Eva Bianco y la delicada naturaleza de la actuación

Con los estrenos del jueves llegó Vigilia de agosto y la actriz Eva Bianco es parte del elenco. Se trata de una realización cordobesa, el director y guionista es Luis María Romero, nacido en Oncativo, localidad donde se realizó el largometraje. “Filmamos hace más de dos años. En este momento verla es una sorpresa, es como un nuevo nacimiento del trabajo, un reencuentro con la película y lo que se vivió en cada una de las tomas. Me emociona poder comparar lo que se logró con lo que uno se imaginaba que iba a ser”, cuenta la actriz. Confiesa que es la primera vez que verá el resultado final y para la función prefiere pochoclos salados.

No le gusta que le digan “la actriz del cine cordobés”, porque dice que hay otras mujeres, como Mara Santucho, que también tienen muchas participaciones. De todas maneras, su imagen aparece en una lista extensa e interesante de films locales y otras producciones nacionales, que incluye Otra Madre de Mariano Luque, Las Calles de María Aparacio y El limonero real de Gustavo Fontán, entre otras.

Se define como una actriz frágil, pero su presencia en la pantalla o en el escenario incomoda por su intensidad. “La actuación tiene que ver con la personalidad, porque el instrumento del actor es su propio cuerpo. Cada uno tiene determinadas características, relacionadas al aspecto y al carácter. Por eso, suele pasar que algunas personas van mejor con ciertos papeles, aunque  haya actores que tienen la capacidad para ampliar ese registro”.

En los inicios de su carrera cinematográfica se encontró con Santiago Loza, otro cordobés, ahora radicado en Buenos Aires pero que cruza las fronteras con sus películas. Juntos hicieron Extraño, Cuatro mujeres descalzas y con Los labios, llegaron hasta el Festival de Cannes en 2010. Eva regresó con un premio en la valija. Fue el galardón a la Mejor Interpretación en la sección Una Cierta Mirada, compartido con sus compañeras de reparto Victoria Raposo y Adela Sánchez.

Loza es además dramaturgo y escribió especialmente para ella La enamorada. Dirigida por María Belén Pistone, la representó en 2016. Este mes la obra vuelve a escena, pero en las tablas porteñas y con Julieta Venegas como protagonista del monólogo.

Durante agosto, cada viernes se la puede ver en teatro como un cadáver poético y misterioso, creado por Elisa Gagliano en La familia Finisterre. Además se encuentra preparando Mi nombre es Eva Duarte, obra que, con Pistone en la dirección, esperan estrenar el próximo mes. Arriba del 601, mientras va de camino del ensayo a su casa, conversó con ENREDACCIÓN.

¿Qué te convoca de los proyectos?

Depende del material que reciba, me pueden enganchar cosas disimiles. Puede ser el tema que trata pero también una escena que  no me imagino cómo se haría y me gustaría probar cómo la resolvería. Rodar siempre ha sido un trabajo apasionante como actriz y en cuanto a lo que acontece entre las relacione humanas, porque esa es la naturaleza de los rodajes, el compartir con personas disímiles, impulsadas por filmar “esa” película. Generalmente, cuando elijo un guion, me lanzo a la aventura de que llegaremos a buen puerto.

¿Qué te desafía en la actuación?

Cuando actúas, ya sea en cine o teatro, no sabes cómo vas a resolver un problema de actuación. Podes tener una estrategia; por ejemplo en cine, lees una toma y la preparas para actuarla, pero en el momento hay tantas variables que manejar, que superarlas siempre es una instancia creativa por el mismo hecho. La naturaleza que tiene la actuación, en ese sentido, me interesa. No se puede prever tanto a priori, son cosas que se resuelven ahí. Cuanto más maleable seas, cuanto más te puedas adaptar… de eso se trata la actuación y esas son las instancias que me interesan. En cine, una puede hacer tomas muchas veces, pero eso después no se vuelve a repetir. Todo lo que eso implica me interesa, lo sabroso y delicado que es para la actuación.

¿Qué ofrece actuar en cine o teatro?

Las dos te ofrecen experiencias diferentes. Para teatro uno ensaya durante mucho tiempo para procesar un personaje y madurar una obra. En cine ese tiempo es distinto, está condesado al momento de la toma, te dicen “acción” y tenés que hacerlo. Ambas son apasionantes en cuanto a la actuación, porque necesitan que una sea creíble, verosímil, que pueda resultar cerca con lo que hace. En el cine, te enterás si lo lograste en el estreno, en teatro es función a función. Cuando en una función de teatro sentís que llegaste a dónde querías, se termina esa función y a la siguiente tenés el mismo problema. Las dos son interesantes para el oficio, acá no te podés quedar dormida si un trabajo está bien hecho, porque no sabes si lo podés hacer bien de nuevo. Es delicada la naturaleza de la actuación.

¿Por qué crees que las funciones de La familia Finisterre son a sala llena?

No tengo una respuesta muy clara. Es una obra de gran complejidad y despliegue escénico, que creo cubre con distintas expectativas. La escritura de Elisa Gagliano es rica, provocativa, filosófica. Tiene tantas aristas que las personas que van a verla pueden prenderse desde diferentes lugares. Atraviesa muchos estados, haciendo muy atractivo el trabajo. Por suerte, la gente se ha hecho cómplice y con el boca en boca, logran que más vengan a vernos.

¿Hay público para el circuito de teatro local?

Hay público. En este momento social tan especial que se está viviendo, ocurre el misterio de que la gente empieza a aparecer y va a ver espectáculos. Hay salas que siempre tienen espectadores. El teatro es un fenómeno que está ocurriendo, es un juego verdadero, esa verdad es algo que necesita de esa intensidad compartida. Y aunque no sea explicito, en ese momento, emerge como necesidad.

Para agendar

Vigilia en agosto