El pasado jueves, Matías del Federico fue un espectador más de la función de Para Anormales en el Teatro María Castaña. Aunque su nombre aparece en la marquesina como autor de la obra, él prefiere observar desde la butaca. “Me encanta ver cómo cada elenco le pone su impronta, cada director su mirada al texto y ver las distintas respuestas del público”, le comenta el dramaturgo a ENREDACCIÓN durante su visita por Córdoba.
No es la primera vez que un elenco cordobés pone en escena uno de sus textos, ya habían estado en la cartelera del circuito teatral, Casados sin hijos y Bajo terapia, su primer éxito y con la que llegó veinte países del mundo.
Matías nació en San José de la Esquina, un pueblo santafecino de siete mil habitantes, donde cuenta hay dos salas de teatro. Uno de ellos es de su familia, que tiene sangre teatral desde su abuelo Dino del Federico. A sus 39 años, mantiene una “doble vida” con Buenos Aires. Durante la pandemia estuvo en Santa Fe, pero en Capital Federal ya comenzaron los ensayos de una nueva obra, en la que comparte otra vez la dramaturgia con Daniel Veronese, y pronto viajará para participar del puesta. Se llama “Los amigos de ellos dos”, se estrena en noviembre en el Teatro El Picadero y, como sus antecesoras, trata sobre cosas de la vida desde los ojos del humor.
En Para Anormales un grupo de padres quiere echar de la escuela a un nene con Síndrome de Asperger; Casados sin hijos aborda las presiones sociales sobre la paternidad; y Bajo terapia, la realidad de las parejas y las problemáticas adultas.
Cuando vas a una función de tu obra, ¿aportás como autor o vas como espectador?
Estoy ligado al teatro desde distintas funciones, en mi pueblo en el teatro familiar he hecho desde actor a iluminador, entonces entiendo que el teatro, una vez que el autor escribió la obra, finalmente es de los actores y del director. Lo tengo muy claro, así que cuando voy a ver las versiones voy como espectador y desde ese lugar siempre. Me gusta que cada uno tome como propia la obra.
¿Por qué escribir sobre estos comportamientos y situaciones sociales?
Escribo sobre cosas cotidianas porque es lo que más surge escribir. Si bien como espectador consumo diferentes estilos, me gusta escribir sobre lo humano, cosas más cercanas y a través del humor, a veces un poco más acido o negro, como el de Para Anormales. Me gustan las situaciones incomodas, arriesgarse desde ese lugar. Tratar con humor esos temas actuales es delicado, pero es mi forma. Más que nada es eso que temática me impulsa a escribir con entusiasmo. Las veces que he intentado escribir sobre otras temáticas que no me tocaban tanto, me costó más, entonces intento ser leal al impulso de la escritura
¿Qué poder tiene el humor?
Como espectador siento que con el humor logro concentrarme más en lo que estoy viendo o leyendo. Intento generar eso a través de las obras. Me da la sensación que contar un drama desde el humor puede generar que alguien se interese más, que se conecte más que si lo cuento como una tragedia. En el caso de Para Anormales, contar como drama que unos padres están queriendo echar a un compañerito del colegio de sus hijos, si no es mirado con humor, aunque sea grotesco, sería muy difícil de soportar como espectador. Se pueden contar cosas serias a través del humor, por eso me atrae.
Bajo terapia fue un éxito en la calle Corrientes de Buenos Aires donde se ven muchas adaptaciones de piezas extranjeras ¿qué tiene de diferente una dramaturgia local?
En la escritura, más allá de que las temáticas sean universales, que por eso se han hecho en otros lugares, tienen una impronta local. La forma en que hablan los personajes o la forma de comunicarse entre ellos, es algo muy cercano, porque lo escribo muy argentino. Lo importante de Bajo terapia fue el concurso que ganó. Se trata de “Contar”, una idea de Argentores, de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y de la Asociación Argentina de Actores, de acercar al autor argentino al teatro comercial de Buenos Aires, que en general ofrece más que nada obras extranjeras, que funcionaron en otras partes del mundo. Es interesante para que haya obras de autores argentinos en el teatro comercial, porque por más que las temáticas sean universales, hay cercanía en el texto y permite que el autor esté en los ensayos.
¿Vas a los ensayos?
Sí, trato de estar en todos, incluso los actores me cargan porque mi trabajo en si ya terminó, no hace falta que esté. Estoy más desde la pasión, quieto, callado, mirando el ensayo, desde un lugar en el que sé que la pieza es de los actores y del director. Me gusta ver como el texto se va puliendo o acomodando a los actores, a lo que pide la puesta, está bueno que pasé porque el teatro no es literatura, hay que probarlo todo en el ensayo. Me sirve como escritor ver qué partes se fueron modificando, está bueno poder trabajar así.
¿Cómo ves el teatro de Córdoba y de otras provincias?
Hay mucho y muy buen movimiento teatral. Siempre vemos las cosas malas que tenemos, pero en Argentina el teatro a nivel país es algo bueno. También pasa en las provincias, veo muchos grupos, no solo en Córdoba. Hay mucho teatro, mucha pasión, mucha entrega, mucha calidad. Además, el argentino es muy teatrero, también porque hay una impronta en las distintas provincias que genera que el espectador vaya al teatro. El teatro es una de las cosas por las que nos podemos sentir orgullosos.
Sinopsis de Para Anormales
Un grupo de padres que pretende echar del curso a un compañero de sus hijos que tiene Síndrome de Asperger. La directora se une a ellos y entre todos arman una estrategia para comunicarle la noticia a la madre del chico. Cuando la expulsión parece inevitable, un giro inesperado modifica los planes y la reunión se transforma en un caos interminable hasta el final. “Para Anormales” es una comedia sobre la discriminación y la falta de empatía.
Elenco: Silvina Ruiz, Gastón Delprato, Mariana Reina, Guadalupe Urbano, Lucia Brunello y Fabian Spinotti.
Dirección: Victor Juncos.
Texto: Matías del Federico y Daniel Veronese.
PARA AGENDAR
Última función, jueves 30 de septiembre, a las 21 horas, en Teatro María Castaña, Tucumán 260.
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