Las medidas sanitarias de la pandemia que atravesó el planeta calaron profundamente en la subjetividad de las personas y una de las expresiones visibles es la revalorización de la libertad ante lo que fueron las restricciones de circulación. Es posible identificar, también, la expansión social de discursos que expresan la necesidad de disponer del tiempo, disfrutar del espacio público e (ilusoriamente) de consumir a niveles que perduran en la memoria y corresponden a tiempos de los gobiernos kirchneristas (1).
En este sentido la disputa por representar las ideas liberales o lo que una porción de la sociedad imagina como libertad es el desafío de quienes se ofrecen para ocupar los cargos de gobierno. Pero ¿qué es la libertad?
La libertad es simplemente una relación de poder relativa a adquirir un mayor control propio para tomar decisiones. Por contrapartida es depender menos de Otros para disponer de nuestro tiempo, espacio; y en la versión neoliberal de nuestras pertenencias. Es ser más un sujeto con derechos y responsabilidades, a ser un objeto al que Otros, el Estado, el mercado, el contexto social impone o determina su tiempo, espacio y pertenencias.
Es una tensión nunca determinada o resuelta definitivamente, por tratarse de una relación social, política, económica, cultural y ambiental. La libertad siempre es relativa.
Pensar y ejercer la libertad requiere considerar ¿puede alguien ser libre sin un espacio dónde vivir? ¿se puede ser libre viviendo en un ambiente contaminado o carente de condiciones de salud? ¿Se puede ser libre si no se dispone de potestad sobre el propio cuerpo? ¿Se puede ser libre sin la posibilidad de opinar, de decidir, reclamar y peticionar a las autoridades estatales?
En la vida social no existen vacíos y la libertad es un valor significativo que se concentra o se distribuye. Para que algunes tengan más libertad, otros deben tener menos. Es eso de que mis derechos terminan, dónde empiezan los de los demás.
El Estado en democracia es a quienes ya no cuentan con otra opción, a quien pueden recurrir para demandar sus cuotas de libertad (o derechos), es éste quien puede equilibrar y distribuir equitativamente. En el estadio neoliberal del sistema económico en el que vivimos (por elección hegemónica) es el “mercado” (personas que cuentan con altas cuotas de toma de decisiones y que incluso pueden condicionar al Estado y sus gobiernos) quién puede concentrar riquezas y someter a quienes carecen. Cuando en el territorio no hay Estado que regule la voracidad del mercado, ni actores del mercado con criterio de sociedad e identificación colectiva con la nación, son las prácticas violentas propias de las mafias quienes se ocupan de distribuir la (relativa) “libertad”.
En momentos históricos como los que nos toca atravesar, caracterizado por carencias económicas y la liberación mercantil de servicios, mercancías y hasta derechos asociado a la falta de control del Estado, las consecuencias son la falta de libertad ¿alguien puede creer que las empresas nos brindan libertad cuando su finalidad es la ganancia? ¿Qué portar armas “libremente” nos brindara seguridad a quienes no las usamos? ¿Qué quitar subsidios a los servicios nos posibilitará pagar menos a las mayorías? ¿Qué flexibilizar las leyes de protección laboral nos brindarán más y mejores condiciones de trabajo?
Depositar las esperanzas en alguien, nos libera de la responsabilidad de decidir, nos convertimos en cosa, en objeto, renunciando a nuestras porciones de libertad.
Carlos Taibo (2), es un escritor y editor español, profesor de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid entre los años 1990 y 2018, especialista en estudios de las transiciones políticas, sociales y económicas en los países de la Europa Central y Oriental y de los Estados postsoviéticos y experto en relaciones internacionales, movimientos sociales (como el 15M o el movimiento anarquista), decrecimiento y sobre el colapso. Es un intelectual anarquista, quien ha publicado recientemente un libro que se titula “Ecofascismo” (3). En su libro hace un recorrido histórico recuperando las ideas del partido Nazi, en la que los seguidores de Hitler recurrieron a ideas ecologistas y a la democracia para luego cometer uno de los genocidios más criminales de la historia de la humanidad.
El texto alerta sobre los peligros del ecofascismo en estos tiempos de crisis climática y civilizatoria. Promoviendo una tesis en la que las elites (o la casta como menciona uno de los candidatos a la presidencia) buscará preservar para una minoría los recursos mundiales.
Enmascarando una ideología que parte de la certeza del cambio climático, aunque en los discursos se la niegue y del agotamiento de todas las materias primas energéticas, que nos llevaría a una nueva forma de fascismo para preservar para una minoría selecta los recursos mundiales visiblemente escasos a través de políticas de carácter fundamentalmente represivo.
El ecofascismo surgiría en el seno de los principales poderes políticos y económicos. Una de las medidas a tomar sería subordinar, en la versión blanda, y exterminar, en la más dura, a lo que se entiende que serían poblaciones sobrantes en un planeta que habría roto visiblemente sus límites.
Sin embargo, Taibo identifica algunas acciones para hacer frente al escenario de ecofascismo: decrecer, desurbanizar, destecnologizar, despatriarcalizar, descolonizar, descomplejizar y desmilitarizar. Nos animamos a proponer una más: democratizar. Entendiendo que esta acción implica superar la visión de la participación en la elección de la población, por el contrario, implica participar activamente en la gestión, control y planificación de nuestros territorios como espacios de contención de la vida, en diversidad e interrelación de las diferencias.
La libertad no avanza, lo que parece avanzar es la renuncia a ser sujetos constructores de nuestro destino. Avanza la necesidad de encontrar un mesías que nos salve de lo que avizoramos con miedos, avanza la renuncia a la libertad que tanto se añora.
Aún estamos a tiempo de transformar el destino, participemos haciendo ecopolítica, que no es ni más ni menos que construir una casa común haciéndonos cargos de nuestro presente y nuestro destino.
* Darío Gómez Pucheta es licenciado en Trabajo Social y Doctor en Administración y Políticas Públicas.
CITAS:
(1): Infobae: Más que una década perdida: el PBI per cápita argentino retrocedió al nivel de hace 14 años: https://www.infobae.com/economia/2021/02/13/mas-que-una-decada-perdida-el-pbi-per-capita-argentino-retrocedio-al-nivel-de-14-anos-atras/
(2) Carlos Taibo. https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Taibo
(3) Taibo, C. (2022): “Ecofascismo: una introducción”. Madrid: Los libros de la catarata.
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Juan Carlos Argento
10 julio, 2023 a 22:35
Recuerdo a Mario Pereyra en Cadena 3, ofuscado por las restricciones de movimiento en pandemia. Dijo que el presidente era peor que Pinochet. “Pobrecito Pinochet” lo pequeño que quedó al lado del dictador Fernández. Meses después falleció por Covid, ejerciendo su libertad.