La madrugada del 3 de julio de 2011 la helada fue tan intensa que congeló el pasto y el agua del campo de 60 hectáreas del productor agropecuario Elvio Hugo Bono, ubicado en James Craik. En el medio de ese campo había una construcción pequeña -antes usada para criar palomas- en la que vivía un peón, su pareja y sus cuatro hijos de entre 2 meses y 7 años. En los 12 metros cuadrados con piso de tierra vivían sin luz eléctrica, agua, baño, y paredes internas. Mariano José Rodríguez, el peón, dice que esa noche acostaron a la beba en medio de los dos adultos, para cuidarla del frío. Pero no fue suficiente. La niña murió.
Rodríguez trabaja hacía más de un año sin descansos, a cambio de 800 pesos cada “30 o 40 días”, para el empresario que le había prometido mejorar sus condiciones habitacionales. Mañana, Bono, de 49 años, comenzará a ser juzgado por el Tribunal Oral Federal N°1 acusado del delito de “trata de personas con fines de explotación laboral”. Está acusado de haber “captado, trasladado y acogido, con fines de explotación laboral, mediante el abuso de una situación de vulnerabilidad a Mariano José Rodríguez”, según consta en la causa a la que tuvo acceso ENREDACCION.
“Las condiciones de habitabilidad en las que vivía la familia eran paupérrimas. Usaban como vivienda una especie de gallinero que tenía el dueño, adaptado mínimamente con paredes delgadas”, dijo a este medio el fiscal federal Maximiliano Hairabedian, quien llevará adelante la acusación en el juicio. “Según surge de la denuncia y de los testimonios, tenían que hacer sus necesidades en el campo o en un tacho, los días de frío”, agregó.
Rodríguez llegó a vivir a la casa de un empleado de Bono, de apellido Ledesma, cuando fue despedido de su anterior trabajo. El empresario le habría ofrecido vivir en el palomar y para eso cerró con paredes el lugar y puso una puerta. A cambio, Rodríguez tenía que trabajar, limpiando el campo y cuidando los animales, por 800 pesos mensuales. Según consta en la causa, el Estatuto del Peón Rural establece una remuneración de 2.300 pesos, al momento de los hechos. Rodríguez no recibía, ni aportes jubilatorios, ni obra social. Lo obligaba a trabajar de lunes a lunes.
La madrugada que murió su hija, el peón llamó a una ambulancia, pero el vehículo no pudo entrar porque la tranquera tenían candado.
La autopsia realizada al cuerpo de la bebé determinó que fue “muerte súbita”. Para el fiscal, “se trata de un ingrediente más para determinar que había explotación, por las condiciones en las que vivía”.
Rodríguez denunció su situación irregular ante la delegación regional de la AFIP, que allanó el campo y comprobó las condiciones denigrantes en las que vivía. Incluso el fiscal federal Julián Falcucci (ahora vocal del TOF1) quien asistió para interiorizarse sobre las condiciones laborales del trabajador y su familia, señaló que dentro del palomar donde vivía la familia “hacía muchísimo frío”.
Ledesma, ex empleado del empresario, declaró que Rodríguez le pedía al dueño que instalara luz eléctrica para poder calefaccionarse. La respuesta del empresario era: No puedo poner electricidad porque una estufa eléctrica gasta mucho, calentate con brasero”. Rodríguez nunca lo hizo, era peligroso.
En su defensa, Bono dijo que no había relación laboral y qué Rodríguez “aprovechándose de su generosidad”, vivía en el lugar gratis. “No existe algo más alejado de la realidad que calificar al imputado Bono de generoso, toda vez que surge de autos que a la víctima sólo le brindó como vivienda un antiguo palomar, de 3 por 4 metros, sin luz, gas, agua, ni baño (externo o interno), lo que obligaba a la mujer de Rodríguez (Melisa González) a bañar a los niños en un tarro de 20 litros de plástico que estaba afuera del palomar y a que los chicos, los días de frío, tengan que hacer sus necesidades en un tarro al que después tiraban al campo”, dice la elevación a juicio.
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