El presidente Javier Milei afirmó que no hay atraso cambiario y criticó a los economistas que lo señalan (“son unos berretas”, dijo). También adelantó que el cepo cambiario se “abrirá lo antes posible”. Sin embargo, el economista y periodista Hernán Letcher dijo este miércoles, en el programa QR que se emite por AméricaTV, que “el presidente se enamoró del cepo y no lo puede abrir porque hay 15 mil millones de dólares en plazo fijo y se arriesga a una corrida cambiaria”.
El primer mandatario, también advirtió que el ajuste continuará al defender la política de su ministro de Economía, Luis Caputo, a quien llamó “Chanchito de yeso”, porque hay que romperlo para sacarle un peso. Milei habló ante un nutrido grupo de empresarios en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP).
Sobre el tema del atraso cambiario, señaló que “para decir que hay atraso debería haber déficit fiscal y creciente, política monetaria activa (tasas de interés por encima de la inflación). Pero la política monetaria es contractiva, parece joda, pero es el gobierno de La Libertad Avanza. Si tuviera problema de atraso, tendríamos una sistemática caída de reservas”.
Apuntó que la clave del crecimiento pasa por realizar reformas estructurales, desregulación y apertura de la economía, que son las medidas que impulsa mediante el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 y la Ley Bases, que se encuentra en discusión en el Senado de la Nación.
El presidente abordó el tema del cepo cambiario durante su discurso: “Está en nuestros planes abrirlo lo antes posible, pero tardamos porque lo hacemos a mercado, no lo hacemos de prepo, por la fuerza. Esa es una característica de este gobierno, que respeta a rajatabla la propiedad privada”.
Respecto de la ruta a seguir, Milei expresó que la clave es terminar con la emisión monetaria. “A Toto lo voy a llamar ‘chanchito de yeso’: para sacarle un mango hay que romperlo todo, lo cual lo avalo. Es un irrompible. Si alguien lo quiere romper, antes me tiene que romper a mí, porque no voy a entregar el resultado fiscal”.
Planteó que su objetivo es reducir de 40 a 25% del PIB el gasto público para devolver impuestos al sector privado y anticipó cómo sería ese esquema: primero eliminar el impuesto país, luego las retenciones y después los gravámenes sobre los créditos y débitos bancarios.
Después criticó sin mencionarlos, a los gobernadores provinciales: “Nuestra voluntad de bajar impuestos es tal que no los coparticipamos porque si no, no los bajamos nunca más”, en referencia al reclamo de las provincias de coparticipar el PAÍS. Pero aclaró que la reducción tributaria no depende sólo de él sino de provincias y municipios. Después precisó cuándo él disminuirá los gravámenes: “En la medida en que empiece a rebotar la economía, los bajamos”.
Explicó luego que, cerrado el déficit fiscal, limpiados los activos remunerados y los puts del Banco Central que general emisión endógena y resuelto el problema de los pagos pendientes al exterior por importaciones, la decisión del Gobierno será “no emitir, ni siquiera por los ingresos de divisas”.
De esta forma, la no emisión será “el ancla nominal” de la economía. Y en la medida que se espera que la actividad se expanda, la decisión de no emitir pesos llevará al fortalecimiento de la moneda. Dentro de ese esquema, en la medida que se reduzca la cantidad de pesos en la economía, comenzarán a circular otras divisas, la famosa “competencia de monedas (dólares, euros, etcétera)”. Este recorrido debería culminar con el cierre del Banco Central.
Para cerrar, lanzó una de sus ideas clásicas: “No soy comunista, soy liberal libertario. Ustedes son los creadores de riqueza”.
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