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La carta de una de las sobrevivientes de la picada de Villa Warcalde: “No sé que habrán sentido los otros, pero a mí se me fue la vida”

El Vento volcó mientras corría una picada. Murieron dos jóvenes.

Camila Suárez (20), amiga de María Grazia Costanzo, que falleció a los 19 años como consecuencia del vuelco del VW Vento en el que volvían a Córdoba luego de ir a bailar a un boliche en La Calera, escribió una extensa y conmovedora carta en su cuenta de Facebook, donde relata la tragedia. La joven confiesa: “Hace un poco más de ocho meses que tengo que aguantar como ciertas personas desde la hipocresía e ignorancia sobre lo sucedido hablen o posteen con total impunidad; quedándome callada para no exponerme o que me crean débil, o por el que dirán. Hoy, 7 de octubre de 2019, finalmente ME CANSÉ”.

Suárez y Costanzo viajaban en la madrugada del 3 de febrero a bordo del VW Vento de color gris que conducía Francisco Catalano (23). Con ellos estaban, además, Mateo Feijó (22) y Federico Cariola (22) -la otra víctima fatal-. Según estableció la Justicia, Catalano corría una picada con un Peugeot 208 que manejaba Álvaro Sánchez (23). Sánchez se entregó varios días después de la tragedia.

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“La mecánica que pudimos observar es que venía circulando, el auto derrapó, colisionó contra postes de madera, dio vueltas y despidió a los ocupantes que fallecieron”, dijo el fiscal Carlos Aragón luego del episodio.

A su vez, el análisis de alcoholemia de Catalano fue positivo y fue imputado de homicidio culposo agravado.

Dice el texto de Camila, posteado este lunes 7 de octubre, junto a una foto de su amiga María Grazia Costanzo: “En este preciso momento en que decidí hacer público lo que viví el 03 de febrero de 2019, voy viajando en el asiento del acompañante de un auto (no sé porque escribo mejor mientras voy en un auto, hasta pienso mejor). Lo que van a leer más abajo está lejos, muy lejos de querer iniciar algún tipo de “guerra” judicial, moral, social, etc. El único fin, es que conozcan mi verdad, la verdad; y que sirva que para quienes corren “picadas” donde no deben, y más si en su auto llevan dos chicas que no sabían que estaba sucediendo. Y ni te cuento, si te enteras el día del entierro de tu mejor amiga, por boca de gente ajena a lo sucedido, que estuviste en medio de una “picada” sin saberlo, sin haber estado de acuerdo, pasando terror, temiendo por tu vida, creyendo hasta ese día que había sido un accidente. Porque puede terminar con la muerte de dos personas y un daño irreparable en otras”.

Afirma que “no sé que habrán sentido los otros, pero a mí se me fue la vida. Hace un poco más de 8 meses que tengo que aguantar como ciertas personas desde la hipocresía e ignorancia sobre lo sucedido hablen o posteen con total impunidad; quedándome callada para no exponerme o que me crean débil, o por el que dirán. Hoy, 7 de octubre de 2019, finalmente ME CANSÉ”.

Relata que “el 3 de febrero, con María, nos subimos a un auto en el que quien manejaba ofreció llevarnos a mi casa. Sí, si van a culparme de algo, que sea haber creído qué al subirme a ese auto con mi amiga, íbamos a llegar a mi casa y al despertar al otro día íbamos a hablar de los “chismes” de la noche anterior. Pero nada de eso sucedió. Uno cree que jamás algo así le puede pasar, pero pasa. A mí me pasó, y perdí muchas cosas ese día, no solo una amiga que era como una hermana”.

“Uno cree que jamás algo así le puede pasar, pero pasa. A mí me pasó, y perdí muchas cosas ese día, no solo una amiga que era como una hermana”.

Recuerda que “en dos ocasiones que salí de mi casa me crucé con quienes, para mí, hoy son los culpables de que María no esté acá (no voy a hablar del otro chico que también perdió la vida porque no lo conocía). Esas 2 veces, ninguno me miró a la cara, pero yo me fui del lugar. Me fui, no sólo porque me recuerdan al peor día de mi vida, sino porque me da bronca e impotencia que nadie presente en el lugar dijera nada y que todos hicieran como si nada hubiese sucedido. Incluso yo”.

Confiesa que “estoy cansada de salir de mi casa con miedo de cruzarme en la calle a quiénes me quitaron la vida, quienes apagaron mi sonrisa. (Cuando digo quienes, no me refiero a nadie más que las personas que iban adentro del auto, junto con María y conmigo). Estoy cansada de quedarme callada, esperando que la Justicia se encargue mientras aparento estar bien, pero por dentro se me cae la vida. Estoy cansada de que me digan que no haga nada, porque creo que necesito que sepan la verdad para aliviar un poco el corazón. Porque ESTOY CANSADA”.

“Estoy cansada de que me digan que no haga nada, porque creo que necesito que sepan la verdad para aliviar un poco el corazón. Porque ESTOY CANSADA”.

Agrega que “los detalles de lo qué pasó y se dijo con exactitud dentro de ese auto, lo guardo y está ya en la Justicia. Lo único que quiero dejar acá y que se entienda, es que yo me enteré, de que había estado en medio de una carrera o “picada”, como quieran llamarle, el día 4 de febrero de 2019 después del entierro de mi mejor amiga. Cuando creí que no podía ser peor, me enteré”.

Cuenta que “Algunos me dirán nena, ¡sos tonta! ¿Cómo no vas a saber que estaba pasando todo eso? La respuesta es NO. Nunca había pasado por algo así, ni cerca. Siempre me imaginé que esas cosas eran como se ve en las películas. Un auto al lado del otro, acelerando, listos ya, yo que sé. Pero ahora sé que no es así. Como tampoco nunca había sentido, tanto miedo y terror por perder la vida como en esos segundos que duró. Más miedo tuve por la vida de la única persona que me importaba en ese auto; pero nada pude hacer para que hoy pudiera estar acá, al lado mío, contando la verdad”.

Luego señala: “Accidente: Suceso imprevisto que altera la marcha normal o prevista de las cosas, especialmente el que causa daños a una persona o cosa. Las “picadas”, según tengo entendido, son planeadas, acordadas, no son un accidente”.

Por último, dice: “habiendo hablado por fin y sintiéndome más aliviada; siéntanse libres de compartir el posteo. Ahora opinen sabiendo la verdad, por favor, porque sepan que cada vez que hablan, del otro lado hay personas que sufren. Sólo quienes hayan perdido a un amigo o un familiar en sus brazos de la manera en que eso sucedió están cerca de saber lo que siento desde ese día”.

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