“La memoria despierta para herir a los pueblos dormidos que no la dejan vivir libre como el viento”. La memoria – León Gieco.
El 24 de marzo de 1976, es una fecha que ensombreció la historia de nuestro país. Fue la bisagra que profundizó un sistema represivo, de persecución y desigualdad que ya había tenido distintas caras y versiones años antes.
Pero también, la lucha contra el silencio y el olvido, convirtieron el 24 de marzo en el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia. Fue la fecha elegida por el pueblo argentino y los organismos de derechos humanos, que enfrentaron y denunciaron las atrocidades de la última dictadura cívico/militar, para que la llama de la MEMORIA se refuerce año tras año y que, en consecuencia, NUNCA MÁS ocurra algo así en nuestro país.
Uno de los métodos que siempre tuvo la memoria para permanecer ante la amnesia de los pueblos, fue el arte. A través de las expresiones artísticas se ha dado testimonio a lo largo de la historia, sirviendo de susurro permanente en la memoria colectiva: El Guernica de Picasso para denunciar los bombardeos a la población civil de Guernica en plena Guerra Civil, películas como el Niño de Pijama a Rayas, cuya atmósfera principal son los crímenes del nazismo en sus campos de concentración o canciones como “5 siglos igual” de León Gieco, para repasar los crímenes y vejaciones hacia los pueblos originarios de América.
Es esa militancia a través de una expresión artística la que lucha contra el olvido, la que resguarda la vida democrática y la libertad de nuestra sociedad. Enterrar nuestro pasado, puede tener la triste consecuencia de repetir viejos errores y caer en la justificación de prácticas crueles e inhumanas, que alteren o despojen a las personas de sus derechos humanos fundamentales.
47 años después del golpe militar y 40 desde el retorno a la democracia, la memoria nos sigue interpelando y demostrando que su presencia no es un mero capricho de memoria histórica. Esa interpelación, como ya citamos, se practica desde el arte, que se expresa y se ve inspirada y comprometida en el tema, para ofrecernos a través de la literatura, la música y el cine un testimonio para las nuevas generaciones. En el ámbito de lo ocurrido en nuestro país y puntualmente en la última dictadura, podemos citar el ejemplo grandes obras cinematográficas y de reconocimiento internacional, como lo son, La historia oficial, de Luis Puenzo; con destacadas actuaciones de Norma Aleandro y Héctor Alterio, y la reciente película protagonizada por Ricardo Darín y dirigida por Santiago Mitre, Argentina 1985.
La vigencia de tema, a través del arte y la militancia a través de ella permite que, décadas después, se siga reclamando por la desaparición de 30 mil personas en nuestro país y cuyo reclamo y búsqueda permanente, logra a su vez, la recuperación de identidades de nietos apropiados en la última dictadura o que se identifiquen y restituyan restos de desaparecidos a sus familias. Tal es el caso de reciente de la identificación de los restos de Rosa Rina Alarcón Robin, quien tenía 27 años cuando fue secuestrada, el 27 de octubre en 1976 en la provincia de Tucumán.
Mantener viva la memoria es un trabajo de todos, una bandera e invitación que nos han enseñado las madres y Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que con su reclamo inclaudicable y permanente no han buscado más que justicia por los crímenes cometidos y que sus responsables se enfrenten a un tribunal.
Nuestra tarea es no olvidar, seguir pidiendo justicia y no dejar de decir… NUNCA MÁS, porque como reza una canción de Litto Nebbia… “Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos puede suceder la misma cosa. Son esas mismas cosas que nos marginan, nos matan la memoria, nos queman las ideas, nos quitan las palabras”.
* Por Máximo Brizuela, secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).