La pandemia de coronavirus COVID-19 abrió una crisis sanitaria y económica de proporciones, paralizó al país, y obligó a todo el sistema político a proteger y, a la vez, reconstruir sus liderazgos. En Córdoba, obligó a dos de los principales referentes del peronismo después del gobernador Juan Schiaretti a dar un paso adelante en la escena, para hacerse cargo de la acción política en el territorio de la capital cordobesa y de la provincia. Ni el vicegobernador Manuel Calvo, ni el intendente de Córdoba capital, Martín Llaryora, tomaron una decisión personal en esta línea, sino que el movimiento forma parte de las necesidades del gobierno provincial y del PJ para construir consenso social alrededor de la gestión y contener las demandas sociales emergentes de este contexto.
Con el gobernador Schiaretti gobernando desde el Panal y con salidas acotadas a hospitales o lugares de extrema seguridad para su salud, Calvo y Llaryora son los encargados de sostener frente a la sociedad la gestión del gobierno y el relato político del oficialismo. Cabe recordar, que Schiaretti es un paciente de riesgo frente a la enfermedad del COVID-19, por sus 70 años, y porque tiene una enfermedad pre-existente. Por ese motivo, entre otras medidas, el primer mandatario provincial mudó su domicilio a la residencia para el gobernador en el mismo panal. Si bien trabaja como siempre, todos los días, ahora lo hace por vía digital o telefónica y no puede ponerle el cuerpo a la acción política.
Esa situación trastocó todos los planes del oficialismo. Frente a semejante crisis, primero sanitaria, y luego económica, el sistema político se vio tensionado y obligado a pararse en primera fila, en el territorio, donde se expresa la sociedad. Las características inéditas de la pandemia que, básicamente, por la dinámica que posee obliga a todos los actores y protagonistas a revalidar o refundar, según el caso, su propio relato y liderazgo.
Resulta extraño, pero la tremenda construcción de poder que hicieron José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti desde diciembre de 1998, que se extiende hasta hoy, aún sin De la Sota, quedó en una especie de limbo por la dimensión del desafío. Schiaretti que había cosechado en los últimos comicios más poder que ningún otro gobernador de la provincia desde 1983, se vio obligado a delegar una parte del poder que es la construcción de la representación. En ese marco, se produce el salto a la primera línea de dos potenciales herederos de la construcción original del peronismo provincial, el vicegobernador Calvo y el intendente Llaryora.
Ambos iniciaron sus gestiones en la Legislatura y la intendencia con un perfil acotado. Llaryora, incluso llegó a mantenerse en silencio ante los medios hasta febrero. Desde la primera semana de marzo, con el escenario patas para arriba, los dos son la imagen calculada de la continuidad del peronismo en la provincia
Calvo, con 42 años, un dirigente originario de Las Varillas que, primero, De la Sota y, luego, Schiaretti, imaginaron y potenciaron como contrapeso interno regional de Llaryora (47), cuando este todavía desarrollaba sus pasos en San Francisco, es la representación de Schiaretti en toda la provincia, menos en la capital.
Llaryora, que además de haber sido dos veces intendente de San Francisco, ha sido vicegobernador y diputado nacional, antes de sentarse en el sillón principal del Palacio 6 de Julio, es la representación del gobernador en la capital, y sin juego en el interior.
La foto general, es Schiaretti a cargo del equipo de gobierno y Calvo y Llaryora yendo al territorio todos los días con acciones de gobierno, que muestren con claridad que el Estado está presente con ellos.
Incluso, el vicegobernador, representó al titular del Ejecutivo cordobés en la última reunión de gobernadores con el presidente Alberto Fernández en Olivos. Fue el día, que el gobierno nacional puso al tanto a las provincias del plan para reestructurar la deuda externa bajo jurisdicción de tribunales extranjeros. Schiaretti siguió la reunión desde su despacho en el centro cívico y publicó un tuit apenas finalizó, apoyando el plan del peronismo en el gobierno nacional. Al fin, el jefe sigue siendo él.
Más allá de las especulaciones que este tipo de movimientos suele producir en los microclimas políticos y económicos, evidencia la decisión de que no haya vacío de poder si la situación social profundiza aún más las dos crisis previas (la sanitaria y la económica). Se trata de una resolución colaborativa, que aumentará el poder y la representación de Calvo y Llaryora si es que logran salir airosos de esta situación, adelantando de manera natural la disputa por la sucesión en la provincia.
También tiene un riesgo elevado para el peronismo en el poder, porque nadie sabe, con total certeza, cómo puede evolucionar la pandemia. Entonces, si la crisis sanitaria o económica se desborda, serán los primeros en padecer las esquirlas de la eventual explosión.
Visitamos el Laboratorio de Ingeniería Biomédica de la Provincia, donde llegaron 38 nuevos respiradores con sus respectivos monitores. Esto nos permitirá seguir aumentando el número de camas críticas para que las usemos si es necesario ante el avance del #coronavirus. pic.twitter.com/6xt38A9B4H
— Juan Schiaretti (@JSchiaretti) April 21, 2020
Entregamos otra unidad de traslado de alta complejidad en #DeánFunes. Venimos de #CruzDelEje y antes también entregamos ambulancias en #AltaGracia y #Laboulaye. La decisión del gobernador @jschiaretti es estar presente en todo el territorio provincial. #Coronavirus pic.twitter.com/hqAb9awNIi
— Manuel Calvo (@ManuelCalvoCba) April 23, 2020
En estos momentos en que la situación sanitaria es crítica, cuidar la salud de nuestros vecinos con acciones concretas sigue siendo nuestra prioridad. pic.twitter.com/81KsWXQCXe
— Martín Llaryora (@MartinLlaryora) April 23, 2020
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