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Dos casos similares en Córdoba y Villa Gesell: los puntos de contacto entre los crímenes de Emanuel Balbo y Fernando Báez Sosa

Emanuel Balbo trata de aferrarse a la baranda, pero no lo conseguirá. (Foto: Mariano Paiz / Archivo).

Aunque parezca increíble, el asesinato de Emanuel Balbo (22) -acontecido en el estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba, cuando hinchas de Belgrano lo acusaron de ser simpatizante de Talleres y lo arrojaron desde la tribuna-, por el lado que se lo mire, es similar al crimen del pibe Fernando Báez Sosa (18), en Villa Gesell. A Emanuel lo mató una “manada” futbolera. A Fernando, una “manada” de rugbiers.

Dengue - La Pampa

El tema, es que el caso de Balbo no tuvo la repercusión pública que alcanzó el asesinato de Fernando ni tampoco tuvo marchas de repudio contra los delincuentes que hoy están cumpliendo prisión en la cárcel de Bouwer. Incluso, esas penas no alcanzan para tapar semejante salvajismo, porque fueron más de 50 personas las que golpearon a Emanuel en su desesperada corrida.

Fernando Báez Sosa.

Epec

Vamos a contar la historia del pibe cordobés. El 14 de abril de 2017 se jugaba el clásico entre Belgrano y Talleres sin público visitante. Emanuel, ese sábado, compró unas zapatillas “caras” y se quedó sin dinero. Entonces le pidió plata a su padre (Raúl), quien se la prestó y se fue a la cancha con un amigo. Al llegar al Kempes, se encontró con Oscar “Sapito” Gómez, quien había sido condenado por la Justicia en 2012, por matar a Agustín, uno de los hermanos de Balbo. Cabe recordar que “Sapito” había sido hallado culpable de protagonizar una picada en barrio Ituzaingó, por la que recibió una pena condicional de dos años y medio. “Sapito” Gómez le recriminó a Emanuel: “¿Qué haces acá, si sos hincha de Talleres como tu viejo?” y lo insultó, pese a que Emanuel llevaba puesta la camiseta de Belgrano, al igual que su amigo.

Emanuel Balbo corre en la tribuna popular de Belgrano poco antes de ser empujado. (Foto: Mariano Paiz / Archivo).

En el entretiempo, “Sapito” Gómez siguió insultado a Emanuel. Otros hinchas también empezaron a insultarlo. “Andate, vos sos de Talleres, Gallina culiada”, acusó Gómez. Y la horda salvaje, empezó a pegarle, escupirlo y correrlo por las escaleras de la tribuna Daniel Willington. Eran aproximadamente 70 escalones y el pibe empezó a bajar desesperado. Unos cincuenta vándalos (algunos nunca fueron identificados) le pegaron en la espalda, la cabeza y la nuca. Hasta que llegó a la baranda, y los asesinos terminaron por empujarlo, mientras Emanuel trataba de agarrarse de los caños. Fue inútil, cayó al vacío, golpeando con su cabeza en el cemento. Todos lo seguían insultando. Uno de ellos, no tuvo mejor idea que robarle las zapatillas mientras agonizaba. Llegaron los paramédicos y los delincuentes no querían que le salvaran la vida. Una médica fue insultada por atenderlo y empujada para sacarla del lugar. Después, Emanuel fue trasladado al Hospital de Urgencias, donde el lunes, dos días después, murió por un derrame cerebral.

El clásico -como si nada- se siguió jugando. Los que lo tiraron a Emanuel se quedaron en la tribuna popular gritando por Belgrano y hasta uno de ellos hizo una sonrisa por “la hazaña” que acababan de consumar. La sanción para Belgrano fue que jugara un par de partidos sin público local. A través de las cámaras de seguridad, se identificaron a algunos de los agresores y “Sapito” Gómez se entregó a la Justicia y argumentó que él no lo había matado.

Hubo llamados al padre de Emanuel de parte del presidente Mauricio Macri ofreciendo todo tipo de ayuda. “Fue una linda charla, pero a mi hijo nadie me lo devuelve vivo”, dijo Balbo padre. También lo telefoneó el presidente de AFA, Claudio “Chiqui” Tapia y la respuesta del papá fue contundente: “Necesito urgente un cerebro porque Emanuel se muere”. Alejandra, la mamá, no podía salir de su conmoción. “Este hijo de puta (por “Sapito”) no me mató un hijo, fueron dos y nunca pidió perdón”.

Raúl Balbo, el padre de Agustín y Emanuel, en la puerta del Hospital de Urgencias, en 2017. (Archivo).

La Cámara 12 del Crimen de Córdoba condenó a seis de los siete implicados, por asesinato. “Sapito” Gómez recibió 15 años, a los que se le sumaron los 2 años y medio por la muerte del Agustín Balbo, el hermano de Emanuel, de 12 años, pena que estaba en suspenso. Fue acusado de instigador de “homicidio agravado”. Sin embargo, el abogado penalista Carlos Hairabedián se animó a decir que Gómez no era culpable, porque no estaba en el lugar en donde lo empujaron al vacío en el Kempes. Mucha gente repudió al abogado. “Yo no quise matar a nadie”, alegó Gómez en su defensa.

Alejandra, la mamá, no estuvo de acuerdo con el fallo: “A mi hijo no me lo devuelven nunca más”. Raúl, el papá, dijo que “no hay justicia, le deberían haber dado 20 años a cada uno”.

Hugo Acevedo, el que le robó una de las zapatillas, recibió una condena de dos años de prisión condicional, acusado de “robo calamitoso”. Las otras condenas fueron para Matías Oliva (10 años y ocho meses), Martín Darío Vergara (11 años y siete meses), Yamil Salas (siete años y dos meses), y Pablo Robledo (siete años y dos meses). En tanto, Cristian Oliva fue absuelto.

Después de ese fallo, comenzó un nuevo calvario para la familia Balbo. Los familiares de los presos los comenzaron a  amenazar. Hasta balearon la casa del testigo Alejandro Pacheco. Los Balbo debieron cambiar de domicilio. Alejandra “culpó” a su marido Raúl de la muerte de Emanuel por haberle dado dinero para ir al Kempes aquel día y el matrimonio se disolvió. El hombre tuvo que cerrar su taller mecánico. Cuando cobró el seguro de vida de Emanuel, un amigo le pidió plata para poner un negocio y desapareció sin dejar rastro. Le iba a hacer juicio a Belgrano, a Talleres y a la AFA, pero desistió. Se quedó sin trabajo y no podía pagar los servicios de su casa. El gobernador provincial, Juan Schiaretti, se enteró de su situación y le dio trabajo en el gobierno provincial como mecánico. “Eso me salvó”, contó tiempo después Raúl. Se enfermó y debió ir a un psicólogo para salir de la crisis en la que se encontraba. Dice que votó a Mauricio Macri porque quería un cambio en el país.

Hoy, lamenta también que la gente, los directivos y los jugadores “se olvidaran rápidamente de Emanuel” y del crimen. Hace unos pocos días comentó: “Lo de los rugbiers me hizo acordar mucho a lo que le pasó a mi hijo en el Kempes. Estos son unos asesinos como los de Emanuel. Y menos mal que la prensa y la gente siguen insistiendo en estos vándalos que mataron a Fernando en Villa Gesell”.

Dos hechos similares. Dos muertes absurdas a manos de violentos que actuaron en “manada”.

VER Caso Emanuel Balbo: los jueces dicen que cayó porque fue golpeado violentamente.

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