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Ibiza, la isla blanca

El Dalt Vila, en la parte más vieja de la isla de Ibiza. (Foto: Gentileza).

Ubicada en el mar Mediterráneo, Ibiza —Eivissa, en catalán—, se ha convertido en uno de los lugares icónicos del mundo donde se conjugan la impronta hippie con la yuppie y la chic, más premium, de motos y autos deportivos de marcas legendarias, yates y mansiones de varios millones de euros.

¿Qué tiene esta Isla Blanca, como se la conoce, que a gente de rastas y ropa hindú la convoca junto con astros del deporte, estrellas del espectáculo, magnates y jeques a la celebración del verano?

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Sus fiestas, raves y discotecas, conocidas a nivel global, podría ser la primera respuesta, pero sin sus playas y calas paradisíacas, de aguas calmas y templadas, la isla no podría ser el destino turístico que es hoy.

SU HISTORIA

Los primeros asentamientos en la isla, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1999, datan de la Prehistoria, pero fueron los fenicios y los púnicos quienes se asentaron de manera estable. En 654  a.C., los cartagineses fundan la ciudad de ʾībošim, o isla del dios Bes en la misma ubicación donde hoy se encuentra la ciudad de Ibiza.

En el siglo II a.C., los romanos se hicieron con la isla, valorada por su producción de higos, lana, vinos y sal, y la llamaron Ebusus, mientras que los griegos que ya la conocían, junto a la vecina isla de Formentera, las denominaban islas Pitiusas por la gran cantidad de pinos.

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Con la caída de Roma, la isla fue cambiando de manos: vándalos, bizantinos y árabes, hasta que la isla tomó su actual configuración española tras la reconquista llevaba a cabo por el rey Fernando de Aragón, en 1235, quien luego de su victoria deportó masivamente a la población musulmana.

Ya en nuestros días, el siglo XX encuentra a una Ibiza empobrecida, con una economía basada en la pesca y el cultivo de papa, almendra y algarroba. A partir de los años ‘60, atraídos por precios muy bajos, las comunidades de artistas y hippies comenzaron a multiplicarse, confiriéndole una nueva identidad a la isla. Movido por esa nueva mística, el boom turístico no se hizo esperar, y los consecuentes ingresos económicos alcanzaron y superaron en poco tiempo a los provenientes de la pesca y el cultivo.

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CLIMA

El predominante de la isla es el semiárido, salvo en la parte noroeste, caracterizada por el clima mediterráneo. La temperatura media es de 18,3 °C, con máximas de 38,4 °C y mínimas de -3 °C. El verano, que corre desde el 21 de junio al 21 de septiembre, coincide con la época de menos lluvias, lo que asegura la posibilidad de que los turistas aprovechen su estadía estival a pleno sol.

SU NOCHE

Por supuesto que decir Ibiza es decir noche y fiesta. Discotecas como Amnesia, Pachá, Ushuaïa y Privilege siempre están en la cresta de la ola. De hecho, más de un disco de música electrónica sale de lives grabados allí por DJs de talla mundial —Tïesto, David Guetta, Carl Cox y Armin Van Buuren, entre otros—, quienes enfervorizan hasta entrada la madrugada a la concurrencia que quema calorías en la pista de baile o destila glamour en VIPs, donde ricos y famosos dejan —o evitan— ser fotografiados por sus fans.

La Disco Amnesia. (Foto: Gentileza).

Por fuera de las pistas de baile, las raves y las fiestas privadas en mansiones, yates o playas también hacen lo suyo bajo la estricta supervisión de la luna.

Un capítulo aparte es que en 2021, debido a la pandemia provocada por el coronavirus, las discotecas han permanecido cerradas. Su lugar lo ocuparon las fiestas en restaurantes como Cova Santa (de los dueños de Amnesia), con un valor inicial de la mesa de 200 € por comensal.

BAJO EL SOL

El abanico de posibilidades que ofrece la isla no se agota una vez que el sol inicia su reinado. Por supuesto que en el verano, cuando su mandato se intensifica, en la misma proporción lo hace su oferta.

Sus decenas de playas y calas —menos extensas que las primeras—, distribuidas a lo largo de los cinco ayuntamientos en los que se divide la isla: Ibiza, Santa Eularia del Río, San José, San Antonio Abad y San Juan Bautista, convocan a grupos de amigos, pero también a parejas y familias completas. Algunas de arena y otras de piedra, todas tienen el común denominador de sus aguas cristalinas, azuladas y calmas. Entre las más conocidas están Cala d’Hort, con su parque natural y el mítico islote de Es Vedrà que algunos consideran sagrado; Platja de’n Bossa, donde se encuentran los afamados hoteles Hard Rock, Pachá y Ushuaïa, pertenecientes a las mismas cadenas y discotecas; Platja de San Antonio, recomendada para ir a ver el atardecer y donde se localiza el afamado Café del mar que entre finales de los ‘90s y principios de este siglo se hizo famoso por sus discos de chill out, Sas Figueretas.

El islote de Es Vedrà. (Foto: Gentileza).

Para los amantes del mar adentro hay propuestas de días en barco, yate o velero, así como alquiler de esos mismos vehículos y motos de agua. El submarinismo y los deportes acuáticos complementan la oferta.

Sus montañas, características del paisaje ibicenco, no se quedan atrás y ofrecen oportunidades para escaladas, trekking, ciclismo, motocross y excursiones en cuadriciclos, buggies y jeeps.

También, entre su gama de opciones se encuentran actividades relativas con el yoga y las terapias alternativas.

La zona del puerto también merece una visita, y no solo por los yates —algunos incluso con helipuerto—, que los magnates amarran a un costo que puede superar los 1000€ diarios. En conjunto con el paseo de Vara de Rey, constituye el centro comercial más extenso de la isla. Núcleo de la noche años atrás, en el último tiempo se ha reconfigurado para albergar una zona de cafés y una amplia oferta gastronómica y de locales comerciales donde comprar desde indumentaria típica de la isla o hindú, hasta marcas de cadenas como Zara y Mango, y otras más exclusivas, como Gucci.

El Dalt Vila es la parte más vieja de la isla. Edificada en la parte alta del puerto, su traza antigua de murallas aún se deja ver y, quien recorra sus calles de geometría medieval, podrá encontrar en su caminata la catedral, el castillo, el ayuntamiento, los baluartes y los polvorines, así como el Museo Arqueológico, el de Arte Contemporáneo, el Etnográfico y el Centro de Interpretación Yabisa Madina.

Una de las formas de llegar a Ibiza es por vía marítima. (Foto: Gentileza).

CÓMO LLEGAR

Por ser una isla, las dos maneras posibles de llegar son la marítima y la aérea. En ferry o barco desde Denia, Formentera, Mallorca, Barcelona o Valencia, el servicio es prestado por la empresa Balearia.

En avión, desde las españolas Barcelona, Madrid, Valencia y Sevilla, con vuelos regulares de Iberia, Vueling, Ryan Air, Air Europa y Transavia. Durante el verano hay más líneas y ciudades desde la que llegar, como París, Amsterdam y Londres.

DISTANCIAS

A la península ibérica (Denia), 79 km; a Mallorca, 80 km; y a Formentera, 3 km.

ALOJAMIENTO

Ibiza cuenta con una amplia oferta de alojamiento que se divide en hoteles de una a cinco estrellas, hostales, hostels, pensiones, apartamentos, pisos y casas que pueden reservarse con la misma empresa, propietario o inmobiliaria, así como con los sitios Booking.com, Hoteles.com o AirBnB.com entre otros.

GASTRONOMÍA

La cocina ibicenca cuenta con un surtido a base de pescado y de carne. Entre estas se encuentran el sofrit pagès de cordero o de pollo, el arròs de matances, la sobrasada ibicenca, el butifarró, la borrida de raya marina, el atún a la ibicenca, el bullit de peix, la coca de pebrera y el cuinat.

Por el lado de los postres se encuentran el flaó (tarta de queso), los orelletes, los bunyols y la greixonera.

En cuanto a las bebidas, Ibiza cuenta con una producción local de vinos, así como el vino payés no embotellado y un licor muy típico que incluso se lleva como souvenir: las hierbas ibicencas.

QUÉ LLEVAR

Diversos son los suvenires que llevar a los conocidos, pero los infaltables y típicos de la isla son la sal de Ibiza, el licor de hierbas ibicencas y la flaó. Otra opción es alguna escultura de la diosa Tanit, a quien fuera consagrada la isla junto con su consorte, el dios Bes. Y si al momento del regreso la melancolía apremia, bajo el lema “ojos que no ven, corazón que no siente”, bien podrían guardarse en vez de ser entregados y así rememorar la isla a través de sus sabores o sus deidades. Al fin de cuentas, lo que pasa en Ibiza, queda en Ibiza.

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1 Comentario

1 Comentario

  1. Washington Arís

    21 septiembre, 2021 a 07:45

    Gracias. Excelente información, que nos pernite conocer datos claves de Ibiza en una amplia gama de aspectos. Un modelo de reportsje turistico y cultural.

Comentario:

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