Muchas veces desde algunos sectores se intenta deslegitimar a lar organizaciones sindicales. Para ello se construye en el inconsciente colectivo una idea bastardeada de lo que representan y la tarea que cumple. Los grandes medios generalizan situaciones particulares y se replican supuestos poniendo ciertos prejuicios en un falso sentido común.
Nada es inocente y en la lucha de intereses y deseos, se ambiciona con la no existencia de las instituciones gremiales. Está más que claro que, de ser así, se allanaría la posibilidad para llevar adelante la idea de construir un país donde los poderosos son aún más poderosos y los trabajadores meros sujetos descartables, sin ningún tipo de derecho; atados a la buena voluntad del gerente de turno.
La situación actual de nuestro país dista mucho de ser buena, si hacemos un cuadro comparativo, el poder adquisitivo de los trabajadores no es mejor que hace diez años, así y todo, muchos siguen discutiendo y haciendo énfasis en el “costo laboral” y las desventajas que se tiene en el crecimiento del país.
Existe una manía de recorte en algunos dirigentes políticos. Su falta de ingenio no les permite pensar un país o una salida que busque el aumento de la producción de bienes, impulsando a las industrias para que con ese valor agregado convierta a la Argentina en una nación que exporte más y que ese aumento en la balanza comercial se conviertan, tanto en ganancia para el empresariado, como en mejores salarios y más trabajo para el pueblo argentino.
En este marco, donde el país pretende salir de una situación de crisis de deuda, los trabajadores deben tener una voz que hable por ellos, sino quien reclamará y luchará por una mejora en su situación actual o por mantener al menos un poder adquisitivo para que no sea comido por la alta inflación.
Recientemente hubo una mejora en relación al impuesto a las ganancias, subiendo nuevamente el mínimo no imponible y modificando las escalas. Eso es una respuesta al pedido de muchos gremios organizados como el nuestro, que están permanentemente reclamando en contra de ese impuesto abusivo. Sin esa voz de los trabajadores y negociaciones permanentes, nadie se molestaría en reacomodar algunas situaciones, como la citada.
La dispersión, la falta de unidad y de representatividad, es el objetivo común de aquellos que les molesta que el trabajador reclame, que diga esto no es justo. En lo particular somos un sindicato responsable, cuyos trabajadores y trabajadoras que lo conforman, tienen en claro sus obligaciones y la importancia que implica su tarea diaria y es así que actúan en consecuencia. Cumplimos nuestras obligaciones y partiendo de ello es que reclamamos por nuestros derechos.
* Por Máximo Brizuela, secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).
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