Fue el 24 de marzo de 2004 cuando Néstor Kirchner ordenó descolgar el cuadro del genocida Videla en el Colegio Militar de la Nación. Allí nace una cultura política impregnada de DD.HH. que le sirvió al kirchnerismo para acumular poder político y apoderarse de la palabra DD.HH. y desde allí atribuirse el poder de juzgar, condenar y absolver.
No se puede desconocer que el Kirchnerismo impulsó y sostuvo los juicios por Crímenes de Lesa Humanidad del Terrorismo de Estado. Somos el único país de América que juzgó con la ley de la Democracia a genocidas. Pero hay sombras y pecados graves en la política de DD.HH. del Kirchnerismo. Por ejemplo, pretendió reescribir la historia argentina, borrar el juicio a las juntas del presidente Raúl Alfonsín, suprimir la CONADEP presidida por Ernesto Sabato y silenciar que el presidente Menem fue quien firma ante la CIDH el Decreto 70/91 en el Caso “Birt”, que es el fundamento de la legalidad reparatoria de violaciones a DD.HH.
El Kirchnerismo uso de manera inescrupulosa los DD.HH. para difamar y castigar a sus adversarios políticos.
La oposición no tuvo ninguna respuesta en esta batalla cultural. El gobierno de cambiemos miraba a los DD.HH. con absoluta incomodidad y con mucho miedo.
Apareció así el kirchnerismo como dueño del progresismo político y del garantismo jurídico. Luego de la política de género.
Nadie advirtió en ese momento que la tesis de la tercera instancia del garantismo Zaffaroneano no era otra cosa que la máxima garantía a la impunidad de la Corrupción. Somos el único país del mundo en donde para tener una sentencia definitiva y de cumplimiento efectivo se necesita una condena de la CSJN. Esto significa 14 años de proceso judicial y sobreseimientos por prescripción. Esas deformaciones jurídicas nacen del concepto vicioso de DD.HH. del Kirchnerismo.
El firmante de esta columna integró la Comisión de DD.HH. de la Cámara de Diputados de la Nación durante 4 años. El 03/12/2008 en una intervención en el recinto, denuncie el “patoterismo” de iluminados existente en la Comisión de DD.HH.. Es bueno recordar quien era en esa época la presidenta de la Comisión: Victoria Donda.
Esas son las luces y sombras de los DD.HH. del Kirchnerismo. Avanzaron los juicios contra los genocidas y al mismo tiempo se consolidó una política de DD.HH. marcada por la prepotencia, la soberbia y la intolerancia. Jueces militantes y periodistas militantes.
Y ahora aparece Javier Milei que, al embestir contra la casta política, lo hace también contra la casta de DD.HH.
El discurso de Milei es de claro negacionismo, lo que quiere decir que no solo reivindica las victimas del ERP y de los Montoneros, sino que, de un modo directo o indirecto, reivindica al Terrorismo de Estado.
Y aquí se debe ser muy claro. La teoría de los dos demonios es falsa histórica y jurídicamente. El Terrorismo de los 70 asesinó a muchos argentinos y se enriqueció con secuestros millonarios como el de los Born. No son héroes ni mártires. Fueron criminales condenados e indultados.
Pero el Terrorismo de Estado es otra cosa. Nace con Auschwichtz. Es el Estado el que se apropia del terror. Y no los terroristas.
El negacionismo busca identificar estos dos terrorismos. Y ello no es válido ni jurídica ni éticamente. No es lo mismo que el caníbal se coma al misionero, que el misionero se coma al caníbal.
Los DD.HH. son un activo de enorme importancia en la Democracia Argentina. Sin el Juicio a las Juntas no hubiera existido la Democracia. Los candidatos Presidenciales están obligados a reivindicar la verdadera esencia de los DD.HH. más allá del “patoterismo” Kirchnerista o del negacionismo de Milei.
Tenemos la obligación de reconciliar a los DD.HH. con la sociedad. Y, para ello, devolver la palabra a la esencia.
Los DD.HH. son el derecho de las víctimas y no de los poderosos. Son el limite al poder de los Estados y al mismo voto popular.
El Sistema Interamericano de DD.HH. es un órgano vivo, en permanente crecimiento. Y dos son sus mayores aportes en el Siglo XXI: La corrupción como el enemigo principal de los DD.HH.; y la seguridad ciudadana como un derecho humano y no como un derecho de los Estados. Tal como lo dice el Informe de la Comisión Interamericana del 2009.
La Resolución 1/18 de Bogota de la CIDH declara que la corrupción es la principal violación a los DD.HH. en el continente americano. Y este debe ser un debate central de los candidatos presidenciales. ¿Qué hacemos con la corrupción en Argentina? Porque se debe recordar que en nuestro país no es un simple delito penal, sino un sistema de acumulación de poder político, económico y sindical revestido de DD.HH.
El negacionismo de Milei no ayuda en nada para corregir los vicios del Kirchnerismo.
Milei y el Kirchnerismo coinciden en un punto: Ninguno confía demasiado en “la Democracia entendida como un sistema de valores que consiste en respetar al que piensa diferente”. (Alexis de Tocqueville).
* Juan Carlos Vega. UC Cordoba. UC Lovaina. Ex Presidente Comisión de Legislación Penal de la HCDN.
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