Lo afirma Soledad Vargas, una de las psiquiatras que intervino en las pericias realizadas a Brenda Micaela Barattini (28), la mujer que está siendo juzgada por herir en los genitales a Sergio Fernández (42), con quien mantenía una relación sexual. Vargas pide que se analice el caso con perspectiva de género.
¿Por qué una mujer toma la decisión de atacar en los genitales a un hombre con quién mantiene una relación? “La respuesta, a priori, es compleja”, contesta la psiquiatra en la conversación que sostuvo con ENREDACCIÓN. Ahora bien, esta complejidad ¿está siendo considerada en el juicio que tiene sentada en el banquillo a Brenda Micaela Barattini (“Micky”, como le dicen en su círculo íntimo)? Vargas dice que no puede afirmarlo. Sostiene que directamente se cayó encima de Brenda como única respuesta a lo sucedido en su departamento de Nueva Córdoba en noviembre de 2017.
Mucho se ha hablado de ella: que era estudiante de arquitectura, que tenía novio, y que se tomó el tiempo de investigar cómo hacer para llevar adelante su plan. Se la ubicó en el rol de victimaria desde el minuto 1. En cambio, poco se ha hablado de él: apenas, que Fernández es músico y que también tenía pareja. Su lugar desde el principio fue el de la víctima.
“Una mujer hiere a un hombre y se pone el foco sobre ella, a él no se le pregunta nada: ¿Qué hacía ahí? ¿Qué le pasaba?”, interroga Vargas, quien se desempeñó como perito de parte en el proceso judicial contra Barattini, a pedido de la mamá de Micaela, Daniela Herrera. Vargas acompaña a Herrera luego de que se mudara desde Comodoro Rivadavia a Córdoba para estar cerca de su hija.
“Una mujer hiere a un hombre y se pone el foco sobre ella, a él no se le pregunta nada: ¿Qué hacía ahí? ¿Qué le pasaba?” (Soledad Vargas, psiquiatra)
“A raíz de las pericias psicológicas y el relato de Micaela, se pudo establecer que había algo del encuentro con él, que le hacía mal y lo intentó resolver de esa manera. A las claras, es una marca de que el modo de encontrarse que tenían, era sexual, y queda materializado en intentar herirlo en su marca como hombre”, añade la médica que tuvo la posibilidad de entrevistar a la joven y también al músico.
Vargas sostiene que a Micaela “la acusaron antes de tiempo. Es un delito de género, pero la Justicia no lo estaría leyendo como tal. Si ella se sintió vulnerada o abusada psicológicamente, eso está enmarcado en un contexto de hombre-mujer, que también es género. Hay algo que tiene que ver con la asimetría en el modo de leer estas reacciones tanto de la sociedad como de la Justicia, incluso ante un contexto social que se está movilizando, que puede tener intención de aleccionar a otras mujeres con un mensaje del tipo: las mujeres no pueden hacer eso, porque miren sino cómo les va”.
Añade luego que “hubo algo del encuentro entre ellos, que le afectó de una manera que, solamente, pudo ‘resolver’ a través de este hecho. No podría yo decir si fue consciente durante el hecho: desde la psiquiatría, diría algo; y desde el psicoanálisis, otra cosa. Sí, me parece importante, que el foco también esté puesto en él porque considero que sería otra herramienta importantísima para echar luz sobre un hecho tan complejo”.
EL CASO
Desde que sucedió el hecho, en noviembre de 2017, Micaela está aguardando el juicio alojada en el penal de Bouwer, porque según la Fiscalía, la detención aseguraría su participación en el proceso judicial. Además, es una decisión que anticipa que podría recibir varios años de prisión (hasta 25).
La acción que se está juzgando, es que la joven, que en ese momento tenía 26, le seccionó el 90 por ciento del pene e hirió los testículos de Sergio Fernández, de 40, utilizando una tijera de podar. Compartían esa noche una habitación de un departamento ubicado en Boulevar Chacabuco, en la ciudad de Córdoba. Como fruto de las heridas, Fernández perdió mucha sangre y fue trasladado a un hospital donde, finalmente, lograron reconstruirle los genitales.
Se sabe que Micaela y Sergio no eran novios, sino que tenían pareja estable por fuera de ese vínculo. “Lo particular, que no se ha expuesto en el juicio, es que los dos estuvieron ahí por consentimiento, que hubo una situación que propició que ella necesite de alguna manera herir en un lugar que significa el símbolo de la virilidad para algunos hombres, y que no se lo hizo a cualquier sujeto. Es a él ante quien reaccionó, no contra cualquier hombre. Entonces, hay un contexto social que permite que suceda algo así, más allá del encuentro de estas personas en concreto”, sostiene la psiquiatra Vargas.
DE LESIONES A TENTATIVA DE HOMICIDIO
La carátula con la que llegó la causa elevada a juicio era “lesiones gravísimas calificadas por el vínculo y alevosía”. Sin embargo, en la segunda audiencia en la Cámara 2° del Crimen, el martes 27 de agosto, el tribunal suspendió el juicio hasta el 11 de septiembre. Fue por el pedido de la fiscal Laura Battistelli de cambiar la imputación a “tentativa de homicidio calificado por el vínculo y alevosía”. Esta imputación elevaría la pena en una eventual condena para Barattini.
“El cambio de carátula de lesiones gravísimas a tentativa de homicidio demuestra que es la Justicia patriarcal la que juzga a Micaela. Es particular que una mujer haga eso, pero no estamos seguros que se vaya a tener en cuenta su situación”, advierte la psiquiatra.
“En ese contexto, se habló de ella en el juicio, se le preguntó de su vida sexual, como si fuese una mujer libertina y él “sólo” una víctima a la que agredieron de esta manera”, opina.
A su vez, Vargas explica que también resulta complejo verificar el resultado de su acción: “¿Cómo se evalúa una de las funciones más importantes del órgano genital masculino, como es que el hombre pueda tener orgasmos y eyaculación, y gozar de una vida sexual plena? Porque de este resultado cambiaría si fueron leves, graves o gravísimas las lesiones”.
“Estamos ante un hecho que es terriblemente particular, que es una mujer cortando el pene en parte, y que según pericias médicas no tendría secuelas, aunque la querella dice que sí, pero que lleva a una mujer a estar presa, sin el beneficio de prisión domiciliaria, solo con carátula de lesiones gravísimas”, cuestiona por último Vargas.