Parece una palabra más, pero es un concepto mucho más amplio.
Es convertir, transformar, darle forma, permitir que nazca. También es dar el ejemplo, ponerlo en juego; facilitarle las cosas al que menos tiene, dejarse ayudar; permitirle al otro que se equivoque, que haga trampa sólo si se lo voy a decir de buen modo para enseñarle, no para reprochárselo.
Es introducir, pero de un modo que no moleste, a nadie.
Es incorporar e incorporarse: Incorporar cuando es para todos, incorporarse cuando es para uno. Incorporarse en el tema de la discapacidad, eso sí está de moda. Se lo ve por todos lados y está muy bien, hay que involucrarse para no sentir que “no nos toca”.
Es comprender, pero no del lado de afuera; es preguntarle al otro si necesita algo y ayudar si nos lo pide, no dárselo porque suponemos que es lo que quiere. No es suponer.
El acto de incluir puede contener una exclusión, sí y sólo si ésta nos ayuda a desglosarnos,
nos aleja de los pensamientos y nos centra en lo que somos. Sólo si nos desarma por piezas y nos sirve para hacer un rejunte de lo mejor de nosotros mismos. Eso es, en definitiva, lo que vinimos a darle al mundo.
Es incluir, no es una moda.
Hay que ponerlo en práctica.
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