Las reuniones sociales y la interconexión laboral entre las pequeñas ciudades de la ruta nacional 9 pusieron en jaque a la estrategia provincial contra el coronavirus al llegar al umbral de los 100 casos diarios.
La base del esquema que diseñó el Ministerio de Salud de la Provincia y el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) había sido detectar el infectado índice, rastrear sus contactos y cercar el brote. A los contactos estrechos, hisoparlos; a su alrededor efectuar testeos serológicos para hallar contagios por fuera de esos vínculos cercanos al paciente enfermo número 1. La otra pata de este diseño, fue apelar a la “conciencia social”, es decir al distanciamiento social, el lavado de manos, y la baja interacción social. A ello, le agregó un bajo control estatal –más activo al principio, más laxo desde hace casi dos meses-.
Funcionó muy bien en los brotes de Córdoba capital (Mercado Norte; Malvinas Argentinas-Ciudad de Mi Esperanza; Barrio Lamadrid-Alto Alberdi; Remedios de Escalada-Villa Libertador; y barrios Urquiza, Rivadavia y otros).
Pero Villa Dolores fue la primera alerta, sobre que la falta de control adecuado en el ingreso a la provincia (los tres operarios bonaerenses que llegaron para trabajar en la sucursal del Banco Nación), más las reuniones sociales (no sólo familiares) podían convertirse en un combo explosivo. Ese brote todavía no fue contenido totalmente, pese a que el primer caso data del 16 de junio.
Oliva y Marcos Juárez, fueron el punto de partida de dos brotes muy dinámicos, que empujan desde hace poco más de una semana hacia arriba las estadísticas de casos. Su potente crecimiento va de la mano de la actividad social y la interacción laboral y comercial de sus habitantes con las distintas localidades cercanas. Así el de Oliva se extiende a 10 pueblos y ciudades, incluida Villa María. Mientras que el de Marcos Juárez abarcaba hasta la noche del miércoles a tres localidades.
A su vez, que el plan oficial comience a resquebrajarse en el umbral de los 100 casos, revela que el sistema de salud pública, que fue ajustado de manera continua, desde 2015 hasta 2019, y que recuperó parte del personal perdido en ese lapso con motivo del inicio de la pandemia, no es lo suficientemente sólido en términos geográficos. Tampoco en cuanto a disponibilidad de recursos económicos y humanos. El equipo de rastreadores dispone de 28 personas, según la información oficial.
¿Qué hacen los rastreadores? Identificar los contactos de cada paciente confirmado. Con una media superior a los 50 casos confirmados por día, con distancias cada vez mayores a recorrer, las posibilidades de éxito de las tres partes del trabajo (Identificar, rastrear, cercar) se vuelven casi una utopía. A ello se agrega, como informó el COE, que hasta mediados de junio la cantidad promedio de contactos por persona enferma rondaba la decena y que en julio este número había crecido a 30. En el brote de Oliva se han efectuado 1800 hisopados y, por ejemplo, uno de los contagiados, el chofer del hospital Emilio Vidal Aval, había tenido 86 contactos en pocos días.
La ejecución presupuestaria de 2019 señala que se invirtieron en salud 19.836,4 millones de pesos, un 7,8 por ciento del total de recursos del Estado provincial, el porcentaje más bajo en la última década. Es decir, un punto de partida que obligó al inicio de una cuarentena temprana –igual que en todo el país-, el 20 de marzo, para preparar la infraestructura y el personal frente a los potenciales efectos de la pandemia. Luego de 123 días de aislamiento social en distintos grados, buena parte de la población juega a que mantiene la distancia. Cualquiera que camine por la calle puede contar igual cantidad de gente con barbijos que sin barbijos.
Por lo tanto, la combinación de un virus que disfruta de las fiestas y de los encuentros cercanos, con un sistema de salud con debilidades fruto del ajuste neoliberal que sufrió desde 2015, debería obligar a repensar las estrategias de acción oficiales.
La ventaja es que la acción desarrollada hasta ahora, ha permitido que la provincia tenga apenas el 3% de sus camas críticas ocupado. Por lo tanto tiene capacidad de absorber un pico de infectados mucho mayor al actual. Es decir, posee un margen muy importante.
Sin embargo, desbordada la primera línea, no es infinita la capacidad de contención de la segunda –la de tratamiento hospitalario-, sobre todo, teniendo en cuenta el crecimiento exponencial de los contagios que dispara el virus una vez que no tiene obstáculos.
—
>> Te invitamos a asociarte a ENREDACCIÓN: INGRESÁ AQUÍ. Hacemos periodismo.