La vida del peón de taxi (mujer y hombre), no es para nada fácil. En su mayoría, deben trabajar más de ocho horas diarias (son las que fija su propio Convenio Colectivo de Trabajo), para poder llevar día a día el pan a su casa. Con elevadas y bajas temperaturas, con clima muchas veces adverso, en horario matutino, diurno y nocturno, trabajan.
Sus ingresos, no logran en la mayoría de los casos, alcanzar los números de la canasta básica total que informa el I.N.D.E.C., en nuestro país.
Es por esta razón, se debería comenzar a buscar a través de distintas herramientas legales, garantizarles una vida digna tal cual la tienen el resto de los trabajadores argentinos con ingresos adecuados, y que les permiten acceder a su vivienda, alimento, cobertura médica, transporte, vestimenta, educación para los hijos, entre otras cuestiones más.
La República Argentina debe garantizarle a quienes trabajen, el derecho a la movilidad social ascendente.
Pero sin lugar a dudas, las trabajadoras y trabajadores de este sector, junto a las autoridades del Sindicato de Peones de Taxi de Córdoba (Héctor Miguel Arias, que es su Secretario General) por ejemplo, iniciaron un fuerte plan de luchas frente al desembarco en Córdoba -por encima del Estado municipal, de la normativa vigente, y hasta desobedeciendo un fallo judicial-, de una empresa estadounidense que proporciona a sus clientes, vehículos de transporte con conductor, a través de una App que ofrecen un servicio de transporte a particulares.
El plan de luchas llevado adelante por este sector, acompañado incondicionalmente por una ejemplar dirigencia sindical (como es la citada anteriormente); se caracterizó por ser continuo, perseverante, diseñado desde las bases, con objetivos concretos, y por sobre todo respetando al ciudadano que, en definitiva, es el usuario habitual del taxi.
Se luchó en defensa de los puestos de trabajo, de los derechos y las conquistas adquiridas, contra la flexibilización laboral que se pretende instalar en este trabajo, y contra intereses poderosos extranjeros y de quienes hacen lobby a esta App.
El objetivo hasta ahora se alcanzó, por una dirigencia sindical que respondió exclusivamente a sus propias bases (respetando siempre lo resuelto en asamblea), y por su independencia de la política partidaria.
El propio intendente municipal y varios de sus funcionarios, manifestaron públicamente que esta App, es ilegal en Córdoba.
El primer fallo judicial al respecto, ordenó suspender el funcionamiento de esta App, en Córdoba.
El Concejo Deliberante, resolvió aumentar (volviendo a la correspondiente disposición que anteriormente así lo fijaba), las multas para aquellos vehículos particulares que hagan transporte ilegal de pasajeros en la ciudad de Córdoba.
Todo esto nuevamente demuestra que cuando un gremio está unido, y con una organización sindical que está a la altura de las circunstancias, los resultados son indiscutibles, y no existen las excusas.
Este es un ejemplo, que deberían seguir ciertas actividades y organizaciones sindicales de Córdoba y del país, a las que desde hace tiempo y a través de diferentes formas les vienen flexibilizando las condiciones laborales, les ajustaron sus salarios (hay quienes hace años no tienen paritarias), avanzaron sobre los derechos, sobre las conquistas de trabajadoras y trabajadores, y hasta sobre la historia de la propia organización sindical (casi bastardeándola).
En algún momento me pregunté como un ciudadano más, en dónde estaban todos los sindicatos de Córdoba, que no acompañaron y se solidarizaron personalmente con los peones de taxi en esta lucha.
¿Se acabo la solidaridad entre los gremios? Hoy les toca a ellos… pero mañana van a golpear tu puerta también.
En lo personal deseo manifestar todo mi apoyo, mi solidaridad y mi felicitación a todos los peones de taxi de Córdoba y a las autoridades del Si.Pe.Ta.Co. Córdoba, por demostrarnos a todos los cordobeses y cordobesas, que el sindicalismo de las bases, es decir el de Agustín Tosco, de Atilio López, de René Salamanca, de Saúl Ubaldini, entre otros, en Córdoba todavía sigue vivo y aún presente.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado laboralista.