A los entrevistados les digo que los periodistas tenemos las mismas ansiedades que ustedes. A los editores, que siempre estoy por cerrar. A los lectores les cuento que nos sentimos dioses cuando nos llega una historia y miserables cuando se nos cae. Que dudamos como pusilánimes mientras la escribimos y pasamos horas mirando la pantalla, pero somos reyes cuando publicamos e invencibles cuando nos citan. Padecemos la maldición de Sísifo: todos los días volvemos a empezar. Yo dejé de fumar y acepté la partida de personas inolvidables, pero como Elena Poniatowska, voy a ser periodista hasta que me muera.
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