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Lula ya se muestra como presidente y Bolsonaro sigue sin admitir su derrota

El electo presidente de Brasil, Lula Da Silva. (Foto: Leo Vaca / Télam / Archivo).

El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió este lunes una ola de felicitaciones de líderes mundiales y hasta una visita del presidente de Argentina, luego de derrotar en las urnas al presidente Jair Bolsonaro, que sin embargo seguía sin reconocer la victoria de su adversario.

En un renacimiento de las cenizas tras no poder enfrentar a Bolsonaro en 2018 por una condena por corrupción anulada luego por irregular, Lula, de 77 años y símbolo de la izquierda latinoamericana, hizo historia el domingo 29 de octubre, al convertirse en la única persona en ganar tres veces la Presidencia de Brasil.

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El veterano dirigente que se forjó en la lucha sindical y política en la oposición a la dictadura militar derrotó a Bolsonaro, un excapitán del Ejército que reivindica el último golpe de Estado de Brasil, por 50,9% de los votos a 49,1% en el balotaje de los comicios presidenciales.

Lula asumirá el 1 de enero en medio de enormes desafíos, con un país partido en dos, el Congreso federal y numerosos estados controlados por partidos o líderes opositores aliados de Bolsonaro y un problemático presente para la economía de la mayor potencia de América Latina.

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En un reflejo de las tensiones con las que deberá lidiar, mientras Lula ya se mostraba como virtual presidente al recibir a Alberto Fernández y llamadas del estadounidense Joe Biden, el francés Emmanuel Macron y otros líderes del planeta, Bolsonaro, de 67 años, seguía sin hacer declaraciones públicas más de 18 horas después de difundidos los resultados.

Además, camioneros y otros manifestantes bloqueaban varias rutas y autopistas en varios estados de Brasil en una aparente protesta por la derrota de Bolsonaro, informó la Policía.

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Los mercados de Brasil reaccionaron con cierta volatilidad al triunfo de Lula, en gran medida por el silencio de Bolsonaro y las tensiones que afloraban pero también por la falta de definiciones del presidente electo sobre a quién encargará la conducción económica a partir del 1 de enero.

El presidente estuvo en el Palacio del Planalto, la sede del Poder Ejecutivo, en el centro de Brasilia, pero a media tarde fue visto salir sin tener contacto con la prensa, que dijo que se dirigía a su residencia oficial, el Palacio de la Alvorada, en medio de expectativa sobre un posible pronunciamiento.

En contraste con la actitud de Bolsonaro, sin embargo, dirigentes de derecha alineados con el presidente, entre ellos el gobernador electo del poderoso estado de San Pablo, reconocieron la victoria de Lula y se ofrecieron a colaborar y a trabajar juntos tras su asunción, el 1 de enero de 2023.

Consciente de sus retos, Lula reconoció en su discurso de victoria que le tocará gobernar “en una situación muy difícil” y abogó por el diálogo y por restablecer “la unidad” de los brasileños luego de una de las campañas más agresivas y violentas desde el retorno a la democracia, en 1985.

“Hoy, el único ganador es el pueblo brasileño. Es una victoria de un movimiento democrático que se formó por encima de los partidos políticos, los intereses personales y las ideologías para que la democracia fuera vencedora”, agregó en su discurso un hotel del centro de San Pablo.

El mandatario electo prometió gobernar para todos, tendió una mano a dirigentes de centro y hasta de derecha y dijo querer recuperar la prosperidad de la que gozó Brasil durante sus anteriores mandatos, de 2003 a 2010, cuando sus políticas sociales sacaron a unas 30 millones de personas de la pobreza.

Los cuatro años de Bolsonaro en el poder se vieron marcados por frecuentes choques con la Justicia, sus apelaciones a Dios y su oposición al aborto, al matrimonio igualitario y a la educación sexual integral, su escepticismo sobre el cambio climático y su negación de la gravedad del coronavirus.

El presidente, que sacó más de 58 millones de votos, afirma que Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT), traerá a Brasil el comunismo, legalizará las drogas y el aborto y hasta perseguirá iglesias, cosas que no pasaron los ocho años que fue presidente.

La elección, que siguió a una también ajustada primera vuelta ganada por Lula, fue la más reñida desde que Brasil recuperó la democracia, y la primera vez que un presidente en ejercicio fracasa en su intento de ser reelecto.

Ambos candidatos quedaron separados por un poco más de 2 millones de votos. Hasta ahora, la elección más peleada había sido la de 2014, que se definió por un margen de 3,5 millones de votos a favor de Dilma Rousseff, del PT, que derrotó a Aécio Neves.

El triunfo de Lula extiende una reciente ola de victoria de presidentes progresistas en varios países de América Latina, incluyendo Chile, Colombia, Perú, Argentina y Honduras, que había sido usada por Bolsonaro como un señal de alarma.

Su cordial encuentro con Fernández en un hotel de San Pablo sirvió a Lula para desplegar su percibida legitimidad y para mostrarse ya casi como presidente, asumiendo un virtual relanzamiento de relaciones con el principal socio comercial de Brasil tras años de vínculos dañados por Bolsonaro.

Lula retuiteó un video subido por Fernández en el que ambos se saludan con un fuerte abrazo en un salón del hotel antes de iniciar un encuentro a puertas cerradas.

Fernández dijo luego a periodistas que Lula era un “líder maravilloso”, que ambos hablaron “de lo que debemos encarar para adelante” y que Argentina será el primer país que el líder brasileño visite como mandatario electo, antes de su asunción.

El presidente electo recibió una ola de saludos y de buenos deseos de otros líderes mundiales, incluyendo llamadas telefónicas de Biden y Macron.

Biden y Lula “hablaron de la relación sólida entre Estados Unidos y Brasil y se comprometieron a continuar trabajando como socios para abordar desafíos comunes” como el cambio climático, la seguridad alimentaria, la inclusión y la democracia”, dijo la Casa Blanca en un comunicado.

El domingo, Biden dijo en un comunicado que felicitaba a Lula por su triunfo en “elecciones libres, justas y creíbles”, reivindicando su legitimidad luego de años de tensión con Bolsonaro por su cercanía al expresidente Donald Trump, su rival electoral y desconocedor de su triunfo en 2020.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo que los resultados de la elección en Brasil confirmaban la “gran autoridad política” de Lula y que esperaba continuar la cooperación bilateral.

La Unión Europea (UE) abogó por cooperar con Lula “en los desafíos globales: paz y estabilidad, prosperidad, cambio climático”.

Lula también recibió felicitaciones y elogios de líderes regionales progresistas o de izquierda, incluyendo los presidentes de Colombia, Gustavo Petro; Chile, Grabroiel Boric; Perú, Pedro Castillo; México, Andrés López Obrador, y de Cuba, Miguel Díaz-Canel.

LA TRANSICIÓN

En el bunker de la campaña de Lula, se barajaban varios nombres para el comando de la transición, como el vicepresidente electo Geraldo Alckmin; la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, y el exministro Aloizio Mercadante, coordinador del programa de Gobierno.

Lula mantuvo una serie de conversaciones con líderes mundiales. Además de Fernández, habló con Joe Biden y el presidente de Francia, Emanuelle Macron, entre otros. Ese reconocimiento era el buscado por la coalición lulista para neutralizar una supuesta negación de los resultados.

“Es algo malo para el país que Bolsonaro no acepte públicamente el resultado, pero tenemos una ley para cumplir el rito de la transición; estos contactos muestran cómo el mundo reconoce la importancia de la elección de Brasil”, dijo Hoffmann ante una pregunta de Télam, dentro del comando de campaña de Lula.

En ese marco, Hoffmann anunció que en esta transición Lula se tomará unos días de vacaciones y buscará centrarse en la agenda internacional. “La integración con América latina es un tema esencial”, aseguró.

El PT y sus aliados iniciarán una serie de contactos para negociar alianzas con parte del oficialismo no bolsonarista, mientras trascendió que el único encargado de la transición sería el general retirado Walter Braga Netto, exjefe de gabinete que fue candidato a vice en la reelección frustrada de Bolsonaro.

Los movimientos forman parte de grupos de la extrema derecha que protestaron por un supuesto fraude y acusan al Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema) de haber librado a Lula de su causas penales para derrotar a Bolsonaro, en una de las fake news que circularon por la campaña electoral.

Según CNN Brasil, Bolsonaro quiere denunciar algunas “injusticias” de la Justicia electoral en su contra antes de reconocer los resultados, una declaración que sería política y no legal y que no impediría el inicio del trabajo de la transición. “Será una transición desordenada”, dijo una fuente del oficialismo citada por la radio CBN.

Bolsonaro neutralizó también la posición hacia Lula del vicepresidente Hamilton Mourao, general retirado que fue elegido senador: “Hasta que no se pronuncie el presidente Bolsonaro no lo haré”, advirtió el general que había amenazado con destituir a jueces de la corte debido a la mayoría derechista en el Senado.

> Con información de TÉLAM.

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