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El inexplicable voto argentino

Imagen del debate en Santiago del Estero. (Foto: Emilio Rapetti / Télam).

El realismo mágico latinoamericano expresa el esplendor de la literatura latinoamericana.

El colombiano Gabriel Garcia Marquez, el peruano Mario Vargas Llosas, los argentinos Julio Cortazar y Ernesto Sabato, el cubano Cabrera Infante, el chileno Jose Donoso, el uruguayo Benedetti y el mexicano Carlos Fuentes fueron sus símbolos.

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La magia aparecía en esta literatura como parte de la realidad. A diferencia de Mary Poppins, Macondo y Aureliano Buendia eran seres de la realidad.

En la Argentina del 2023, esta expresión resulta muy apropiada para entender lo inexplicable en estas elecciones presidenciales.

Y aclaro. El fenómeno Milei es mucho más explicable que el fenómeno Massa. Porque Javier Milei expresa el hartazgo y la bronca de una sociedad humillada por gobernantes corruptos durante más de 20 años. Pero, está claro, que la bronca hasta allí llega. No califica para dar gobernabilidad. La bronca esta mucho más cerca de la inestabilidad emocional que de la racionalidad gubernamental.

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En cambio, el voto a Sergio Massa resulta inexplicable en términos de mínima racionalidad analítica.

El candidato Massa es el súper ministro de Economía de un país con una inflación anual del 160% y una pobreza que supera el 42%. Con una vicepresidenta con condena primaria por corrupción y lavado de activos.

Massa expresa un modelo de acumulación de poder impregnado de corrupción y de nulo crecimiento de su PBI per cápita. El de mayores índices de inflación y pobreza en el subcontinente americano.

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Pero además Massa expresa la impunidad que tiene la corrupción en Argentina. Massa es la última escena de una película donde están Martín Insaurralde, los bolsos de José López, los hoteles de Cristina Fernández de Kirchner, el acuerdo con Lázaro Báez, y la designación de la jueza Ana María Figueroa para garantizarle impunidad a Cristina.

Con el agravante de que Massa es un sobreviviente en ese modelo de poder K. Sus convicciones y lealtades ideológicas son mínimas. Ha sido leal a Domingo Cavallo, a Carlos Menem, a Néstor Kirchner, a Cristina y a Alberto Fernández. Y con todos ha ido y ha vuelto.

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El verdadero dilema de la Argentina del 2023 no es el de saber cuál de los tres candidatos ganará la presidencia. Sino el de entender por qué Massa recibe el 27% de los votos de una sociedad humillada y ofendida por el poder que el representa.

¿Por qué razón misteriosa una sociedad culta, educada y generosa vota por un político con esta historia conocida y publica como la que tiene Massa?

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Lo de Milei es mucho más explicable. La bronca, la desesperanza, el hartazgo. Pero Milei expresa lo que en el mundo económico se denomina el “economicismo”. La ingenuidad de creer que el problema argentino es solo económico, monetario o fiscal.

El problema argentino es sistémico. Un sistema de construcción de poder político, económico y sindical, impregnado de corrupción y con impunidad judicial garantizada, es el que está explotando en este momento.

Ese sistema solo se cambia con medidas sistémicas. Económicas, monetarias, fiscales, judiciales, laborales y culturales.

La dolarización de la economía es un instrumento puramente monetario que por sí solo no devuelve confianza de los argentinos en la ley y en la justicia.

El informe de la Comisión de expertos del colegio de Abogados de Cordoba del 2018 muestra con solidas encuestas de 20 años que el 82% de los argentinos declara tener “escasa, baja o nula confianza en la justicia y en la ley”. Y que el costo económico de la corrupción por sobre precios en la obra pública nacional, asciende a 30 mil millones de dólares en 10 años en el periodo analizado del 2005 al 2015.

El economista Paolo Mauro del Banco Mundial elaboro un modelo matemático que mide la relación directa que hay entre índices de corrupción y crecimiento del PBI.

Esto quiere decir que el atractivo de Milei, que es la bronca justificada del argentino, no servirá para gobernar la Argentina porque las reformas económicas deben estar acompañadas por reformas judiciales, laborales y educacionales que devuelvan confianza social en la ley y en la justicia.

El Kirchnerismo fue hábil y audaz para crear un sistema de acumulación de poder basado en sobreprecios, sobornos y lavado de activos. Con jueces del poder que garantizaban impunidad y con un discurso de DD.HH. que lo convertía al Kirchnerismo en propietario de ellos.

La Inflación es la fiebre, pero no la enfermedad. La inflación es desconfianza en la moneda y ella no puede revertirse, mientras no se recupera confianza en la Justicia y en la Ley

Nos queda Patricia Bullrich. Dependerá de su honestidad intelectual y su valentía política para enfrentar ese modelo de poder que lleva 20 años de plena vigencia, y del que Massa es su ultimo heredero.

Patricia deberá desprenderse de muchas herencias del macrismo. Carlos Melconian no alcanza. Sus diferencias con Milei son instrumentales.

El próximo presidente de los argentinos deberá presentar al Congreso en 30 días una Mega Ley que comprenda las reformas monetarias y fiscales. Al mismo tiempo una reforma de fondo del sistema judicial que termine con la impunidad de la corrupción. Es decir, de 14 años de procesos en los juicios por delitos del poder.

Una reforma del Código Penal con agravantes punitivos para los funcionarios de alto nivel. No aumentos de penas. Sino agravantes. Que se redefina la figura de funcionarios públicos en los términos de la Convención de Caracas.

Los que están al “servicio del Estado”, como son los concesionarios, son funcionarios públicos en términos de su responsabilidad civil y penal.

Una reforma en la currícula del sistema educacional que incluya los tratados de DD.HH. y a la corrupción como violación a los DD.HH. y su costo económico para la sociedad.

Solo con una Mega Ley, con medidas de cambios estructurales en economía, Justicia, sindicalismo y cultura, podremos los argentinos alejarnos del caos de la hiperinflación. La dolarización, la pesificación o el bimonetarismo son medidas instrumentales que no alcanzan. Menos aún, continuar con el modelo de poder K que sólo nos conduce a una    cultura de la pobreza tal como lo analizara Oscar Lewis en los “Los Hijos de Sánchez”.

* Juan Carlos Vega. UC Córdoba. UC Lovaina.

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1 Comentario

1 Comentario

  1. Alejandro Depalma

    6 octubre, 2023 a 10:55

    Impecable lectura de la confusión actual del votante argentino. Esperemos que en esta materia nuestra sociedad madure, como otras que no quieren que les “regalen” nada, pues ya han aprendido que ese pan que les dan hoy sin pagar nada a cambio luego les costará su libertad moral e intelectual a ellos y a sus decendientes, tal como vemos en las marchas llenas de gente que no sabe para qué va, pero las monedas que le dan les permite vivir un día más

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