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Economía del Conocimiento: Capacitación empresarial, compromiso e igualdad de género

Vivimos en un mundo que avanza velozmente y no podemos quedarnos atrás. Las empresas de hoy deben avanzar a la par. Y la única manera de lograrlo es a través del conocimiento. La adquisición de ellos y la capacidad de aprenderlos se presentan hoy como recursos vitales, troncales. Son la llave para estar a la altura de los cambios económicos, financieros, productivos y tecnológicos del mercado.

En este contexto, la capacitación empresarial es la herramienta más útil y valiosa. Las organizaciones deben asegurarse de que sus equipos de trabajo actualicen sus habilidades de manera constante e incorporen nuevas. Es la única forma posible de responder ante las transformaciones, desarrollarse y crecer en los negocios.

La tecnología que mejora procesos y aptitudes cambia a toda velocidad. No renovarnos, no modernizarnos, es fracasar. Las empresas deben aprovecharse de las herramientas tecnológicas, la digitalización y el aprendizaje online. Y llevar adelante programas de capacitación que permitan optimizar sus recursos humanos. Y, en consecuencia, su rendimiento y productividad como organización.

LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

Estamos hablando de utilizar la información que tenemos al alcance gracias a la tecnología para actualizar, modernizar e innovar. Para sumarle valor agregado a la cadena productiva y aumentar la rentabilidad. En el mundo de hoy, los empleadores deben depositar sus esfuerzos y recursos en capacitación empresarial direccionada a áreas vitales.

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Hablamos de la “Economía del Conocimiento”. De aportar conocimiento humano para generar valor. De usufructuar el talento para crear nuevos productos y servicios que puedan incorporarse a todas los rubros de la producción. De volcarlo a la industria del software, el internet de las cosas, la robótica, la biotecnología, la inteligencia artificial y el big data.

De invertir conocimiento en la modernización de la industria audiovisual y la especialización de los servicios profesionales. En servicios geológicos, en electrónica y en comunicaciones. En nanotecnología y nanociencia. En la industria aeroespacial y satelital. En sectores que marcan la diferencia en un mercado cada vez más competitivo. En el que hoy somos modernos y mañana, obsoletos.

Epec

DEL DECIR AL HACER: EL COMPROMISO DE PÚBLICO Y PRIVADO 

En la actualidad, nadie puede negar que la ciencia y la tecnología motorizan la economía. Su desarrollo y la inversión destinada a esas áreas repercuten de manera positiva en términos de productividad. Y esto sucede porque son la innovación tecnológica y científica las que permiten crear innovadores productos y servicios. Productos y servicios que impulsan la economía y generan divisas.

Y sobrevuela la idea de que los avances tecnológicos terminarán con miles de puestos de trabajo. Sin embargo, el sector promete y promueve la creación de nuevos y más calificados. Pero para que la innovación tecnológica y científica sean realmente el eje del crecimiento todos los ámbitos deben comprometerse. Públicos y privados. Gobiernos, instituciones y empresas. deben pasar del decir al hacer y volverlo real.

En Argentina, la Ley de Economía del Conocimiento es un buen síntoma gubernamental. Una norma nacional que pretende promover nuevas tecnologías y generar valor agregado. Que busca fomentar la generación de empleo de calidad y bien remunerado y facilitar el desarrollo de MiPyMEs. E impulsar el potencial exportador de servicios fundados en el conocimiento con beneficios y facilidades.

Las empresas por el Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento cuentan con ventajas tributarias. Reciben un bono de crédito fiscal y son eximidas de retenciones e IVA si exportan. Todo con un mismo fin: promover su potencial y crecimiento. Pero a cambio, estas deben comprometerse con una serie de cuestiones. Como la perspectiva de género que el Ejecutivo argentino incorporó recientemente.

UNA TENDENCIA DIFÍCIL DE MODIFICAR

El escenario actual indica que la tendencia machista en la conformación de los planteles laborales es difícil de modificar. Sólo dos rubros basados en conocimiento tienen mayoría de mujeres. En el sector de Software y Servicios Informáticos hay un 20 % de personal femenino. Y preocupa, teniendo en cuenta que es el mejor remunerado, con salarios que superan en más del 80% la media.

Los números alertan. Y no sólo desde el punto de vista de la discriminación por cuestiones de género. Si no porque reflejan una inequidad, una desigualdad que lejos de fortalecer al sector lo debilita. El acceso igualitario a las capacitaciones, las carreras y los empleos vinculados a la ciencia y la tecnología es estratégico. Sobre todo, si pensamos en lo que representan estos sectores en las economías.

En Argentina, las mujeres ocupan el 33% de los puestos de trabajo relacionados con la industria del desarrollo científico y tecnológico. Sectores que según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) determinan el lugar de un país en la escena económica internacional. Sectores que según un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) aportan uno de cada 10 dólares producidos.

UNA DESIGUALDAD QUE COMIENZA EN EL ÁMBITO ACADÉMICO

La desigualdad de género empieza mucho antes de la inserción laboral. En la promoción de las áreas del conocimiento vinculadas a las matemáticas, la tecnología, la ingeniería y la ciencia. Estas carreras están históricamente direccionadas hacia los hombres. Y las mujeres que optan por ellas son víctimas de todo tipo de prejuicios que luego se reflejan en los logros. Sus avances, objetivos alcanzados y éxitos son menos aplaudidos que los masculinos.

Así lo refleja el informe de Unesco ‘Las mujeres en las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en América Latina y el Caribe’. Las investigaciones lideradas por féminas son menos citadas que las realizadas por varones. Y aún igual formadas y capacitadas, tienen desventajas respecto de sus pares hombres. Tienen menos oportunidades de ser empleadas, de ascender y de lograr los salarios masculinos.

Para concretar la Economía del Conocimiento debemos lograr el compromiso de todas las partes intervinientes. Y derribar estereotipos para garantizar la igualdad. Tenemos que promover la participación femenina en la ciencia y la tecnología, generarles programas de capacitaciones y pasantías. Para que se formen antes y durante su desempeño laboral en el sector.

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