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José Luis Serrano: “Para cambiar la Patria, tenemos que cambiar nosotros mismos”

José Luis Serrano y Eduardo Brandolín.

José Luis Serrano y Eduardo Brandolín durante la entrevista en Radio LyF.

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Eduardo Brandolín: —Estamos con un amigo de hace muchos años: artista, músico, actor y filósofo. Hablo de José Luis Serrano, más conocido como “Doña Jovita”. ¿El personaje ha superado al hombre, José Luis?

José Luis Serrano: —No, yo no lo siento. Es un gran beneficio que Doña Jovita vaya al frente.

Brandolín: —Puede decir muchas cosas que vos posiblemente no las puedas decir.

Serrano: —Claro. Con el tonito ya podés decir cosas que, si las digo yo, no van a tener impacto. Pero hay que cuidarse mucho, porque ella es un referente para la gente. Cuando recién empecé le puse el nombre de mi abuela, porque el personaje tuvo otros nombres cuando no era famoso. Me asusté cuando vi que a la gente le llegaba, y le puse el nombre de mi abuela para que ella de algún modo sea la guardiana, para que no se bastardee la palabra de una madre de las sierras, de una mujer que tiene sus raíces en la montaña y en el valle. En el fondo es cualquier abuela con su dignidad. Puede vivir a la orilla del mar, pero es la dignidad de esas mujeres que han parido. Como que tienen la obligación de seguir vivas porque hay que terminar de criar a todos los chicos y seguir siendo abuelas, son verdaderas heroínas anónimas. Entonces había que cuidar al personaje. Por ahí meto la pata, pero al ratito le buscamos una vuelta. Y la gente lo toma, lo acepta.

Brandolín: —A mí me gusta escucharte. Digo que sos filósofo porque todo lo que decís toca el alma y escucharte gratifica mucho. ¿Cómo la lograste?

Serrano: —Yo creo que el desamparo es lo que a uno lo mantiene en la búsqueda permanente del encuentro, de la comunicación. Estamos todos expulsados del Edén. Así como nacemos, así también nos morimos solitos. En el camino de la vida los milagros son encontrarse. Uno probablemente saque esas palabras, que si estoy solo ni las pienso, pero en el otro uno se encuentra. Hace de la mirada del otro la mirada propia, y hace de las palabras del otro las palabras de uno. Y eso es. Yo nunca me pienso filósofo, simplemente me siento un buscador, alguien que está en el camino. Hay cosas que me quedan grandes.

Yo nunca me animé a decir que soy un actor, ahora tanto lo dicen que me lo terminé  creyendo.

Brandolín: —Has sido crítico de muchas cosas. Hay que escucharte a vos también, hay que interpretarte. Has sido un defensor a ultranza de los derechos humanos. Últimamente has sido cuestionado por eso.

Serrano: —Sí. Yo nunca me animé a decir que soy un actor, ahora tanto lo dicen que me lo terminé  creyendo. La primera obra de Doña Jovita era una especie de imitación aprendida en las peñas. Imitaba a un personaje de la montaña. No me sabía mover en el escenario, porque en la peña vos estás parado frente a un micrófono, pero ahí había que moverse y actuar: una situación de dramaturgia, donde el texto te invita a que te muevas, utilices objetos y hagas una obra teatral. En aquel momento lo que había hecho para que Doña Jovita cuente sus pensamientos más profundos era hablar de la naturaleza. Hablaba de los pájaros y, lógicamente, de los bosques nativos. Hace poco encontré un recorte del año 1986 donde dice claramente lo que uno quisiera explicar ahora. “¿Y usted de dónde sale a defender el monte nativo?”. Yo me he criado en el monte, tanto en Traslasierra como en Formosa, donde tuve que vivir parte de la infancia y de la adolescencia, en una zona de selva. Así que ese vínculo con la tierra para mí es vital, porque algo pasa en el metabolismo cuando empezás a caminar en las sierras o en el bosque. Empiezan a penetrarte energías que están en los árboles. Estos tiempos experimenté mucho la caminata de noche. Ya me conozco los senderos y de a ratos prendía la linterna nada más. Pero hay una gran actividad de perfumes y de insectos polinizadores. Las abejas están guardadas, pero hay miles de insectos que van llevando la vida de un lado a otro. Si se lo ve desde el punto de vista de la productividad, uno dice: “Eso hay que voltearlo, no sirve”. Pero ahí ocurre la vida, y es indispensable para que haya un equilibrio. Van a decir que soy un romántico, pero caminar ahí es muy sano, te cura.

José Luis Serrano cantando durante el programa Diálogos Compartidos.

El vínculo con la tierra para mí es vital, porque algo pasa en el metabolismo cuando empezás a caminar en las sierras o en el bosque. Empiezan a penetrarte energías que están en los árboles.

Brandolín: —Estamos en un espacio tan competitivo y tan comercial que por ahí te hace perder los valores fundamentales. Pero vos llegaste a niveles altísimos.

Serrano: —Yo no puedo creer hacerme amigo de Sábato, estar con Landriscina y en los cumpleaños de Favaloro, en una mesa de cumpleaños en la que éramos poquitos. Ese es mi costado cholulo, pero de admiración verdadera por gente que ha dado su vida con pasión por las cosas esenciales de la patria. De famosos está lleno, pero esto es otra cosa. Son seres que encontraron la veta de decir: “Por acá soy más útil”.

Nosotros, los bichos humanos, ¿qué estamos haciendo por la vida, por nuestros hijos y por nuestros nietos?

Brandolín: —¿Cómo ves a los medios hoy que estamos viviendo momentos difíciles en nuestra patria?

Serrano: —Los medios están integrados por gente como nosotros. Y tanto los medios como cualquier lugar donde haya personas, estamos extraviados en algún punto, porque uno tiene que pensarse no solamente como un individuo, sino como comunidad. Inclusive como especie: Nosotros, los bichos humanos, ¿qué estamos haciendo por la vida, por nuestros hijos y por nuestros nietos? Si le queremos dar un tinte ecologista, sería: ¿Qué estamos haciendo por nuestra casa común, que es el planeta? Nos tenemos que repensar. Esto va para los medios y para todos. Esa es la crisis en la que tenemos que entrar. Y pensarse no solamente por lo que me toca comer o disfrutar a mí, sino que tenés que pensar en el amor. El amor tiene que trascenderse, tiene que llegar a tus hijos, a tus nietos, a tus bisnietos. Para que en el alma, en la vibración fundamental de la vida, se haga un mundo de paz. Y eso pienso de los medios, de los políticos, de la gente común, de la corrupción cotidiana, donde somos ventajeros. Hay que pensarse y sentirse. “¿Dónde está la patria que yo sueño?” En primer lugar, está en mí. Entonces, ¿cómo la cambio? Me tengo que cambiar yo.

Serrano y Brandolín al finalizar la conversación.

Brandolín: —¿Cómo ves este presente tan conflictivo que estamos viviendo? No solamente en Argentina, sino en el mundo.

Serrano: —Yo creo que la alegría y el amor se viralizan cuando la gente siente una caricia en el corazón. Cuando algo te ha llegado, inmediatamente lo mandás por el mundo para que vaya y sea motivo de encuentro. Después las sandeces y las estupideces caen cerquita, porque son chistes previsibles. Pero las palabras de esperanza plena no, por eso yo creo y voy a seguir creyendo.

Yo creo que la alegría y el amor se viralizan cuando la gente siente una caricia en el corazón. Cuando algo te ha llegado, inmediatamente lo mandás por el mundo para que vaya y sea motivo de encuentro.

Brandolín: —Lo que pasa es que por ahí uno se siente bombardeado. En las redes sociales se ve cada cosa. Por ahí cuando te levantás a la mañana y prendés el teléfono empezás el día mal. Hay tanta discordia, división y ataque.

Serrano: —Pero como es inevitable, no hay que ir en contra de eso. Hay que alimentar el corazón.

Brandolín: —¿Cómo logras revertir eso?

Serrano: —Muchas cosas. Por ejemplo, cantando, encontrándose con el otro. Porque la vida es un don y se está viviendo precisamente en este instante. El encuentro tiene que ser respetuoso: pensemos distinto, pero no nos descalificamos. O sea, a mí me dicen algo que me produce una herida y no tengo capacidad de cicatrizarla o no tengo ejercicio para comprender al otro que no me conoce. Me está descalificando y me está hundiendo en su mundo de miedo, temor e inexperiencia, y contra lo inevitable no se puede. Yo con Doña Jovita suelo decir: “Menos mal que por lo menos tenemos algo en común.” “¿Qué tiene en común usted con la stevia?” “Que somos biodegradables” (risas) Empezás de ahí, después vamos encontrando otro punto en común.

El encuentro tiene que ser respetuoso: pensemos distinto, pero no nos descalificamos.

Brandolín: —¿Ves un futuro diferente al presente que estamos viviendo?

Serrano: —Sí, pero no lo veo con un criterio ilusorio. Siempre hubo locuras de los seres humanos, lo que pasa es que ahora se conocen, ahora estamos enterados. Vemos las barbaridades que se han hecho en Argentina, en la época de las montoneras, de las locuras de descalificar al otro porque es “civilización o barbarie”. Si yo descalifico, lo estoy matando con las palabras. Landriscina me contaba que en el momento de mayor éxito de la Coca Cola, estaba administrada por un cubanos que se fue a Miami. El hombre tuvo une hemiplejia y la Coca Cola no le dio más pelota, y el único refugio que tuvo era la ternura de su familia, donde él no había invertido. Las inversiones hay que hacerlas ahí, en lo pequeño, y de ahí te vas ampliando.

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