(Por Nadia Luna / Agencia TSS) “La economía está creciendo por encima del 4% anual”, aseguró el jefe de Gabinete Marcos Peña, durante su informe de gestión ante la Cámara de Diputados el pasado 30 de agosto. Sin embargo, la comparación es con el año pasado, cuando la actividad industrial tuvo un desempeño negativo, por lo que investigadores y entidades empresarias advierten que ese repunte no recupera el nivel que había en 2015 y que obedece, principalmente, a obra pública impulsada en un año electoral.
El Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), instituto vinculado a organizaciones gremiales adheridas a la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), analiza y elabora informes sobre la situación del mercado laboral y la evolución de la coyuntura económica del país. Según su último relevamiento, publicado en agosto, la desocupación en el primer trimestre de 2017 alcanzó al 9,2% de la población económicamente activa (PEA), el nivel más alto de los últimos diez años. La tasa de subocupación en el mismo período fue de 9,9% sobre la PEA.
La proyección de estas cifras al total del país estima unas 1.800.000 personas desocupadas y 2 millones sub-ocupadas. Esta situación afectó especialmente a los jefes de hogar y una consecuencia fue que más jóvenes debieron salir a buscar trabajo. En el primer trimestre de 2017, el porcentaje de jóvenes desocupados llegó al 24,4%, casi seis puntos más que en el mismo período de 2015 (18,8%). La investigadora Mariana González, una de las autoras del informe, le dijo a TSS: “Los jóvenes suelen conformar un grupo que siempre tiene una tasa de desocupación más alta que el promedio pero, como pasa con otros grupos vulnerables, cuando la situación es crítica son los más desfavorecidos”.
Otro aspecto que observaron los analistas es que la desocupación también se acentuó en el caso de las mujeres: llegó al 10,2% de desempleadas contra un 8,5% de varones desocupados. Para elaborar el informe, los especialistas se basaron en estadísticas oficiales provenientes de dos fuentes: la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC y el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), provisto por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
En el caso del empleo asalariado registrado, se observa un incremento de 0,4% en 2016 y de 0,5% interanual en los primeros cinco meses de 2017. Sin embargo, los investigadores remarcan dos aspectos. Uno es que el crecimiento estuvo explicado por el sector público, ya que el empleo en el sector privado cayó 0,7% en 2016 y no se recuperó. El otro es que el empleo registrado que se expandió corresponde principalmente a trabajadores independientes y fue especialmente elevado en la categoría monotributo social (con un crecimiento del 8,7% interanual en cinco meses de 2017), vinculada en muchos casos a la inscripción en programas sociales.
“Una interpretación posible es que ante una escasa creación de empleo asalariado registrado privado empiezan a aparecer empleos autogenerados como un refugio”, indicó González. “Además, desde la asunción del Gobierno de Macri hubo una pérdida de poder adquisitivo de los salarios que afectó al 90% de los ocupados, mientras que el 10% que no se vio afectado es el segmento de mayores ingresos. Por lo tanto, se acentuó la desigualdad”.
Para la mayor parte de las provincias, el balance del último año y medio ha sido negativo. En Tierra del Fuego, la caída del empleo superó el 12%, en gran parte por los despidos en la industria electrónica. Las restantes provincias de la Patagonia también se vieron afectadas debido a la crisis de la actividad petrolera. En San Luis, los puestos cayeron un 8% a causa del cierre de plantas industriales.
En cuanto a la recuperación de la economía, el informe lo relaciona con el desempeño del sector de la construcción, que sufrió la paralización de la obra pública en 2016 y se reactivó a fines de ese año. La investigadora dijo: “Si bien los últimos meses dan un aumento interanual, hay que tener en cuenta que se está comparando con una situación negativa. Si miramos cómo afecta a los trabajadores industriales, todavía no se ven efectos positivos. La industria fue uno de los sectores más afectados y no tiene buenas perspectivas en tanto siga la política de apertura de importaciones que perjudica a muchas empresas”.
PERSIANAS BAJAS
El 2 de septiembre fue el Día de la Industria Nacional y desde APYME (Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios) publicaron un comunicado en el que advirtieron: “Según datos oficiales, la actividad industrial creció 6,6% en julio respecto de igual mes del año pasado. Aunque se pretenda ver en esta cifra una ‘consolidación del crecimiento económico’, en verdad sólo refleja un tibio rebote luego de más de un año de caída industrial, sin alcanzar los niveles de 2015”.
En diálogo con TSS, Julián Moreno, vicepresidente de APYME, sostuvo que “la reactivación en algunos sectores se puede asociar a la obra pública y productos que reactivan alguna industria, pero, si dura lo que dura el proceso electoral, no es muy esperanzador. Además, se trata de sectores en los que las pymes tienen poca incidencia. La industria textil sigue cayendo mes a mes y también lo hace el comercio. Todo lo que depende del consumo y del mercado interno está en franca decadencia”.
Entre las políticas que más afectaron, Moreno señaló al tarifazo energético, la merma del poder adquisitivo de los trabajadores y la apertura de importaciones. “El resultado es la destrucción de las pymes”, remarca. “Es difícil tener el número concreto de cuántas pymes cerraron el último año porque hay muchas que cuando cierran la persiana no se dan de baja en la AFIP, pero se estima que son unas 6.000. Y hay empresas que no cierran pero cuyos dueños están endeudados, sin márgenes a favor, tratando de sobrevivir”.
Al igual que González, el empresario tampoco es optimista respecto de que la crisis se supere en un futuro cercano. “No creemos que con esta gestión podamos lograr un escenario que revierta la situación actual. Lo que nosotros necesitamos es que los trabajadores tengan mayor capacidad de gasto y eso choca de frente con el modelo del Gobierno. No nos queda más que tratar de revertir las consecuencias e intentar que el impacto sea lo menos brusco posible, pero creo que el primer semestre del año que viene va a ser muy duro para las pymes”, concluyó.
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