 de febrero. Un 52% se muestra muy de acuerdo o de acuerdo con que Alberto Fernández logrará revertir la actual situación económica del país, vs un 38% que está algo en desacuerdo o en desacuerdo con esa frase; 10% ns/nc. El 52% optimista está en el orden de magnitud del resultado obtenido por el Frente de Todos el 27-O (48,24%), mientras que el 38% pesimista está en el orden de magnitud del resultado obtenido por Juntos por el Cambio (40,28%). Ese clivaje político y sociodemográfico se confirma al analizar optimismo vs pesimismo por edad: entre jóvenes y adultos jóvenes (segmentos etarios donde el Frente de Todos es más fuerte) el optimismo oscila entre el 65% y el 56%, mientras que entre los adultos mayores de 60 años (donde Juntos por el Cambio es más fuerte) el pesimismo supera el 50% (ver gráfico abajo). De todos los cruces realizados en la muestra, el etario es, por lejos, el más nítido para estratificar actitudes, por encima de las variables género y nivel de estudios.
Por otro lado, ese estudio también midió los tiempos esperados de salida de la crisis. Un 10% respondió por un plazo menos de 2 años, lo que implicaría ver mejoras cerca de la fecha de las elecciones de medio término de 2021; 14% respondió 3 años, y 9% 4 años, es decir, al cierre de este mandato de Alberto Fernández en 2023. Un 6% dio un plazo de 5 años, mientras que 19% respondió entre 6 y 10 años y 31% más de 10 años. Agrupando las respuestas, tenemos un 33% que caen dentro de este período presidencial y 56% que lo exceden, con 10%. El dato implica una expectativa módica en términos temporales, lo cual refuerza nuestra interpretación anterior de un optimismo moderado que podría ser beneficioso para el oficialismo en el sentido de conjurar el riesgo de un desaliento, ya que la tolerancia temporal se puede capitalizar mejor que la urgencia por ver resultados.
6) Agenda social de problemas/demandas versus agenda del gobierno.El citado estudio de Opinaia muestra una baja de la economía en el inicio del año versus una suba de la corrupción, que podría atribuirse a la creciente difusión de casos sospechados en el gobierno saliente de Macri. Los demás problemas aparecen estables, con variaciones estadísticamente no significativas (ver gráfico debajo). De todos modos, la agenda socioeconómica sigue siendo la predominante: economía+inflación+pobreza+desempleo alcanzan 59% del total de menciones.
En comparación con la agenda de problemas percibida el mes anterior en la medición de Zuban Córdoba/Focus Market, vemos que inflación, corrupción y pobreza también estaban al tope de las menciones (ver gráfico abajo).
Cuando se miden las acciones del nuevo gobierno, también ocupan un lugar destacado en las valoraciones aquellas más ligadas a lo socioeconómico. El bono para jubilados es la que tiene mayores niveles de acuerdo según Udesa: 82% (suma de 60% muy de acuerdo + 22% de algo de acuerdo). Le sigue el aumento de becas al Conicet (82%, pero con menos intensidad de acuerdo), congelamiento de tarifas (79%), doble indemnización por despido (71%), exenciones impositivas para Pymes (72%), la renegociación de la deuda (66%), distribución de la Tarjeta Alimentaria (58%). Luego, hay dos medidas que rondan el 50% de acuerdo: decreto de nuevo protocolo de la ILE (51%) y aumento de retenciones a la soja (47%). El lote se cierra con 4 medidas que tienen más desacuerdo que acuerdo: el impuesto del 30% a la compra con tarjeta de crédito en el exterior (57% de desacuerdo acumulado), el impuesto del 30% a la compra de dólares (55% de desacuerdo acumulado), la suspensión de la movilidad jubilatoria (49%) y dejar de controlar el DNI en estaciones de trenes (67%, aunque esta es una medida de impacto reducido al área metropolitana; ver gráfico abajo).
Si comparamos estos datos con mediciones anteriores de las acciones más valoradas de la nueva administración, se detectan recurrencias: en Opinaia también sobresalen el congelamiento de tarifas, la doble indemnización y la Tarjeta Alimentaria, mientras que la suba de retenciones, el impuesto del 30% al dólar turista y la suspensión de la movilidad jubilatoria son las percibidas de manera menos favorable (ver gráfico abajo).
Del mismo modo, en la encuesta de Zuban Córdoba/Focus Market de enero 2020 aparecen con valores más altos el congelamiento de tarifas, el bono a jubilados, precios cuidados, plan contra el hambre, aumento a privados y Tarjeta Alimentaria, y con valores más bajos la suspensión de los aumentos automáticos a jubilados, 30% al dólar y aumento de retenciones al campo (ver gráfico abajo).
En la misma línea, el estudio de Circuitos de enero de 2020 muestra entre las medidas percibidas como más beneficiosas al congelamiento de tarifas y el bono a jubilados, y entre las más perjudiciales a la suspensión de la movilidad jubilatoria, la suba en bienes personales y el 30% al dólar turista (ver gráfico abajo).
Finalmente, la encuesta de D´Alessio Irol/Berensztein de diciembre 2019 (ver gráfico abajo) también destacaba entre las más positivas a las exenciones para Pymes, el bono a jubilados, el congelamiento de tarifas y la doble indemnización, y entre las menos positivas a la suba de retenciones, el impuesto del 30% al dólar turista y para atesoramiento y la suspensión de los aumentos automáticos para jubilaciones. En resumen, de las diversas encuestas tenemos una matriz que muestra a un gobierno que por NSE se orienta hacia los sectores sociales más vulnerables y capitaliza ese sesgo en las tendencias de opinión pública, consolidando una impronta que lo distingue claramente de la gestión Macri. Así, mas allá de los matices en las maneras de medir y la representatividad muestral en los distintos estudios, emerge un núcleo de coincidencias básicas en cuanto a la valoración de las medidas de la nueva gestión.
7) Inflación.Un dato duro clave del mes fue la inflación de enero, medida por el Indec: el IPC arrojó 2,3% en enero de 2020, el guarismo más bajo del último semestre, cercano al piso del 2019 (2,2% en julio) y 1,4 puntos porcentuales por debajo de diciembre de 2019 (3,7%; ver gráfico abajo). Se trata de una señal positiva aunque no puede hablarse aún de desinflación, dado que hay factores estacionales que no permiten dar por descontado que esa baja sea sustentable en el tiempo. Por un lado, está el tema del congelamiento de tarifas (en los distritos en los que no opera la inflación provincial fue mayor, como es el caso de Córdoba), la relativa estabilidad del tipo de cambio y otros factores propios de diciembre (asignaciones y bonificaciones propias de ese mes) que no operan durante enero. Además, en el rubro Salud, en enero un acuerdo del gobierno con los laboratorios ayudó a bajar medicamentos. Sin embargo, no deja de ser cierto que en enero también volvió el IVA a productos de la canasta de alimentos, rubro que subió al 4,7% (y, como se sabe, incide más en la canasta de los sectores sociales más vulnerables). En resumen, buena señal, pero sin duda la inflación sigue siendo un tema a seguir.
El Indec también publicó el índice de precios mayoristas. Al igual que el IPC minorista, se redujo fuerte en enero y marcó el menor nivel en 6 meses (ver gráfico abajo).
De todos modos, la percepción de la inflación aún es elevada. Pese a que enero arrojó un aumento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de 2,3% según los datos duros del Indec, en los datos blandos perceptivos de las encuestas la inflación sigue siendo una preocupación: la misma encuesta de Rouvier & Asociados arroja que para un 57,2% de los electores argentinos los precios de los productos de la canasta básica aumentaron respecto a diciembre de 2019, vs apenas 10,1% que percibe bajas, 16,3% que cree que se mantienen igual y casi la misma proporción de ns/nc (ver gráfico abajo).
Para febrero, las expectativas oficiales y privadas pasan por que se confirme la desaceleración inflacionaria. De acuerdo con el IPC-OJF (GBA) relevado por la consultora Orlando Ferreres & Asociados, la inflación de febrero fue de 1,9%, lo que implicaría (de confirmarse con los datos duros del Indec que se publicarán a mediados de marzo) la menor inflación mensual en más de 2 años (ver gráfico abajo).
En la misma línea, según el IPC-GBA que elabora la consultora Ecolatina la inflación continuó desacelerándose en febrero, aunque la dinámica en Alimentos y bebidas (rubro de gran peso en la canasta de consumo de los sectores más vulnerables) sigue elevada (ver gráfico abajo).
9) Mejora relativa en la actividad industrial. Luego de un año recesivo, la producción industrial arrancó enero con una mejora del 4,8% en comparación con igual período de 2019, aunque aún resulta “prematuro” proyectar un cambio de tendencia, estimó la fundación Fiel. Los sectores que mostraron en el inicio del año los mejores rendimientos fueron: la producción automotriz (39,2%), químicos y plásticos (14,6%), metalmecánica (5,6%), papel y celulosa (2,5%), insumos textiles (2%), el proceso de petróleo (0,9%) y los alimentos y bebidas (0,5%), siempre en comparación con enero de 2019. Por el contrario, los despachos de cigarrillos retrocedieron 5,4%, mientras que la producción de minerales no metálicos lo hizo 5,8% y la siderurgia 11,1%, sobre la misma base de comparación. Según el Indice de Producción Industrial (IPI) de Fiel, en términos desestacionalizados, avanzó 1,2% en enero respecto del mes anterior. “Sin embargo, la industria continúa mostrando un panorama de debilidad manteniéndose la condición de estancamiento. En el corto plazo el interrogante que se plantea es la sostenibilidad de los resultados de frágil recuperación observados en diciembre y enero”, agregó la entidad. Señaló que “en este escenario es prematuro establecer el impacto neto sobre la actividad industrial ‐a través del consumo‐ de las políticas de redistribución de ingresos implementada por el gobierno nacional”. “Inversiones y exportaciones han quedado momentáneamente relegados como ejes prioritarios de la recuperación industrial”, advirtió. Para la entidad, el IPI registró en 2019 un retroceso de 4,6% respecto al 2018, encadenando dos años de contracción. “El escenario de caída generalizada de la actividad de fines de 2018 no se modificó a comienzos de 2019. En meses sucesivos sin embargo comenzaron a observarse mejoras interanuales en ramas puntuales como la producción de alimentos y bebidas y en la refinación de petróleo”, estimó. En 2019 el ranking de crecimiento sectorial fue liderado por la refinación de petróleo que avanzó 1,3% respecto al año anterior e interrumpió tres años de retroceso. Del mismo modo, luego de mostrar tres años de contracción, el sector de alimentos y bebidas acumuló una mejora de 1,1% respecto a 2018.
Profundizando el análisis de este punto, CAME publicó el índice industrial PyME para enero 2020, que insinúa una reversión del proceso recesivo. La producción casi neutralizó la caída y el número de PyMEs con rentabilidad positiva fue el mayor en 22 meses (ver gráfico abajo). Se trata del segundo mes consecutivo de mejora, y el indicador comienza a volver a los niveles previos a la corrida cambiaria de abril-mayo de 2018.
En la misma línea, en enero de 2020, las expectativas de las PyMEs industriales de la Provincia de Buenos Aires para el primer trimestre mostraron una tenue mejora, aunque no llegan a significar aún un cambio de tendencia. El 70,4% de los empresarios de dicho segmento esperan una disminución en el nivel de ventas, lo que son siete puntos porcentuales menos que en el relevamiento del mes pasado. Las expectativas referidas a la utilización de la capacidad instalada también mostraron mayor optimismo: el 55,9% de los industriales bonaerenses PyME espera una disminución, frente al 65% del relevamiento del mes anterior. Con respecto al empleo industrial, también de cara al primer trimestre del año, un 52,3% de los industriales prevé reducir la dotación de personal, mientras que el 1,8% espera contratar más trabajadores.
10) Crece la confianza del consumidor. Respecto a febrero de 2019 (interanual) la confianza de los consumidores sube 18,6%: pasa de 36 a 42,7 (ver gráfico debajo). Así, se acerca a los niveles de febrero de 2018, antes de la crisis cambiaria y la posterior aceleración inflacionaria que se desató entre abril y mayo de 2018. De sostenerse la mejora, podría favorecer la recuperación del consumo interno y la actividad a las que apuesta el nuevo gobierno. La baja de 0,7% intermensual (respecto a enero) no es estadísticamente significativa y resulta menos relevante a los fines del análisis que la mejora interanual, que además sí es estadísticamente significativa en términos de estacionalidad.
Finalmente, profundizando el análisis de este punto, cabe destacar que más de 2.280.000 de argentinos viajaron por todo el país en los cuatro días del reciente carnaval, un 3,6% más que el año pasado, según los datos duros de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came; ver gráfico abajo). La cifra se configura como el mejor registro de los últimos 4 años en ese indicador de consumo interno.
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