El bioquímico e investigador ganador del Premio 2021 de la Fundación Bunge y Born, Diego de Mendoza, destacó la importancia de “hacer ciencia en el país”, formar jóvenes científicos y aseguró que es “un honor” ser reconocido por esta institución, en las vísperas de la ceremonia de entrega del galardón.
“La investigación básica, estudiar lo desconocido siempre me pareció apasionante”, expresó De Mendoza, quien fue destacado por su producción de conocimiento científico “de excelencia” en el estudio de las bacterias, por lo que será premiado este miércoles en una ceremonia que podrá seguirse de manera virtual.
La microbiología, disciplina elegida este año para los premios Bunge y Born por su “rol clave en el estudio de enfermedades infecciosas” y su especial relevancia durante la pandemia, da la posibilidad de que “en laboratorios relativamente pequeños, que generalmente son los más comunes en Argentina, podamos conseguir avances fundamentales”, explicó el investigador de 72 años.
De Mendoza es doctor en Bioquímica por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y Profesor Honorario de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), donde da clases hace 35 años.
En diálogo con Télam, el científico consideró a la investigación como “esencial para el crecimiento del país” y destacó el rol de la investigación básica, sin la cual muchos desarrollos posteriores “no serían posibles”.
Oriundo de Jujuy, De Mendoza aseguró que fue en el secundario, realizado en el Colegio Nacional de Jujuy, donde tuvo un profesor de química que “ponía mucho empeño en transmitir los conocimientos” y que le despertó “pasión por la química”.
“Mi padre, empleado en una imprenta, había llegado nada más hasta segundo grado de secundaria, y mi madre era maestra. Ambos tenían mucho respeto por la cultura y la educación”, relató.
Una vez finalizada la secundaria, inició sus estudios en bioquímica en la Universidad Nacional de Tucumán.
En la década de 1970, en la que “había muy poco dinero para investigar”, De Mendoza fue becado por el Conicet para realizar un posdoctorado en la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, donde comenzó sus estudios en microbiología molecular, que derivaron en importantes descubrimientos con impacto internacional.
Al regresar al país, con “un gran entusiasmo por aplicar acá todo lo que había aprendido allá”, el científico comenzó a dar charlas y clases en la UNR, donde predominaba “la ilusión por mejorar el conocimiento en un contexto de vuelta a la democracia”.
Allí pudo fundar el Programa Multidisciplinario de Biología Experimental del Conicet (Promubie), que luego dio lugar a la creación del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), del cual fue cofundador y director y que hoy es un espacio líder de bioquímica en la Argentina.
De Mendoza fue también destacado por su “continua contribución a la promoción y generación de recursos para el desarrollo de la ciencia en el país”, especialmente en la promoción del desarrollo y perfeccionamiento de numerosos jóvenes científicos.
Justamente fue junto a “jóvenes muy brillantes” que consiguió el hallazgo pionero a nivel mundial de una proteína bacteriana que monitorea si hace frío o calor y adapta la fisiología de la bacteria de acuerdo a la temperatura.
Se trató de un hallazgo “muy novedoso y reconocido en el mundo”, que luego fue utilizado por empresas biotecnológicas para el desarrollo de biocombustibles, el diseño de plásticos biodegradables o para la biotransformación de residuos agroindustriales en productos de alto valor agregado.
Por toda su trayectoria, la Fundación Bunge y Born lo homenajeará con el Premio Científico que entregan ininterrumpidamente desde 1964 y que es uno de los reconocimientos más importantes del ámbito científico nacional, con prestigiosos jurados y participantes.
Respecto del premio, el científico dijo que le causó “una gran satisfacción” y que es “un honor”, ya que fue recibido previamente por “científicos extraordinarios de la Argentina”, como el Premio Nobel Luis Federico Leloir; e investigadores como Rolf Mantel, Roberto Salvarezza y Gabriel Rabinovich, entre otros.
Por su parte, la microbióloga Natalia de Miguel recibirá el Premio Estímulo que la Fundación Bunge y Born entrega a jóvenes investigadores desde 2001, en este caso por sus estudios “originales y de alta calidad” sobre un parásito que provoca una de las enfermedades de transmisión sexual “más frecuente en humanos”.
De Miguel (43 años) es doctora en Biología Molecular y Biotecnología por la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), investigadora del Conicet y la primera mujer en ocupar el cargo de vicedirectora del Instituto Tecnológico de Chascomús (Intech), localidad donde reside desde hace unas dos décadas.
Hija de dos bioquímicos dedicados a la clínica, la investigadora relató que los laboratorios son “moneda corriente” para ella ya que desde muy chica acompañaba a su madre a trabajar y pasaba “largas horas sentada en el microscopio para entretenerme”, lo que la motivó a iniciar su camino en la labor científica que le parece “fascinante”.
El parásito al cual se dedica, denominado Trichomonas vaginalis, y por cuyas investigaciones es premiada, causa una de las enfermedades de transmisión sexual (ETS) “más prevalentes en el mundo” luego de las virales.
De un total de 376 millones de casos de ETS no virales anuales a nivel mundial, alrededor de 156 millones son causadas por este parásito, que está “pobremente estudiado” internacionalmente.
Además, la mayoría de los hombres y el 50% de las mujeres “son asintomáticos”, por lo cual la enfermedad no es tratada y se asocia “a complicaciones como infertilidad, mayor riesgo de contraer HPV o HIV, desarrollo de cáncer cervical o prostático”.
Dada la cantidad de infecciones “cada vez hay mayor cantidad de cepas”, algunas de las cuales ya son resistentes al único tratamiento existente, por lo que es “muy importante y necesario” conocer más acerca del parásito.
“La pandemia nos enseñó que la microbiología y todo tipo de investigaciones son importantes porque antes nadie hubiese comprendido por qué se estudiaba una infección que afectaba a murciélagos. Hoy estamos agradecidos, porque fueron la base para desarrollar una vacuna en un año, algo impensado”, concluyó la investigadora.
La ceremonia de entrega del Premio Científico y el Premio Estímulo de la Fundación Bunge y Born será el miércoles 13 a partir de las 18 horas y se podrá ver en la página web www.fundaciónbyb.org.
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