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El otro, el enemigo

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El enemigo político de esta hora emerge de la controversia más pueril, como de las argumentaciones más cerebrales. Ambos disparan sobre el otro como si se tratara de un blanco a perforar, como una amenaza a cierto imaginario venturoso e inclusivo. Me anticipo y digo: Todas las certezas son válidas.

“No desprecio a los hombres. Si así fuera, no tendría ningún derecho, ninguna razón para tratar de gobernarlos. Los sé vanos, ignorantes, ávidos, inquietos, capaces de cualquier cosa para triunfar, para hacerse valer, incluso ante sus propios ojos, o simplemente para evitar sufrir. Lo sé: soy como ellos, al menos por momentos o hubiera podido serlo. Entre el prójimo y yo, las diferencias que percibo son demasiado desdeñables como para que cuenten en la suma final… los hombres más opacos emiten algún resplandor: este asesino toca bien la flauta, ese marino que desgarra la espalda de los esclavos es quizá un buen hijo. Ese idiota compartiría con nosotros su mendrugo. Y pocos hay que no puedan enseñarnos alguna cosa…”

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La Pampa

Adriano, que contempla la naturaleza humana, decide darle una chance a lo que hoy llamaríamos diversidad social, sin ceder por ello su condición de mando. El otro como fuente y como propósito. Claro, la mirada en cuestión es hija legítima de un prodigio avasallante, Marguerite Yourcenar, y del filo acerado de la historia universal.

COMPLEJIDADES

El enemigo político de esta hora emerge de la controversia más pueril, como de las argumentaciones más cerebrales. Ambos disparan sobre el otro como si se tratara de un blanco a perforar, como una amenaza a cierto imaginario venturoso e inclusivo. Me anticipo y digo: Todas las certezas son válidas.

Epec

Yo me sigo interrogando. ¿Desde qué elevación ideológica hay que mirar la evolución de la causa nacional para no caer fulminado por la desacreditación? ¿Qué tanto de izquierdas hay en la matriz del kirchnerismo? ¿Qué tanto fascismo hay en esa clase media cacerolera que odia al Gobierno y cancela la memoria sobre nuestro pasado?

Es enteramente probable que después de casi 30 años de construcción democrática aún no consigamos caminar sobre una aguda conciencia reflexiva. La realidad es un amasijo de complejidades que no podríamos meter en un mismo espacio político sin decidir grandes renunciamientos, blandir mentiras como espadas o defender con fervor nuestras verdades.

Río Cuarto - Empleo

El país sigue cruzado de enfrentamientos y en este territorio de hostilidad cada uno de nosotros juega su papel –lo admitamos o no– incorporando razonamientos o blandiendo alegatos. Asumo que al decir “hostilidad”, el Gobierno nacional y su militancia interpretan que se habla de ellos.

No obstante, el sustantivo no es excluyente, en tanto que de esa hostilidad también se valen los grupos económicos –a los que nada les importa la voluntad general entendida como renunciamiento tácito a los intereses individuales–, esperando la disolución del poder político para restituir las estructuras de dominación y coloniaje, las mismas estructuras que llevan a los sectores populares a replantearse la lógica de esta fase del capitalismo.

América latina es oportunidad para el mundo en descomposición, dijo poco tiempo atrás el presidente Evo Morales. El hedor –y el dolor– que nos llega del otro lado del Atlántico es ese tejido político-económico y social corrompido por el veneno del ajuste que calculan y vuelven a calcular los verdaderos centros de poder universal.

CLASE MEDIA

Pero, ocupándonos otra vez de estas reyertas, ¿puede uno estar seguro de que todos los que habitan este presente furibundo son leales con su conciencia política, en el plano que decida su participación cívica?

A esta altura de los acontecimientos, no hay dudas de que en la esfera oficial hay mucha convicción, pero también hay demasiados que viven del presupuesto. Ese abrigo les calienta la retórica; y, aunque tal condición no invalida sus expresiones, sus razones quedan atrapadas en un falso paso de compromiso participativo y genuino.

¿Cuánto de lo escrito apologéticamente, enalteciendo hasta el gesto más venal, debe uno entender como verosímil en su concepción, digamos, doctrinaria? Cualquier crítica hacia la marcha de los asuntos públicos, desde hace 10 años confiada a las mismas manos, es velozmente demolida en clave “antisistémica”.

El kirchnerismo quiere creer realmente que bajó de Sierra Maestra, aunque las figuras de Mayo sean las que caminan en el vecindario de la Rosada. “En toda revolución, hay tres clases de individuos: la primera, los adictos al sistema que se defiende; la segunda, los enemigos declarados y conocidos; la tercera, los silenciosos espectadores, que manteniendo una neutralidad, son los verdaderos egoístas”. El Plan de operaciones, de Mariano Moreno, no dejaba dudas sobre la conducta a aplicar en cada caso. Esa ha sido la propuesta todos estos años.

Tal vez la cuestión de la clase media no sea sólo una emboscada para herir de muerte cierto imaginario; recordemos que de sus filas saltaron los cuadros mejor preparados de la guerrilla armada setentista. En la fiereza con que se la interpela parece haber, además, un mensaje menos encriptado: dentro de la clase media, no hay opciones fuera del kirchnerismo, ¿está claro? A su frente, ¿cuántos de quienes hablan atragantándose de estulticias creen realmente lo que dicen? No bastan un par de conjeturas para establecer una certeza.

En dictadura, no sólo muere la divergencia o la palabra disidente: mueren los hijos del pueblo. Quienes gritan así ultrajan la memoria de todos y cada uno de los que cayeron bajo la peor cacería humana jamás soportada en este país. En la barbarie, mueren los inocentes, por mucho que hayan empuñado un arma, porque en la oscuridad no dirime el derecho sino el fuego.

Tal vez nuestra propia inmadurez nos lleve de la mano a la hora de construir alternancia o proponer vías de conciliación. La confrontación ha sido parte de nuestro pasado; no es cuestión de asustarse ni ver en ello un armagedón destructivo. Pero la diversidad seguirá concediéndonos chances para llenar esos vacíos de representación que todavía padecemos en grandes bolsones de la vida política.

“La tendencia política general de la inmensa mayoría de la sociedad es ser gobernada lo más barato posible, ser gobernada lo menos posible, ser gobernados por los más capacitados y de una forma que asegure completamente la tranquilidad pública”, decía Henri de Saint Simon, el visionario y teórico socialista del siglo XVIII.

Al escribir esta columna, renuncié expresamente a incorporar datos radiográficos de otro celebrado pasaje electoral. Ya se dijo mucho al respecto. Sólo me detuve en lo que creo es, hasta aquí, al menos, nuestro acertijo indescifrable: este intento berreta de replicar lo sucedido hasta Caseros, Cepeda o 1945. Con todo, aquí estamos parados, a 30 años de la recuperación democrática. Mirando al otro con los puños levantados, como si la dictadura, Malvinas, 2001 y la pobreza sobreviviente de muchos hermanos no hubiera provocado bajas en cada uno de los que aún hoy construimos a diario ese nosotros irrenunciable: la Nación Argentina.

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* Este artículo fue publicado originalmente en agosto de 2013 en el blog del autor.

* Néstor Pérez es periodista y autor de “La palabra incómoda”.

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