La Especialista en Género y Políticas de Empleo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Valeria Esquivel, afirmó que “la medición del uso del tiempo es la pintura de lo que en realidad es la economía”.
La especialista se refirió de esta forma a los resultados definitivos de la primera Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT 2021), dados a conocer la semana pasada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
“Estamos acostumbrades a que la economía sea aquello que se transa en el mercado, que tiene precio. Y en términos de tiempo, esta es la pintura total. Las personas vivimos en sociedad, les niñes van a la escuela, les adultes están cuidados, con la suma de los trabajos remunerados y los trabajos no remunerados. No los vemos, pero cuando los vemos, si los quitáramos no funcionamos, y en algún punto, esto que es algo que la economía feminista viene diciendo hace un montón de tiempo”, dijo Esquivel a Télam.
Valeria Esquivel es economista feminista y diseñó y coordinó la Encuesta de Uso del Tiempo de la Ciudad de Buenos Aires en 2005, el primer antecedente que tiene nuestro país en la utilización de este tipo de instrumentos.
La especialista de la OIT explicó que las encuestas de uso del tiempo tomaron un impulso muy especial a partir de la Plataforma para la Acción de Beijing, surgida de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer realizada en 1995, “cuando se entendió que los países se comprometieron a medir el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado y la única manera de medirlo razonablemente es a través de las encuestas de uso del tiempo”.
Previo a la primera ENUT 2021, se realizaron otras experiencias como la Encuesta de Uso del Tiempo y Voluntariado en la ciudad de Rosario (2010) y la Encuesta de Uso del Tiempo en CABA, que se volvió a realizar en 2016.
Otro antecedente se dio en 2013, cuando el Indec anexó un módulo de uso del tiempo y trabajo no remunerado en la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU).
Esquivel dijo que los resultados de la ENUT 2021 “van a permitir relacionar esta información con las políticas públicas, porque esa es una dimensión muy importante. Nos va a permitir pensar y diseñar políticas a la vez que entender algunos rasgos particulares y algunos que son parecidos en otros países, que realmente están detrás de muchas de las desigualdades de género que observamos, en particular, en el mercado de trabajo”.
La ENUT 2021 puso en evidencia “las larguísimas jornadas de trabajo que tenemos aquellos que trabajamos remuneradamente”, destacó la economista feminista al analizar la cantidad de horas que dedican los varones (9.06 horas) y las mujeres (7.34 horas) al trabajo en la ocupación (trabajo remunerado).
“Esto entra en tensión con la posibilidad de brindar cuidados, pero aún las mujeres (que se encuentran) ocupadas, cuidan por 5 horas diarias en promedio. Estamos hablando de promedios de toda la población de 14 años o más, entonces, cuando tenés esos promedios, son altísimos en la comparación internacional”, analizó la especialista en Género y Políticas de Empleo del Departamento de Políticas de Empleo de la OIT.
En base a los resultados de la encuesta, la condición de ocupación no alteró el hecho de que sean las mujeres las que más tiempo le dedican a las tareas no remuneradas: mientras que los varones desocupados/inactivos realizaron en promedio poco más de 4 horas diarias de trabajo no remunerado, las mujeres ocupadas lo hicieron 5.39 horas por día.
“Una de las consecuencias de esto es la pobreza de tiempo y va a haber que hacer mediciones sobre la relación entre estas jornadas laborales tan altas y los salarios por una parte y por otra, las cargas de cuidado son tan importantes que aún los varones tienen 3 horas y pico, es más que el promedio en el mundo. Lo que pasa es que después las mujeres duplican el promedio”, señaló Esquivel.
En la Argentina, la organización social del cuidado depende principalmente del trabajo no remunerado que se realizaal interior de los hogares y dentro de estos recae, en mayor medida, sobre las mujeres.
A su vez, la posibilidad de adquirir servicios de cuidado en el mercado se encuentra estratificada según diferentes niveles socioeconómicos.
“Hay una suerte de compensación entre el trabajo doméstico y los ingresos. Por eso, en las mujeres el trabajo doméstico baja cuando sube la educación y supongamos suben los ingresos porque podés comprar sustitutos, al contrario, cuanto menos ingresos tenés, menos posibilidades de comprar sustitutos”, contrastó la especialista.
“En el extremo, las mujeres de hogares pobres que no están en el mercado de trabajo es porque ‘no paga’ -entre comillas- estar en el mercado de trabajo si no tenés como reemplazar todo ese cuidado que estás brindando”, analizó Esquivel.
De esta manera, la economista consideró necesario llevar adelante una serie de análisis más detallados que crucen los resultados con datos de los niveles de ingresos y pobreza (y pobreza de tiempo), ya que “lo más interesante es que esto te muestra el impacto que tendría brindar servicios de cuidado de calidad y el impacto distributivo que tendría a ciertos sectores de la población que hoy compensan eso con su propio trabajo”.
La ENUT 2021 dio cuenta que 4 de cada 10 hogares del país tienen población que requiere cuidados. En el total de hogares con población demandante de cuidado, aquellos con solo niñas y niños de hasta 13 años en su composición representan 8 de cada 10 (84,3% del total).
También reflejó que en lo que respecta a la oferta de cuidados, las instituciones encargadas de proveer esos servicios son la familia, el Estado, el mercado y la comunidad.
Además, los resultados arrojaron que casi la totalidad (98,6%) de los hogares con población que necesita cuidado lo resuelve a través del trabajo no remunerado de una persona del propio hogar o de familiares que residen en otros hogares.
Mientras que, quienes pueden contratar servicios domésticos y de cuidado en el mercado (a través de su remuneración) representan a menos de 1 de cada 10 de los hogares que demandan cuidado (8,9%).
En base a los resultados de la encuesta, el Estado y la comunidad presentaron una muy baja incidencia en la provisión de servicios de cuidado, debido a que las instituciones educativas, tanto públicas como privadas, no se consideraron como efectoras de cuidado.
Esquivel marcó un contrapunto con esta decisión metodológica ya que “los servicios de cuidado son educación y salud, entonces no poner educación acá y decir que el Estado participa en un 1%, yo no estoy de acuerdo con eso, y las comparaciones internacionales no se han hecho así”.
“Yo creo que el sistema educativo es muy importante y que considerar el rol del sistema educativo y la expansión y la universalización de 5, 4, 3 años esa es para mí la apuesta, entonces me resulta muy raro. Yo no hubiera tomado la decisión metodológica de excluir al sistema educativo, porque me parece que hace las dos cosas, educa y provee cuidados”, planteó la especialista de OIT.
> Con información de TÉLAM.
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