El Zoo de Córdoba no cuenta con el apoyo de la mayoría de los cordobeses: el 49% no quiere que siga funcionando. Del otro lado, están a favor de que continúe con su actividad un 33% de los habitantes de la provincia. Si se le suma el 5% que “le resulta indiferente”, reúne un 38% de consenso social. Hay un 13 por ciento que No sabe o No contesta.
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La encuesta fue realizada por la Consultora Delfos entre el 18 y el 28 de agosto último y se realizó sobre un universo de 1800 personas mayores de edad. La consulta fue domiciliaria y tiene un error muestra de +/- 2,3 por ciento.
Al analizarse la muestra por zona geográfica surge que los cordobeses de la capital tienen un mayor caudal de oposición al Zoo. En este sentido, cabe acotar que el Zoo se ubica justamente en la ciudad de Córdoba. Los que están en contra de su continuidad duplican a los que apoyan su continuidad (60 a 30 por ciento). Luego aparece un 7% al que “le resulta indiferente” y apenas un 3% que responde “Ns/Nc”. En el interior disminuye la posición contraria a su preservación y se incrementa el porcentaje de los que está favor: el 43% dice estar en contra y el 34% a favor. Mientras que para el 5% le es indiferente y el 18% “Ns/Nc”.
Por sexo, son más favorables a cerrar el Zoo las mujeres que los hombres: 51 contra 47 por ciento. A su vez, el 35% de los varones se manifiesta por la continuidad del Zoo contra el 31% de las mujeres que piensan de ese modo.
Por edad, son notorias las diferencias generacionales: si bien todos los grupos rechazan el Zoo, la diferencia entre los más jóvenes y los más viejos en el porcentaje de oposición es de 15 puntos porcentuales: 56 a 41%.
Otra fractura se percibe a través de los niveles socioeconómicos: los sectores de nivel alto y medio rechazan al Zoo: 59 contra 27 por ciento a favor; y 50 a 32 por ciento a favor, respectivamente. Mientras que en el nivel bajo, el 40% se inclina por preservarlo contra el 38% que rechaza su permanencia.
Los zoológicos son una creación del Siglo XIX y son sin duda de otro tiempo, donde primaba otro paradigma. Se consideraba adecuado montar un sitio de entretenimiento con animales salvajes, sacándolos de sus hábitats y encerrándolos para su observación. Hoy, con la conciencia sobre los derechos de los animales; los daños que se producen a los que están en cautiverio y lejos de sus hábitats; y el consenso social en contra de su sufrimiento, los Zoo han sido empujados a la desaparición o a convertirse en santuarios de aquellos animales que ya no podrán ser reinsertados. El de Córdoba aún sobrevive aunque la encuesta de Delfos demuestra que ya no goza de apoyo social mayoritario, sobre todo en la capital.
El zoológico cordobés nació luego de la creación del Parque Sarmiento, un sitio que muchos creyeron adecuado para un proyecto de este tipo. Fue el naturista Ricardo Scherer el que “realizó estudios Zoobiológicos y botánicos que luego culminaron en el diseño y ejecución del Jardín Zoológico en 1914”. La iniciativa dice la Web del Zoo cordobés, expresaba: “… instalarlo en la denominada Barranca de los loros con el objetivo de aprovechar la buena perspectiva. Será uno de los Zoológicos más bellos del mundo cuando se coloque la gran rueda de hierro…” Quedó inaugurado el 25 de diciembre de 1915 y casi 103 años después, aún sigue activo.
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