Pablo Espinoza sonríe. Faltan menos de diez minutos para que empiece el sexto juego de la final y el equipo está en pleno calentamiento. Luego de tomar unos cuantos lanzamientos, se acuesta abajo del aro y le hace una señal a alguien que está en la zona de prensa. Cómo si se tratara de un ritual, segundos después aparece Sol Ávila, la jefa de prensa del club, con una bolsa llena de… ¡tutucas!
“Antes eran alfajores pero este año cambié con las tutucas”, cuenta “El Negro”. Sí, aunque parezca extraño, Espinoza come un par antes del inicio o al final del juego, para calmar el apetito y tener energía. Justamente, el alero de Instituto es un especialista en transmitir esa energía al equipo cuando ingresa desde el banco. En estas finales no se está guardando nada, y con su capacidad atlética ha sido fundamental para conseguir rebotes, pelotas divididas e intensidad defensiva: “A uno le toca hacer eso, así que estoy contento porque obviamente al equipo le sirve y eso es lo principal”.
¿Cómo está el grupo luego de la victoria? ¿ilusionado?
El grupo obviamente que está confiado. Desde que arrancamos esta temporada hasta el día de hoy nos sentimos seguros y acompañados por el cuerpo técnico, los dirigentes que nos apoyan siempre. Asi que este momento lo estamos disfrutando mucho, pero no es para siempre. De la noche a la mañana tenemos que poner la cabeza en el juego 7 porque todavía esto no terminó.
¿Toda la vida comiste tutucas antes de jugar un partido?
Nono… antes comía alfajores y ahora como tutucas, no es una cuestión de cábala sino que siempre como algo siempre antes y después del partido o cuando estoy en la entrada en calor. Pero como un poco nomas, porque sino Sol se enoja mucho porque dice que le debo mucha plata con las tutucas (risas).
Stephen Curry, el jugador franquicia de los Golden State Warriors es un amante de los pochoclos e hizo un ranking de los estadios de NBA que mejor preparan esa comida, ¿Te animás a decir que ciudad tiene las mejores tutucas?
Na! (risas) Curry es Curry, yo soy Espinoza mirá si me voy a comparar. La verdad que en todos lados hay buenas, nunca fallan, pero en Buenos Aires hasta ahora no nos han dado resultado.
¿Cómo es eso? ¿Son mufas?
Y… no sé, pero para este último viaje allá, le voy a avisar a Sol que compre las de acá del kiosko, porque esas no fallan y las últimas que compró en Buenos Aires la verdad que no funcionaron.
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